Mutaciones de la censura en Cuba
Castro uno de los ricos mayores del mundo, es dueño de toda la isla de Cuba
Por Jesús Jambrina / Profesor e investigador de temas iberoamericanos
Los censores cubanos nunca dejan de romper sus propios records; esta vez, sin embargo, han impuesto uno que les tomará tiempo superar. Se trata de la prohibición de la exposición "Utopías y disidencias" del pintor Pedro Pablo Oliva en el museo de arte de Pinar del Río, su ciudad natal. La exhibición debe presentarse no obstante en La Habana y Miami en los próximos meses.
Oliva, premiado con los principales reconocimientos artísticos del país, entre ellos el Premio Nacional de Artes Plásticas, es uno de los pintores de la isla de más presencia local e internacional, sosteniendo su excelencia igual a nivel estético que de mercado. Sus obras han recorrido los circuitos de galerías más importantes del mundo y se han comercializado en las principales casas subastadoras en la categoría de arte latinoamericano.
En una carta pública a las autoridades culturales en Cuba, el artista, quien reside en Pinar del Río, cuestiona la decisión que le fue comunicada por el viceministro de cultura y se pregunta si sus reconocimientos tienen sentido cuando ni siquiera puede exhibir su trabajo en su ciudad natal. Oliva propone un panel de los principales artistas cubanos del momento para que revalúen si las distinciones otorgadas a él continúan teniendo el peso que se les atribuyó cuando se le entregaron.
Hasta aquí nada nuevo. La censura es siempre venática y fluctúa según se levante ese día el censor. Lo que realmente llama la atención es lo que el propio Oliva relata en su carta relativo a la consideración que se le tiene en las altas esferas de la política nacional. Escribe el artista que en una reunión con directivos y académicos de la provincia se presentó su cuadro "El Gran Apagón" como un ejemplo de la subversión del "enemigo".
"A ello se suman - continua Oliva- las continuas llamadas, por parte del oficial de la Seguridad del Estado que "atiende" el sector cultura en Pinar del Río, a nuestros amigos y colaboradores cercanos, con la intención de vigilar nuestra vida privada, creando, como es lógico, un clima de suspicacia con respecto a mí y a mi familia".
Este tipo de cosas ya no debía asombrarnos. Es una historia que se repite una y otra vez lo mismo con disidentes y opositores que con artistas y ciudadanos con opiniones en general. Tampoco es algo únicamente cubano. Pero en la isla pocas veces la censura ha cobrado el nivel de absurdo que en esta ocasión. Prohibir y espiar a Pedro Pablo Oliva es prohibir y espiar lo que queda de consciencia nacional en Cuba.
Ojalá esta pesadilla acabe pronto para el artista y su obra pueda ser apreciada como se debe en Pinar del Río y en otros lugares.