Béisbol de verano a gradas vacías
Un nuevo torneo sub-23 da espacio a las futuras estrellas del béisbol nacional.
Niños juegan béisbol en una calle habanera.
Por IVÁN GARCÍA | La Habana |
Jugar béisbol al mediodía en Cuba, durante más de tres horas, bajo un sol de fuego y una humedad de espanto, bien pudiera ser una modalidad de deporte extremo.
Pero estos muchachos que ahora mismo sudan a chorros, corriendo las bases o intentando atrapar un fly profundo en los jardines, quieren demostrar que están aptos para brillar en la liga de primer nivel.
No hay tradición en la Isla de jugar pelota en julio y agosto. Desde siempre, los torneos élites fueron en invierno. Pero existía un bache en la cadena beisbolera local.
El salto de la categoría juvenil al de mayores resulta complejo. Cada año se pierde una cantidad nada despreciable de peloteros que no hallan hueco en sus equipos.
Muchos de los chicos de entre 18 y 23 años que juegan en la Serie Nacional apenas acumulan 30 veces al bate por temporada o 10 innings lanzados.
No todos se llaman Omar Linares, Yulieski Gourriel o Kendrys Morales, que el año de su debut hizo añicos casi todos los records para novatos.
Por tanto, era necesario este torneo de hasta 23 años que se juega actualmente en cuatro provincias. Toman parte 16 equipos. Cuatro en igual número de llaves. Y juegan 24 partidos cada uno.
Por carencias económicas, las novenas de cada llave solo juegan entre sí. Lo ideal sería que toparan entre todas. Pero las arcas del régimen están en números rojos y para ahorrar combustible, juegan en una sede fija y bajo un sol de justicia.
Lo deseable hubiese sido que el torneo de jóvenes talentos coincidiera con la temporada local, para que los jugadores subiesen y bajasen en caso de lesiones o poco rendimiento. Pero es lo que hay.
Debido al goteo imparable de fugas al mejor béisbol del mundo, la pelota cubana anda de capa caída. Cada año que pasa, las nóminas de los equipos sufren cambios.
La edad promedio de la Serie Nacional frisa los 25 años. Un aluvión de peloteros inexpertos, no pocos con gran talento, llegan al máximo nivel con deficiencias técnicas y un pensamiento táctico flojo.
Lo que más necesitan es jugar. Ahora tienen esa posibilidad. Si la economía nacional no fuera un barco que hace agua, lo ideal sería que la liga hasta los 23 años fuera de 60 o 70 juegos.
Actualmente, el torneo está en el último tramo. En la zona oriental, Santiago de Cuba se ha escapado. En la llave que se efectúa en Ciego de Ávila, el equipo local luce superior al resto. Pero en los otros grupos, de Matanzas y Cienfuegos, la porfía es muy reñida.
La prensa oficial le viene dando seguimiento al evento. Tanto la radio como la televisión trasmiten un juego diario. El campeonato es una pasarela de jóvenes prospectos.
La lista de talentos con madera para llegar lejos es amplia. Les pido que anoten algunos nombres.
Jugadores de campo: Julio César Álvarez y Onel Vega (Matanzas); Yanier Herrera (Isla de la Juventud); Jorge Luis Oña, Hassuan Viera, Yunier Díaz, Ariel Echevarría (La Habana); Robert Luis Moiran y José Adonis García (Ciego de Ávila); Moisés Esquerres (Cienfuegos) y Joel Yanqui (Santiago de Cuba).
Entre los pitchers, el talento es menor. Son pocos los lanzadores que tiran rectas de más de 90 millas y el descontrol es evidente. También la defensa es una asignatura pendiente. Se cometen demasiados errores en jugadas de outs. Y ni hablar de los errores mentales, los que no se anotan.
Luego de terminar sus 24 partidos, los líderes de cada llave más los dos mejores segundos lugares, jugarán una ronda final. Muchos de estos peloteros integrarán las nóminas a la Serie Nacional, que comienza el próximo 21 de septiembre.
Llegarán al primer nivel, por tanto, con más horas de vuelo. A pesar de la buena idea, el torneo apenas ha tenido repercusión entre los aficionados. Los estadios están vacíos.
Solo los padres de los jugadores, algún que otro scout o un tipo aburrido se dan una vuelta por las sedes, a ver el desempeño de las futuras estrellas de la pelota nacional.
Mientras, los cubanos amantes al deporte tienen su vista puesta en las ligas europeas de fútbol. En las calles de La Habana se especula por qué Ángel Di María ha ido a recalar al Manchester United y se espera el debut en octubre del "caníbal" Luis Suarez con la camiseta del Barça.
En el béisbol, el seguimiento se concentra es la MLB, ya sea mediante antenas ilegales, noticias ofrecidas por la programación deportiva radial o los "paquetes" que se venden a 50 pesos o 2 pesos convertibles.
Sobre todo interesan los clubes donde juegan peloteros cubanos. En la peña deportiva del Parque Central, en el corazón de La Habana, se habla de Yasiel Puig y la sensacional temporada de José Dariel Abreu.
El torneo sub-23 no incita a debatir de pelota. Ya se lo decía: en Cuba no hay tradición de béisbol de verano.