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General: Obispo mexicano: Los que dicen que los gays son enfermos, son ellos los enfermos
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 14/07/2014 17:07
“Los que dicen que el homosexual es un enfermo, son los que están enfermos”
"Legalizar la prostitución es legalizar la explotación femenina"

RAÚL VERA  OBISPO DE SALTILLO (MÉXICO)
                   JAN MARTÍNEZ AHRENS - 

EL PAÍS

c0001.jpg (70×90)Raúl Vera (Acámbaro, Guanajuato, 1945) es el obispo más amenazado de México. Un prelado que ha salido vivo de más de un atentado y cuyo trabajo en favor de los desaparecidos, migrantes, menores, indígenas, prostitutas y parias de todo tipo le ha granjeado odios feroces, incluido la letal enemistad del narco. Pero las amenazas no parecen hacerle mella. Ingeniero de carrera e hijo intelectual del Mayo del 68, se ha forjado una leyenda de indomable. Su primer pulso llegó en 1995 cuando Juan Pablo II le envió como coadjutor a Chiapas, en plena efervescencia zapatista. Tenía como misión poner orden en la diócesis de san Cristóbal de las Casas, dirigida por el carismático Samuel Ruiz, un adalid de las tesis indigenistas y la teología de la liberación. Al poco de llegar, aquel comisario político al que todos consideraban un conservador y cuyo destino era quitarle la mitra a Ruiz, acabó apoyando al clero local. Roma no olvidó. Cuatro años después fue enviado, como castigo, al árido obispado de Saltillo, en Coahuila, al norte del país. De poco sirvió. Desde ahí volvió a la trinchera. Ha plantado cara a los desmanes del Gobierno y también al terror de Los Zetas.
 
Su discurso, de fuerte contenido social, irredento en la lucha contra la desigualdad y furibundo contra el “capitalismo liberal”, le ha situado lejos del aristocrático y ortodoxo episcopado mexicano. Una distancia que aún agrandó más su actitud ante las mujeres abortistas y su defensa de los derechos de los homosexuales. Durante mucho tiempo, Raúl Vera ha sido la oveja negra, el díscolo, el anticuado izquierdista, hasta que el terremoto ideológico provocado por la llegada de Francisco a la cátedra de San Pedro ha insuflado nueva fuerza a su voz. Ahora, los otros obispos se giran para escucharle.
 
Pregunta. ¿Qué le aconsejaría visitar al Papa cuando venga a México?
 
Al Papa le haría visitar una cárcel, los suburbios, la ruta de los migrantes
Respuesta. Pues para empezar, que conociera la ruta de los migrantes. También le haría visitar una cárcel, porque a él le gusta ir a las cárceles; lo llevaría a los suburbios de una ciudad grande, porque él dice que tenemos que ir a la periferia. Le organizaría una visita de acuerdo con lo que él está pidiéndonos que atendamos. Y haría que quienes estén en primera fila sean los indígenas, sean los pobres…, porque eso no se hace, poner delante a los pobres…
 
P. Hace poco bautizó a la hija de una pareja lesbiana. ¿Qué piensa de la homosexualidad?
 
R. La homosexualidad, ay… es un tema al que nos hemos negado. Los que dicen que el homosexual es un enfermo, son los que están enfermos. Tengo un amigo que fue sacerdote y que es homosexual. Él dice que no reconocer a los homosexuales es como medir por las normas del rugby a los que juegan al fútbol, y luego decirles además que están violando las normas. La Iglesia tiene que acercarse a ellos no con condenas, sino con diálogo. No podemos anular toda la riqueza de una persona solamente por su preferencia sexual. Eso es enfermizo, eso es no tener corazón, es no tener sentido común.
 
P. ¿Y con el aborto no pasa lo mismo?
 
R. En el aborto pienso como piensa la Iglesia, que eso es un asesinato. Las diferencias están en cómo se trate, cómo se penalice. El aborto, como el matrimonio entre los homosexuales, nos ha servido de subterfugio para decir que tenemos moral en la Iglesia. Pero no somos capaces de defender los derechos de los obreros. Es muy fácil ir contra una mujer abortista, no tiene problema y además nos apoya la ultraderecha conservadora. Mire, aquí hubo una campaña nacional contra el aborto, a favor de la vida. ¿Y yo qué hice? Organizar rosarios por todo el pueblo para meditar sobre la defensa de la vida de los migrantes, la defensa de la vida de los mineros, la defensa de la vida de las mujeres y la defensa de la vida del no nacido. Pero somos unos hipócritas… Parecería que las únicas reglas morales fueran condenar a los matrimonios homosexuales, condenar a las abortistas. Y ya con eso, ya somos cristianos perfectos.
 
P. ¿Legalizaría la prostitución?
 
R. No, eso sería legalizar la explotación femenina. Yo creo en la dignidad de las mujeres. La prostituta es una mujer sumamente dañada, pero jamás debe perder su dignidad y el derecho al respeto. Estamos llegando a límites espantosos en el fenómeno de la trata y la explotación.
 
P. ¿Es usted socialista?
 
R. No me considero socialista. No he leído a Marx, no he militado en el socialismo, y nunca me gustó la tesis de la conversión en dictadura. Todos tenemos los mismos derechos y la misma dignidad, pero también tenemos libertad. Ahora bien, nunca he apoyado los métodos del capitalismo, Dios me libre. El verdadero sentido de la vida es la comunidad, el cuidado de los débiles y la participación en los bienes de la tierra por igual. Todo eso lo he aprendido del mundo indígena, de los pobres y los campesinos. Ellos me han enseñado el valor de la vida humana y también su capacidad para la alegría. Ellos me han enseñado a reír.
 
P. Usted se ha enfrentado al narco públicamente, ¿teme por su vida?
 
R. En Chiapas aprendí que había que arriesgar la vida si uno quería ponerse del lado de los pobres. De otro modo, no hubiera podido quedarme ahí mientras los paramilitares mataban a esos hermanos catequistas.
 
P. ¿Y aquí en el Estado de Coahuila, que es territorio de Los Zetas?
 
R. He aprendido que para defender la vida humana tienes que poner la tuya de por medio. No hay otra manera de ser pastor.
 
P. En México hay oficialmente más de 13.000 desaparecidos; en Coahuila, 1.800. Solo en dos pueblos del norte, los narcos se llevaron en pocos días y a plena luz a 300 personas sin que las autoridades hiciesen nada. ¿Qué cree que está pasando?
 
R. La impunidad ha permitido que eso suceda. La desaparición viene acompañada de la eliminación de todo indicio que permita la persecución: hacen desaparecer las personas y luego los cuerpos. Y todo se vuelve hipotético, porque nadie sale vivo. Y si alguien se separa de esos grupos, es persona muerta. En el caso de Allende lo hicieron a la luz del día, sin que hubiera la más mínima reacción de autoridades.
 
P. ¿Y no sería una solución para acabar con el narcotráfico legalizar las drogas?
 
R. No va a ser la solución.
 
P. ¿Por qué no?
 
R. Absolutamente no. Las drogas van ligadas a la depreciación de la vida humana. La descomposición del hombre no viene de la droga; a la droga se va, igual que se va al alcohol, por otra cosa. Para unos la vida no tiene sentido y la necesitan para vivir el sinsentido, y hay otros que no tienen ni dónde caerse muertos. Legalizando la droga no se soluciona el problema por el que la gente se droga. Y bastaría con prohibir unas para que descubriesen nuevas.
 
El obispo Vera lo dice suavemente. A sus 69 años se le ve tranquilo. Acabada la entrevista, se dirige a su despacho, repleto de libros, a cambiarse de vestiduras. Al lado está su habitación. No le importa que se mire dentro. Con su ordenador y la mesa desordenada parece el cuarto de un universitario, excepto por la cama, mínima, vieja y sin colchón, de fraile dominico.

Foto
 
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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 14/07/2014 19:18
650_1000_homofobia.jpg (594×367)

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 14/07/2014 21:00
“People who say homosexuals are sick are sick themselves”
Enmity from the government and drug cartels have failed to deter Mexican Bishop Raúl Vera

Raúl Vera, the bishop of Saltillo
 
 JAN MARTÍNEZ AHRENS -  

EL PAÍS


Raúl Vera is the Mexican bishop who holds the record for death threats. He has survived more than one attempt on his life, and his work in favor of missing persons, immigrants, children and juveniles, indigenous populations, prostitutes and pariahs of all types has earned him the undying hatred of many, including the drug rings.

Yet the threats seem to leave no mark on him. An engineer by trade and an intellectual son of May 1968, the 69-year-old Dominican friar has forged himself a legend as an untamed soul.

His first test came in 1995 when Juan Pablo II sent him to Chiapas in the middle of the Zapatista effervescence. His mission: to bring order to the diocese of San Cristóbal de las Casas, which was then headed by the charismatic Samuel Ruiz, a champion of liberation theology and supporter of pro-indigenous theories. But the man who was supposed to wrest power away from the unruly Ruiz and return the diocese to the path of conservatism ended up supporting the local clergy instead.

Rome never forgot. As punishment, four years later Vera was transferred to Saltillo, in the arid northern state of Coahuila. It was to no avail. Vera returned to the trenches, facing up to the government and to the fearsome drug cartel of Los Zetas.

Meanwhile, his charged rhetoric against inequality and “liberal capitalism” has distanced him from the rest of Mexico’s bishops, who are aristocratic and wed to orthodoxy.

The gap only widened when Vera began defending women who have abortions, and homosexuals.

For a long time, Raúl Vera was the Catholic Church’s black sheep, the old-fashioned left-winger. But that was until the ideological earthquake represented by the new pope, Francis I, gave renewed relevance to his words. Now, other bishops are suddenly turning to Vera for guidance.

Question. What visits would you recommend to the Pope when he comes to Mexico?

Answer. To begin with, he should become familiar with the migrants’ route. I would also make him visit a prison, because he likes going to prisons. I would also take him to the outskirts of a large city, because he says we should go to the periphery. I would organize a visit on the basis of what he is asking us to do. And I would make sure that the poor and the indigenous were standing in the front row, because that is something that doesn’t usually get done.

Q. Not long ago you baptized the daughter of a lesbian couple. What do you think about homosexuality?

The true meaning of life lies in the community, in caring for the weak”
A. That is a topic that we have refused to address. The people who say homosexuals are sick are sick themselves. The Church needs to come to them not with condemnation, but with dialogue. We cannot cancel out a person’s richness just because of his or her sexual preference. That is sick, that is heartless, that is lacking common sense.

Q. Is it not the same with abortion?

A. I share the Church’s views on abortion, and see it as murder. The difference lies in how you penalize it. Abortion, just like same-sex marriage, has served us subterfuge to tell ourselves that we in the Church have our morals. It is very easy to go against a woman who has an abortion, it poses no trouble and we have support from the ultraconservative right. When there was a national campaign against abortion here, I organized rosary recitations to reflect on the defense of the lives of migrants, miners and women as well as the unborn. But we are hypocrites. It would seem that the only moral rules deal with condemning same-sex couples and abortions. You do that and you’re the perfect Christian.

Q. Would you make prostitution legal?

A. No, that would be legalizing female exploitation. I believe in the dignity of women. Prostitutes are extremely damaged women, but they must never lose their dignity and their right to be respected. We are reaching horrible extremes in connection with trafficking and exploitation.

Q. You have confronted the drug cartels in public. Do you fear for your life?

I learned that in order to defend human life, you have to put your own life on the line”
A. In Chiapas I learned that you have to risk your life if you want to stand on the side of the poor. I learned that in order to defend human life, you have to put your own life on the line. There is no other way to be a shepherd.

Q. Mexico officially has more than 13,000 missing persons. In two northern villages, the drug rings took away 300 people in full daylight within the space of days, and authorities did nothing about it. What is happening?

A. Impunity is allowing this to happen. Disappearances come with the elimination of all evidence that might aid persecution of the crimes. First the people disappear, then their bodies.

Q. Would legalizing drugs be a solution?

A. That will not be a solution.

Q. Why not?

A. Absolutely not. Drugs go hand in hand with the depreciation of human life. The decomposition of man does not come from drugs; man turns to drugs, like he turns to alcohol, for other reasons. To some, life has no meaning and they need drugs to find that meaning. Others have no other place to go. Legalizing drugs will not solve the problem of why people use drugs in the first place.

Q. Are you a Socialist?

A. I do not consider myself a Socialist. I have not read Marx, I was not an activist, and I never liked the theory of conversion into a dictatorship. We all have the same rights and the same dignity, but we also have freedom. Yet I have never supported the methods of capitalism. The true meaning of life lies in the community, in caring for the weak and sharing equally in the bounty of the land. All of this I learned from the indigenous world, from the poor and the peasants. They taught me the value of human life and shared their capacity to feel joy. They taught me how to laugh.
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