Cada vez con más frecuencia vemos hombres que lloran en público y esto
es algo positivo que contrasta con el antiguo y muy arraigado “los hombres no lloran”.
Por Iliana Restrepo
El pasado mundial de fútbol estuvo lleno de momentos emotivos por todos lados y por todos los actores, llámense estos aficionados, jugadores, técnicos o público en general. La emotividad estuvo a flor de piel y todos y todas en algún momento nos pusimos sensibles y lloramos o al menos se nos aguaron lo ojos en momentos de emoción, rabia o pérdida.
Tal vez los instantes de llanto más emblemáticos de los jugadores fueron los de James quien lloró a moco tendido por la pérdida de un partido y de la clasificación, o el llanto profundo, sentido y permanente del jugador africano que no pudo contener la emoción mientras oía el himno nacional de su país y no paró de gimotear durante toda la interpretación, hasta el punto de que circuló con insistencia una versión de que había recibido la noticia de la muerte de su padre dos horas antes del partido y muchos lo creyeron. Así era la intensidad de su llantina.
Todo eso está muy bien, los hombres por fin están aprendiendo a expresar abiertamente y sin represión sus sentimientos más profundos por algo que los apasiona profundamente como es el fútbol en este caso.
Sin embargo, cuando veíamos estas imágenes en la televisión y se narraban allí, en la prensa o en las redes sociales, me molestaba oír y leer que varios de los periodistas deportivos hacían comentarios reiterados como disculpando esas lágrimas con frases como ésta: James llora desconsolado ante la pérdida de su equipo, pero eso sí, son lágrimas de varón. ¿Qué quiere decir exactamente lágrimas de varón? Esta tonta expresión dice mucho de lo que todavía significa el llanto público de los hombres para los hombres. Siguen percibiéndolo como signo de debilidad y es por eso que se tiene que disculpar dándole la adjetivación masculina al llanto.
Decir que alguien está llorando con lágrimas de varón es ratificar que tan sólo es válido para los hombres llorar por “asuntos de hombres”. Así como tan solo validan los gestos de cariño entre ellos como una palmadita en el trasero o un abrazo y un beso, mientras se está en el marco de un juego deportivo. Y esto es así, porque aún esos espacios se consideran masculinos, pero fuera de allí son mal vistos y porque los hombres no lloran sino por cosas de hombres y ¡claro! si lo llegan a hacer, es únicamente con lágrimas de varón. Habrase visto tamaña pendejada.
Cada vez con más frecuencia vemos hombres que lloran en público, no sólo por el deporte de su preferencia, sino también por emociones afectivas profundas y esto es algo positivo que contrasta con el antiguo y muy arraigado “los hombres no lloran”.
En los últimos días, frente al espanto de los acontecimientos en la Franja de Gaza, hemos visto muchos hombres llorando; padres de familia, médicos, periodistas y hasta un funcionario de la ONU quien no aguantó el llanto mientras narraba uno de los momentos de horror. Todos eran hombres, pero ante todo son seres humanos que tienen sentimientos. Reprimir el llanto cuando este es necesario, hace más difícil sobrellevar el dolor o la rabia y tal vez por eso es que los hombres muchas veces canalizan sus frustraciones a través de la violencia. Los hombres deben llorar y emocionarse como cualquier ser humano y a estas alturas, hasta los más machistas narradores y periodistas deportivos deberían haberlo comprendido y aceptado. ¡Qué viva la liberación masculina y adiós a las lágrimas de varón!..