La obsesión y muerte de los balseros cubanos
Cientos de mecánicos en toda Cuba se dedican a fabricar lanchas y reconvertir motores de automóviles para embarcaciones
Aunque solo el 10% cruza, mantienen las esperanzas. EFE
Por Ivan Garcia
La mala suerte persigue a Carlos. Marcharse de Cuba se ha convertido en toda una obsesión. En la barriada habanera de La Víbora, donde reside, es mitad leyenda urbana y mitad pájaro de mal agüero.
"Me he tirado 19 veces al mar, intentando llegar a la Florida. Cuando no me detienen los guardafronteras cubanos, me agarran los gringos. Tengo un maleficio. En el barrio dicen que fracasa la travesía donde me enrolo. Lo he perdido todo, empezando por el auto y terminando por los electrodomésticos", comentó sentado en una tosca silla de madera, único mueble en la sala de su casa.
En esta zona de la ciudad, a media hora del centro de La Habana, tirarse al mar en una balsa es una prioridad para muchos jóvenes y adultos. "Aquí por las noches hay cuatro temas de conversación: hacer dinero para fabricar una embarcación lo más segura posible; enrolar personas que sepan de marinería y que tengan GPS; ver de qué forma se puede burlar a los guardacostas americanos y después de hablar por horas de lo mismo: la Liga española de fútbol", comentó Joel, de 22 años, en estos momentos planificando su tercera aventura marina por el peligroso Estrecho de la Florida.
Sin miedo
Las malas noticias no amedrentan a esta gente. Hace una semana, el tema de conversación era la muerte de tres jóvenes del barrio de Luyanó, quienes perecieron tragados por las olas o devorados por tiburones en su intento de vivir en libertad y democracia. La historia de los balseros cubanos es un compendio de hazañas, mitos y tragedias.
Aquellos que nunca desisten de tener un futuro y una mejor calidad de vida, con frecuencia ven videos de compatriotas que llegaron a las costas de la Florida en una tabla de surf, dentro de una caja remitida desde Bahamas o en un camión de carga transformado en navío. Cientos de mecánicos en todo el país se dedican a fabricar lanchas y reconvertir motores de automóviles para embarcaciones.
Rafael nos contó la trama de una travesía desde su inicios. "Hay de todo. Me he tirado dos veces. En la primera me atraparon los guardacostas norteamericanos a cinco millas de Cayo Hueso. Nos tuvieron dos días en un escampavía, comiendo arroz y frijoles negros de lata. La comida y las condiciones son pésimas. Ahí te entrevistan gente del consulado, para saber si somos perseguidos políticos e insisten que tratemos de llegar a Estados Unidos de forma legal y segura. Pero la mayoría de los balseros no tienen familiares cercanos en esa nación. Otros sí, pero la reunificación puede demorar cinco años o más", explicó.
En la segunda ocasión fue estafado Rafael. "Éramos 30 personas. Unos pagaron 4.000 pesos convertibles, otros 200 o 400 cuc", lo que ya daba que pensar. Una señora con pinta de abuela nos estafó casi 15 mil chavitos (cuc). Nos dejó tirado en un cayerío repleto de mangle. Dormíamos en la embarcación, a la espera del combustible. La mujer nos delató y fuimos atrapados por la policía. Intuyo que fue una treta en combinación con la policía, porque no nos pusieron ni multa, cuando lo usual es que te multen con 3 mil pesos por salida ilegal".
Otros, como Oscar, prefieren no dar detalles. "Me he tirado dos veces en una cámara de camión forrada con espuma de goma y tres personas remando como locos. En una ocasión el mal tiempo nos hizo regresar, en las otras fuimos atrapados por guardafronteras cubanos".
El negocio
La Ley de Ajuste, con su estrafalaria normativa de 'pies secos, pies mojados', otorga residencia en Estados Unidos a los cubanos que logren alcanzar tierra. Entonces la travesía se convierte en una aventura o una ruleta rusa. También en un negocio boyante para traficantes de personas.
Las probabilidades de alcanzar las costas estadounidenses son mínimas. "En el 90% de los casos te atrapan, cubanos o americanos. Es como ir a un casino y saber que tienes nueve papeletas para perder. Pero es tanto el desespero que la gente vende sus propiedades y decide probar fortuna, con la esperanza de ser ese 10% que logra llegar", subrayó Carlos, quien a pesar de fracasar 19 veces lo volverá a intentar.
Hay que aliarse con los experimentados
Si te quieres tirar al mar, dicen los balseros más 'cujíaos', lo primero que tienes que hacer es ponerte en contacto con personas con experiencia en marinería que residan en zonas costeras, donde se puede conseguir transporte para trasladar la embarcación y una finca o casa donde encontrarse antes de la partida.
Lo segundo, hay que contactar con gente capaz de construir una embarcación amplia y segura. Su costo es de 3.000 a 4.000 cuc y, por lo general, el tipo que la construye también desea irse.
Lo tercero, ser cauto, pues el individuo que está al frente de todo recoge dinero para gastos como comida, combustible, el chofer que traslada el barco, los que te hospedan y una 'pasta' destinada a policías y guardafronteras corruptos. Es su negocio.
De nada vale comentarle a los potenciales balseros que uno de cada cuatro muere en el intento. Las bravas aguas del Golfo o los escualos han convertido al Estrecho de la Florida en el cementerio marino más grande del planeta. Si se suman todos los muertos en la guerra de independencia del siglo XIX, la guerra de guerrillas de Fidel Castro y los soldados caídos en combate en África, la cifra no roza siquiera el número de balseros fallecidos en la travesía. Ellos esperan por un mausoleo.