Barrio de La Habana
Cuba extenuada, sin tiempo para la tristeza
Por Carlos Cabrera Pérez |
Cuba está extenuada social y económicamente, y Raúl Castro y la oposición se han quedado sin tiempo para acometer las reformas estructurales que exigen la proximidad al precipicio, mientras el anterior jefe de Estado sigue empeñado en su miopía jesuítica y en un vano afán por reescribir la historia.
Las reformas estructurales exigen un consenso previo entre todas las sensibilidades políticas de la isla y el exilio, pero excepto con la Iglesia Católica y el exilio sinflictivo que apoya acríticamente las demandas de La Habana, el régimen ha sido incapaz de tender puentes con el arco político que se le opone pacíficamente e insiste en su caduca receta de que son agentes del enemigo.
La oposición y el exilio cubano -sujetos de permanente vilipendio y hostigamiento- tienen escaso eco en los cubanos por el miedo que genera una dictadura, la falta de recursos económicos y sus errores políticos, fruto de ambiciones a destiempo y provocados –parcialmente- por las internacionales Socialista, Demócrata Cristiana y Liberal que juegan a premiar a los más fieles a sus consignas.
Cambios económicos, cambios políticos
Una creencia generalizada y errónea de que cambios económicos provocan cambios políticos sigue estrellándose en Rusia, Viet Nam y China, donde sendas camarillas leninistas controlan el juego y contentan a la masa con migajas, tras crear castas políticas-militares.
En el caso cubano, está claro que la lucha contra la corrupción no incluye a los militares, que son la clase emergente y privilegiada mientras civiles como un ex viceministro del Azúcar reciben penas de cárcel de hasta 20 años. Esta impunidad táctica e impuesta, a la larga, se volverá contra los militares recién llegados a la moneda dura y que a través de la corporación Gaviota intentan el control de todo el negocio turístico.
Por tanto, una transición ordenada y pacífica hacia la democracia exige consenso político previo entre todos los implicados que -entre otras cosas- adopte medidas para amortiguar los efectos sobre los más desvalidos: ancianos, enfermos crónicos, negros y mestizos, mujeres y familias monoparentales femeninas.
La democracia no debe llegar a La Habana de la mano del FMI, el Banco Mundial y de los adoradores ciegos del mercado, como regulador único de las sociedades; sino como fruto de un gran pacto nacional que promueva la justicia social, un sistema de precios y la puesta del capital humano creado por el castrismo al servicio de Cuba y de los cubanos.
Jama, ébola, dengue y escape
¿Era necesario apartar a manotazos a casi todos los fidelistas y sustituirlos por la guara raulista y militares subalternos? Quizá para emprender una reforma de calado; sí, pero ocho años después el espíritu del vaso de leche sigue siendo una parábola, porque Cuba continúa padeciendo un sistema de doble moneda, un 25% de pobres (según estadísticas oficiales), el petróleo sigue sin brotar y los nuevos retos se llaman Jama, Ébola, Chukunguya, Cólera, Dengue y emigración constante por mar y aire.
Si la llegada de Hugo Chávez al poder y los acuerdos de colaboración bilateral sepultaron el penúltimo intento de los empresarios cubanos con carné del Partido Comunista de Cuba (PCC) por trabajar a favor de la independencia económica, la sobrevida de Fidel Castro, tras superar varias crisis que lo pusieron al borde de la muerte, neutralizó los intentos raulistas de acometer las reformas de verdad.
La Primavera Árabe, el asesinato de Muamar el Gadaffi y el abandono de Washington a su aliado egipcio Hosni Mubarak, pateando el tablero del Medio Oriente en el momento más complicado de su historia, también deben haber influido en el ánimo del gobernante cubano.
La Habana no puede quejarse esta vez ni siquiera de la actitud de Washington que ha preferido una política de bajo perfil, pero que privilegia la cordialidad sobre el caduco discurso de la agresividad a cambio de que el raulato garantice que Venezuela no estalle, que los mantenga informados de las conversaciones de paz para Colombia, y que ayude en el combate contra el narcotráfico y la inmigración ilegal.
El telepredicador insaciable
Pero resulta terrible que esta partida de ajedrez se juega sobre una isla que lleva meses bordeando una situación más grave aún que la crisis de los años 90 del pasado siglo, cuando Cuba perdió el 45% de su PIB (según cifras oficiales), pero mantenía intacta su entonces “Reserva de guerra”, made in URSS, que sirvió para paliar algo el hambre de los cubanos en aquellos años sin jugos para Descember Peor, que todavía no estaba en la Yuma.
Un vistazo a la disparatada penúltima reflexión de Fidel Castro revela la bicefalia política que padece el castrismo: un administrador sensato y sin carisma, que se jubilará frustrado, y un telepredicador carismático, que morirá a punto de convertir el revés en victoria.
La herencia castrista será complicada de administrar en un país exhausto, pesimista, receloso y erróneo en su creencia de que todo lo de afuera es mejor que lo propio. Un país sin tiempo siquiera para la tristeza.
De momento, la Curia parece llevar ventaja, porque en una reciente visita de Jaime Ortega a Raúl Castro, el cardenal católico expresó su sorpresa ante numerosas oficinas vacías y cerradas en la planta noble de palacio, a lo que el gobernante revolucionario respondió: Te las alquilo, Jaime.