LOS ULTRA-RÁPIDOS
POR EL YOYO. Me sorprende leer que fulanito mandó un par de zapatos caros o que menganito carga otra maleta pa´ celebrarle los 15 a la niña. Yo digo que Cuba no tiene problemas económicos, lo que está es mal administrada. Sólo tienes que darte un paseo frente a la tienda Ultra en la calle Reina y ver operar a los Ultra-rápidos, esos tipos que venden exactamente lo mismo que dentro de la tienda a mitad de precio, sea colchones, ventiladores o condones. ¿Cómo? No me preguntes; tú sabes cómo.
Los ULTRA-Rápidos, como en cualquier tienda del mundo te vende a plazos, hacen rebajas, entregas a domicilio, tienen departamentos de ropa, electrodomésticos, bisutería y hasta pornografía. Esta tienda no cierra nunca, sólo se queda en stand-by. Sí, en stand-by cuando por los alrededores pasa el carro de patrulla. Entonces los Ultra-rápidos ponen pie en polvorosa, se deshacen por un momento, hasta que el patrullero doble por Angeles pa’ bajo.
En mi barrio: La república Popular de La Habana Vieja, lo único que hace falta es el dinero. Sin importar lo que te haga falta, pide que el jabao sabe en que almacén estatal encontrarlo.
- Jabao asere me hace falta conseguir un… - ¡Jabao, mi mujer está preñá y tiene antojo de camarones!… - ¿Oye ya entró el barco de la leche al muelle?
No interesa cual sea la necesidad, ni cual el apuro o el antojo, pa´ eso teníamos al jabao, pa´ eso teníamos un jabao en cada cuadra (como los commités, pero más efectivo), miles en cada ciudad y millones regados en cada esquina del país. Allá el que no corre vuela. Robarle al estado no es robar, es resolver. ¿Total no dicen que ladrón que roba a ladrón tiene 100 años de perdón?. A principio de los 90, en mi solar saboreamos una leche en polvo traída de Nueva Zelandia. No es jodedera, ¡por mi madre que era neozelandesa! Esos disparates nada más se dan en Cuba. Pero a pesar del absurdo económico, nosotros nos dábamos el gustazo de hacernos unos vasos de leche espesa, cremosa gracias a la ineficiencia de Fidel…. Uhmm. Con el tiempo, como los indios identificaban si se acercaba el tren poniendo el oido sobre los railes, los que vivíamos cerca de los muelles aprendimos a identificar los barcos por su aullar al entrar a la Bahía . - ¡Coño al fin entró el del arroz, mañana tengo que ver al jabao!
Y al otro día le metíamos un escándalo al pobre hombre: - Oye jabao ¿que tú haces aquí si entró el barco anoche? ¡Dale chico que tengo que irme a la universidad y no he desayunado!
Una vez atracado el barco, empezaba la aventura de hacer llegar un poco de lo que fuera, no importa qué, sólo un pedacito hasta tu casa. Porque si no cogías en este, tenías que esperar quién sabe cuanto hasta la entrada de otro barco al que desangraran en los almacenes de la Bahía de La Habana.
Una Anécdota.
Cuando las computadoras eran cosa de las películas Star War, necesité un disquete para guardar mi tesis de Diploma. Eso era un lujo, un impensable en la Cuba de inicios de período especial. En La Cujae no los había, por eso recurrí al jabao. Tuve que explicarle qué carajo era aquello y hasta dibujárselo porque en su vida él jamás había visto uno.
-¡Déjamelo a mí!
Ayer revisando entre papeles viejos encontré este disquete, mi primer disquete. Y mi memoria se quitó el sombrero ante el jabao. Por eso a veces me pregunto por qué la gente lleva maletas de ropas y accesorios pa´ la familia en La Habana, cuando el jabao les puede conseguir lo mismo en la isla a mitad de precio.
Por mi madre: En La Habana sólo hace falta dinero, lo demás lo pone el jabao.
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