Cañonazos contra las palmas reales
Arrasaron frutales, contaminaron ríos, destruyeron la fauna costera con pedraplenes, y ahora hablan de proteger el medio ambiente
Por José Hugo Fernández | La Habana, Cuba |
En su libro “Amigos que ya no están”, Luis Báez, amanuense de nómina para la dictadura cubana, reproduce un testimonio del general de división Néstor López Cuba, donde éste da cuenta de la manera en que Fidel Castro y él se entretenían tumbando a cañonazos las palmas reales (considerado nuestro árbol nacional), en la zona de Managua, muy cerca de La Habana. Allí, aseguraba López Cuba como quien cuenta un chiste, no quedó una palma en pie.
Coincidentemente, en aquella misma zona de Managua está ubicada la finca Alcona, feudo personal de Guillermo García Frías, uno de los llamados “Comandante de la Revolución”, donde corre en grande el dinero de magnates nacionales y turistas extranjeros en las apuestas por las peleas de gallos, prohibidas para los cubanos corrientes, pero que allí campean en un emporio de ilicitudes, no sólo con el visto bueno del régimen, sino incluso con el apoyo de fuerzas armadas destinadas a preservar la tranquilidad durante el sangriento juego.
Entrada a la finca del comandante Guillermo García
El prestigioso opositor Guillermo Fariñas ha dejado constancia escrita de su participación (durante el servicio militar) como miembro del Batallón de Protección a esta Valla de gallos en Managua, frecuentada por generales y comandantes. Por cierto, en su entrada hay un letrero que la anuncia como Club Gallístico Deportivo. Todo un aporte de jerga a la subcultura cantinflesca de América Latina.
Por lo demás, son del dominio público, dentro y fuera de la Isla, innumerables catástrofes ecológicas ocurridas aquí en los últimos decenios: desde el arrasamiento de los árboles frutales que tuvo lugar en la periferia capitalina, a raíz de aquel bestial proyecto al que nombraron “Cordón de La Habana”, hasta los Pedraplenes, destructores de fauna y flora costeras. Desde la importación de la Claria, pez asiático que depreda todo lo vivo en nuestros ríos y lagunas, hasta los 50 focos, reconocidos por las propias fuentes oficiales, que hoy contaminan las aguas (otrora potables) de la habanera cuenca del Almendares, vertiendo inmundicias de diversas industrias, almacenes, talleres, unidades de salud, vaquerías y establecimientos de comercio, entre otras entidades del régimen.
Y ahora resulta que han mutado para defensores de la ecología y los derechos de los animales, por más que aún no se animen a reconocer el derecho de las Damas de Blanco a caminar pacíficamente por las calles con gladiolos en las manos.
Hace pocos días, la Mesa Redonda dedicó uno de sus programas a “El maltrato contra los animales”. Al anunciarlo, el 30 de octubre, Granma Internacional dejaba algunas preguntas en el aire, entre ellas: ¿Tienen derecho los seres humanos a maltratar a otras especies vivas? ¿Cuánto se daña a sí mismo quien abusa de los animales? Luego, durante la emisión del programa, los panelistas invitados, entre los que estaba María Gloria Vidal, presidenta de la Comisión Nacional de Bienestar Animal, dejaron dicho que el maltrato a los animales no consiste sólo en darles golpes; también en no permitirle que actúen a tono con su comportamiento esencial, según la especie a que pertenezcan.
¿Estarían dirigidas las preguntas de Granma a Guillermo García y a los militarotes peleadores de gallos en la finca Alcona? Cuando los panelistas de la Mesa Redonda abogaban porque se les permita a los animales actuar a tono con su comportamiento esencial, ¿no les habrá venido a colación ni por un segundo la especie de bípedos racionales que conformamos los ciudadanos de la Isla?
Con anterioridad, también la Mesa Redonda había dedicado una emisión a los esfuerzos que desarrolla el régimen por la preservación del medio ambiente. Se habló allí de la Ley No.81 de Medio Ambiente, aprobada en 1997, y notable por sus insuficiencias y mediocridades -tal vez por eso se viola diariamente, a toda hora. Y a tenor, Jorge Álvarez, con un cargo que deja sin oxígeno a cualquiera (Director del Cuerpo de Inspección y Control de la Oficina de Regulación Medioambiental y Seguridad Nuclear del Ministerio Ciencia, Tecnología y Medioambiente), dijo que es objetivo de la estrategia ambiental cubana indicar las vías más idóneas para preservar y desarrollar los logros ambientales alcanzados por la Revolución. ¿Estaría pensando en los Pedraplenes o en el Cordón de La Habana o en los 50 focos de la cuenca del Almendares?
“Exigimos una campaña legal contra quienes propagan mentiras políticas deliberadas y las diseminan a través de la prensa”. Esto no se dijo en la Mesa Redonda ni en Granma, pero también pudieron haberlo dicho y luego quedarse tan frescos, pues, de hecho, lo dijo Adolf Hitler, en 1920, refiriéndose, claro, a los demás.