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De: cubanet201 (Mensaje original) |
Enviado: 12/07/2014 13:53 |
Mariela Castro lleva una agenda oculta usando la bandera arcoiris
Dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada, eres un enemigo peligroso.
Por Mario José Delgado González / Misceláneas de CubaMientras Mariela Castro Espín, diputada de la Asamblea Nacional, sexóloga y directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) se dedica a recorrer el mundo cada vez que se efectúa alguna actividad de carácter pro derechos LGBT, el reacio aparato represivo de la isla, la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) que no descansa, se dedica a realizar redadas, cuando éste se le viene en gana contra los homosexuales, llevándoles detenidos bajo la excusa de controlar el estado delictivo social. Sin embargo, la sexóloga, en su evidente desenfreno por ganarse el apoyo y la simpatía internacional de las organizaciones LGBTI, mientras descuida lo que absurdamente sucede en intramuros para irse de pachanga a vivir la buena vida que Dios le ha dado; y a expensas de los homosexuales de esta tierra que sufren de la homofobia, el atropello y la cárcel; se evidencia internamente un estado y política totalmente deplorable, que se ampara y escuda en su institucional organización, para decir que representa y defiende a las minorías acosadas, interviniendo ante actos impunes; cuando en la práctica miente a todos descaradamente (y es a saber ante las instancias internacionales), para así prolijearse de logros no correspondidos que en nada mejora al país porque en sí son hechos deshonestos.
La hijita de papá, esta vez se presentó en el 34° desfile de Orgullo (Pride Parade), el pasado 29 de junio, como parte de las celebraciones por el día internacional de Orgullo Gay; y descuidando una vez más lo que a diario ocurre en el acostumbrado centro Bim Bom de la calle Infanta, y el acostumbrado lugar de encuentro homosexual Parque el Anormal, ubicado en el municipio Cerro, donde a diario son detenidos por la policía pernoctadores en culpa de su orientación sexual homosexual y la identidad de género, que hoy día forman parte de las razones desfasadas de las naciones del primer mundo para segregar; nuestro país se empeña en permanecer en la ignorancia y el descuido al respeto de las libertades individuales y sexuales solo porque a éste le place.
En esta celebración, de la cual la ínclita gozara; a diferencia de otros años, estuvo caracterizada por la irrupción de un significativo número de visitantes internacionales, que hicieron acto de presencia de los eventos de World Pride 2014 Toronto para allí destacarse una vez más, como acostumbra siempre en beneficio limpiar la imagen de una revolución homófoba además de hacer reclamos por los cinco politizando su labor a costa de los homosexuales de la isla.
Tres cientos cincuenta grupos y alrededor de mil doscientos manifestantes iniciaron un desfile en el barrio gay de Toronto, que fue inaugurado por el reverendo Brent Hawker, párroco de la Iglesia Comunitaria de Toronto, quien ofició el primer matrimonio homosexual legal en Canadá en enero de 2001, además de ir acompañados de la policía de Toronto y diversas ciudades canadienses, hasta el colectivo multitudinario de personas asexuales, organizaciones sindicales y grandes corporaciones como Air Canadá, línea área y el grupo hotelero Hilton.
El copresidente Sean Hillier, de Pride Toronto; entidad organizadora del evento, elogió en la Conferencia sobre Derechos Humanos 2014 del World Pride realizado en la Universidad de Toronto a Castro Espín, de distinguida por la Federación de Trabajadores de Ontario con el premio Internacional de los Derechos de los Trabajadores, por el aprobado Nuevo Código de Trabajo en Cuba.
Mientras todo esto aconteció, por los medios nacionales no se difundió el paraje que sostuviera la rectora de los derechos sexuales en pleno del país, evidenciando el secretismo que caracteriza este tipo de actividades, en perjuicio del derecho informativo, anclándolo desafortunadamente en la mentalidad retrograda de la incultura social y humana que detiene el curso de los avances en beneficio del mejoramiento ciudadano.
Pero sea como fuere, fue lamentable la actitud de Castro Espín, quien por su proceder da muestras de no reconocer y promover el carácter festivo del Orgullo Gay en su país, como jornada de búsqueda y encuentro hacia la visibilidad de las minorías LGBTI, para anteponerlas a sus necesidades egocentristas; dejando que la aclamación y los honores del mundo, pasen a segundo plano, todo, solo por el propósito de legar más protagonismo a estas minorías oprimidas que tanto dice defender y que necesitan de un espacio.
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Cuba: la parte por el todo para casi nada Si Raúl Castro hubiera querido complacer a su hija e introducir las peticiones del
CENESEX en el nuevo Código de Trabajo, lo resolvía con un simple manotazo en la mesa
Mariela, la sexóloga de la Dinastia los Castro
Los activistas LGTB cubanos que se nuclean en torno al Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) dirigido por Mariela Castro, hija del General/Presidente tuvieron un fin de año henchido de optimismo.
En diciembre la Asamblea Nacional del Poder Popular cerró la discusión del Código de Trabajo remitiendo el documento, tras ser aprobado, a una comisión especializada para que incluyera de la manera más ventajosa las peticiones del CENESEX sobre la no discriminación laboral por razones de preferencias sexuales o por ser VIH. Ciertamente un procedimiento digamos que heterodoxo (un parlamento aprobando un código sin conocer la versión final) pero la ANPP no es exactamente un parlamento y la discusión había terminado con una arenga del vicepresidente que anunciaba una inclinación positiva de la balanza.
Un conocido activista gay allegado al régimen confesó que andaba “sin resuello” de alegría. Y otro, un reputado médico, alababa este paso como un salto adelante en el fortalecimiento de “la democracia y el republicanismo” cubanos, y proclamaba que Cuba era “uno de los pocos países del mundo que aplican un enfoque de género”.
En realidad, tanto el activista como el médico estaban sufriendo esa metamorfosis que conduce desde el exceso de la virtud hasta el desenfreno del pecado, y no creo que el logro, de haberse producido, tenía la trascendencia democrática y republicana que anunciaba el médico. Ni sacaba a Cuba de ese lugar lamentable en que se encuentra en temas de la diversidad sexual. Pero sí hubiera legitimado los trabajos de Mariela Castro y sus allegados y allegadas, y consolidado su posición política en el sistema.
Pero finalmente, nada de ello sucedió, pues la comisión de marras eliminó toda referencia a la diversidad sexual. Y con ello el activista gay recuperó su resuello para quejarse amargamente de algo que todos sabemos: nuestro remedo de parlamento no es nada transparente.
Creo que este revés, no solo para los LGTB sino para toda la sociedad cubana enseña dos cosas.
La primera es que el movimiento por los derechos de las diferentes preferencias sexuales no puede seguir andando su camino a la sombra del CENESEX, aún cuando cuente a esta institución como su aliada. La negativa de la comisión de marras no es más que una muestra pálida y discreta de la homofobia militante de la clase política cubana, que durante muchos años se ha mostrado como represión directa, exclusión y discriminación contra los homosexuales. Los activistas oficiosos han preferido andar siempre de puntillas, resaltando los “logros revolucionarios” con la aspiración de incluir entre ellos un trato más decoroso para los homosexuales que el que han soportado por más de medio siglo. Como si quisieran echar el agua sucia y quedarse con el niño reluciente. Cuando en realidad lo que necesitamos los cubanos y las cubanas —homo, bi y hetero, trans y asexuales— es escudriñar un rato en el agua sucia para entender nuestros problemas en toda la complejidad que estos tienen.
La segunda cuestión se refiere a los atrincheramientos particularistas. La putrefacción política que agobia hoy a la sociedad cubana reside, ante todo, en la capacidad de la élite postrevolucionaria para fragmentar la sociedad y aislar cada una de sus partes. Los reclamos que aparecen en la sociedad civil emergente (no hablo ahora de la oposición que he discutido en otro lugar) regularmente asumen la fragmentación como modo de existencia, y ello permite a la clase política “gerenciar” las demandas sin grandes tensiones ni politizaciones incómodas. Y por eso, como un gran sinécdoque social, cuando presentan su parte como si fuera el todo, no consiguen casi nada.
No discuto que los sectores sociales reclamen, desde sus identidades, sus derechos particulares. La sociedad cubana es diversa y como tal debe manifestarse. Pero deben hacerlo entendiendo que son partes de un sistema. Es impensable que los homosexuales gozarán de derechos inalienables —como esos que proclama Mariela Castro en sus arrebatos frívolos— si no existe en toda la sociedad un sistema de derechos consagrados, civiles, políticos y sociales. O que los afrodescendientes logren eliminar la discriminación racista si toleran otras discriminaciones. Mientras el régimen político cubano siga contemplando los derechos de las personas como un tema de administración y permisividades que se alargan o se contraen según las coyunturas, no habrá derechos para nadie.
Fue lo que sucedió ahora con las demandas del CENESEX, pero sobre todo con la totalidad del Código de marras. Porque en realidad, en cuanto código de trabajo, el tema de las preferencias sexuales resulta periférico. Lo que realmente es grave en este Código de Trabajo es que prohíbe la sindicalización independiente, no consagra el derecho a la huelga, reduce los derechos sociales de los trabajadores y no reconoce el derecho de los trabajadores a conservar una posición laboral no importa cuales fuesen sus opiniones políticas. Se trata de otro paso de la élite política cubana en su proceso de restauración capitalista autoritaria, para lo cual necesitan una masa de trabajadores desposeídos y dominados.
Obviamente, si Raúl Castro hubiera querido complacer a su hija en este asunto, le hubiera bastado un manotazo en la mesa para que todos los diputados hubieran introducido las peticiones del CENESEX. Y le hubiera dado cierto lustre libertario al régimen, que mucho lo necesita. Si no lo hizo debe ser por algún motivo que desconozco. Pero probablemente, a modo muy de hipótesis, creo que estamos en presencia de una de las cosas que el General Presidente puede regalar a una jerarquía católica que pudiera ser más colaborativa políticamente a cambio de un mayor dominio sobre estos campos en que puede desplegar toda su vocación conservadora. Aunque ello vuelva a quitarle el resuello al activista gay que disfrutó su fin de año pensando que algo nuevo y mejor estaba llegando.
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