Cuestión de longevidad
Según las estadísticas, para mediados del siglo XXI, la población mundial
mayor de 65 años de edad habrá aumentado de un 11 a un 22%
YA SON 91 Y SIGUE TAN CAMPANTE LA VEDETTE CUBANA ROSITA FORNÉS.
Las estadísticas confirman que las mujeres suelen ser más longevas, pues ellas representan
el 81 % de las personas que llegan a supera los 100 años de edad
POR BELEN GONZALEZ
Se pueden usar diferentes denominaciones, como: senectud, ancianidad, vejez, segunda juventud y tercera edad, pero todas hacen referencia a la séptima y última etapa de la vida, un periodo que se inicia a partir de los 65 años de edad y se caracteriza por el deterioro progresivo del organismo y sus funciones.
Es un hecho que la capacidad funcional de un ser humano va en aumento durante los primeros años de la vida, que comprende los periodos prenatal, infancia, niñez, adolescencia y juventud; alcanza la cúspide al llegar a la edad adulta y, a partir de allí, comienza declinar, precisamente durante la vejez o ancianidad. Ahora bien, el ritmo de este descenso depende de distintos factores como nuestro comportamiento y actitud.
Hablando de esos factores, está científicamente demostrado que los más importantes son la forma en que nos alimentamos, la actividad física que cumplimos de forma disciplinada, nuestra búsqueda de retos intelectuales, y cuan involucrados estemos con hábitos que implican un riesgo, como fumar y consumir sustancias tóxicas o alcohol en exceso.
Y es que al llegar a la tercera edad, los cambios, en lo físico, emocional y social son evidentes. La piel marca con surcos el paso del tiempo, el cabello pierde su color, para los órganos es más pesado el trabajo, la oxigenación cerebral no es la misma, los reflejos tampoco, por lo que las enfermedades asociadas a la vejez, como el alzhéimer, la artrosis, la diabetes, las cataratas, y la osteoporosis, entre otras, aparezcan; y como si esto fuera poco, las actividades cotidianas se hacen más difíciles, las oportunidades de trabajo no son las mismas y se reduce la actividad social, por eso no extraña que la depresión se haga presente.
Un mundo más longevo
Si bien es un hecho cierto que la población global envejece, las estadísticas indican que entre el año 2000 y el 2050, la población mayor de 60 años pasará de 605 a 2000 millones de individuos, la razones son: el descenso en la tasa de nacimientos y la baja en la correspondiente a mortalidad, en función a los avances médico-tecnológicos que han contribuido a que la esperanza de vida de los seres humanos aumente.
La longevidad o esperanza de vida es un indicador social que implica la duración del periodo de vida de los individuos, esta suele dividirse en masculina y femenina, y está influenciada por factores como el lugar del mundo en el que se habite, las condiciones generales de vida, el acceso a servicios de salud, entre otros.
Las estadísticas confirman que las mujeres suelen ser más longevas, pues ellas representan el 81 % de las personas que llegan a supera los 100 años de edad. Pero más allá de estas consideraciones, la longevidad en la especie humana es una característica multifactorial cuantitativa, con elementos genéticos y ambientales.
Viviendo más de ciento años
Visto que, los supercentenarios son una realidad, se han desarrollado diferentes estudios para determinar por cuánto tiempo puede vivir un ser humano. La conclusión más interesante en este sentido, es que la vida humana tiene un límite máximo, que ronda los ciento veinte años de edad. Esta cifra es producto, en parte, de los records de longevidad registrados hasta hoy; y de las investigaciones científicas en torno al decaimiento funcional de los órganos con la edad, que indican que la "muerte biológica" es decir, la producida sólo por involución corporal y no enfermedad ocurriría a esta edad.
Los ciento veinte años serían, pues, la meta máxima a la que podríamos llegar, por eso la ciencia está trabajando en determinar cuáles son los medios más idóneos para alcanzar este límite vital en las mejores condiciones físicas, mentales y emocionales. Aunque se sigue coqueteando con la idea de buscar la eterna juventud, o al menos, la forma de sobrepasar este límite biológico.