Es necesario un apoyo adicional, un acompañamiento
durante su desarrollo y que la familia «entienda y acepte lo que está pasando»
Los niños transgénero muestran rasgos de su identidad sexual a partir de los 4 o 5 años
EUROPA PRESS / La Voz de Galicia
Los menores transgénero empiezan a manifestar los rasgos de su identidad sexual a una edad muy temprana, en torno a los 4 o 5 años de edad, aunque sus familias no lo reconocen hasta bastante tiempo después, según el psiquiatra infantil José Luis Pedreira Massa, uno de los coordinadores de la I Jornada La Transexualidad en la Infancia y la Adolescencia, que se celebra este sábado en la Clínica La Luz de Madrid.
«A los niños hay que saber escucharles, no sólo oírles», según este experto, que ha defendido que la transexualidad no debe considerarse una enfermedad sino una identidad sexual ante la que hay que actuar para evitar que los niños sufran problemas en su desarrollo físico y psicológico.
Para ello, es necesario un apoyo adicional, un acompañamiento durante su desarrollo y que la familia «entienda y acepte lo que está pasando». «Cuando un niño no quiere estar nunca con niños ni jugar con ellos al fútbol u otras cosas, cuando constantemente nos dice que se quiere poner vestidos, le gusta estar siempre con niñas o habla siempre de sí mismo en femenino podemos estar ante un caso de transexualidad; y viceversa si se trata de una niña», destaca el doctor Pedreira.
En el ámbito psicológico, estos niños y adolescentes pueden ser fácilmente víctimas de aislamiento social, sufrir ansiedad y sentimiento de culpa, y por ello es necesario el asesoramiento de profesionales de la psiquiatría y la psicología.
Y una vez llegada la adolescencia, se debe optar por un tratamiento hormonal adecuado para inhibir el desarrollo hormonal que no se corresponde con la identidad sexual de la persona.
«Se trata de inhibir la acción de los andrógenos, si se trata de una persona nacida varón, o los estrógenos, en el caso de una persona que ha nacido con sexo femenino pero en realidad se siente un hombre», asegura el especialista.
Superar la barrera de la incomprensión
En el ámbito social, el doctor Pedreira pone de relieve que existe todo un abanico de obstáculos para los menores transgénero, desde la incomprensión de muchas de las familias y de sus compañeros de clase hasta la marginación de que muchas veces pueden ser objeto estas personas cuando no cuentan desde el principio con las herramientas necesarias para asegurar su pleno desarrollo.
«Por todo esto es muy importante identificar lo antes posible que estamos ante un menor transexual, ya que el objetivo de todos, familia y especialistas, debe ser que ese niño o adolescente tenga una vivencia normalizada de su condición sexual y pueda desarrollarse plenamente como persona sin que su identidad sexual sea un obstáculo para ello», concluye el doctor Pedreira.
En el curso también se abordarán los problemas sociales y legales a los que se enfrentan estas personas en España, sobre todo de la mano de los representantes de asociaciones de familias de menores transexuales, y se hablará de las numerosas lagunas legales a la hora de reconocer los derechos de estas personas, además de escasos recursos sanitarios para atender sus necesidades.
Hace pocas meses, la historia de un nene de seis años que quería ser nena acaparó las tapas de los diarios, los noticieros de la noche y los magazines de la tarde en la TV argentina. Su madre logró algo inédito en el país y en Latinoamérica: por primera vez, sin intervención de la Justicia, le dieron el documento con un cambio de sexo a una persona de tan corta edad.
El caso de Lulú, como se la llamó para resguardar su identidad, tiene muchas similitudes con el de Coy Mathis, que también ganó una batalla legal este año en Estados Unidos. Como Lulú, Coy tiene 6 años, nació varón, pero nunca se sintió identificado como tal. También acompañado por su familia, en junio consiguieron que la Corte de Colorado fallara a su favor y Coy pudiera utilizar el baño de niñas de su escuela, donde lo querían obligar a ir al de varones aunque su identificación emitida por el estado de Colorado la reconoce como una nena.
Tanto en Estados Unidos como en la Argentina, los casos de Coy y Lulú dispararon encendidos debates. Respecto a Lulú, las voces disidentes se alzaron cuestionando la verdadera construcción de su identidad que puede tener un niño de seis años y hasta qué punto ese deseo de ser nena era suyo o de su mamá. “Me dolió mucho escuchar ciertos comentarios en la televisión: llegaron a decir que yo inducía a mi hija a ser nena. Yo invito a cualquier mamá que tiene un nene de 4, 5 o 6 años, a que le ponga un vestido, lo saque a la calle y le cambie el nombre, a ver cuánto tiempo ese nene tolera que cambien su identidad. Mi nena no sólo sale a la calle, va al jardín y pide que se la respete”, dijo Gabriela Mansilla, su madre, al diario Página 12, el primer medio argentino que contó la historia de Lulú.
Lulú y Coy son chicos transgénero. Una expresión que muchos escucharon por primera vez a partir de estos casos, y un tema que -al menos en la Argentina- comenzó a tener visibilidad a partir de la aprobación el año pasado de la Ley de Identidad de Género, que permite que cualquier persona pueda modificar en su documentación el género con el que lo anotaron por el género con el que se autopercibe. Hasta ahora hubo varios casos de adultos que lo hicieron, algunos incluso famosos, pero nunca un chico tan pequeño. Y eso es lo que como padres desconcierta y, por qué no admitirlo, inquieta. ¿Si mi hijo me saca los vestidos y los tacos significa que será homosexual? ¿Tengo que preocuparme si mi hija no quiere sus muñecas y prefiere jugar a la lucha? Que levante la mano quien nunca tuvo un pensamiento de este tipo.
El sexo es biológico e incluye componentes genéticos y hormonales. El género es el estado social que nos identifica y tiene que ver con las expectativas de la sociedad sobre el comportamiento de esa persona en función de si nació varón o mujer. La identidad de género es cómo cada persona se siente con respecto a su género o, como también se dice, de qué manera se autopercibe.
Ahora bien… ¿puede un nene de 2, 3 o 4 años autopercibirse como nena? Según los especialistas en el tema sí, pero alertan que el hecho de que un varón use la ropa de mamá o a una nena no le gusten las princesas, no significa que estamos hablando de un chico transgénero como Lulú o Coy. “Un niño de 2 años no tiene aún la suficiente capacidad de maduración mental para discriminar por sí mismo las diferencias de género y en esta etapa la mirada de los padres tiene un valor constituyente. No es nada infrecuente que los niños desarrollen interés por roles del diferente al sexo que poseen sin que esto implique un pronunciamiento categórico acerca de una definición sexual”, asegura Harry Campos Cervera, médico psiquiatra de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Y aclara algo importante: la mirada y la significación de los padres es lo que le otorga un valor a estos hechos que el chico, desde una expresión de juego, no le da.
“Que un niño varón no juegue al futbol o al rugby, o que lo encuentren jugando con su hermana a las muñecas o poniéndose los zapatos de taco de mamá, suele preocupar a los padres. Lo mismo una niña que no juegue a ser princesa y trepe con sus primos varones a los árboles. Es bueno entender que los niños tienen intereses diferentes, exploran y aprenden cambiando de roles, jugando a ser otros. Estas conductas son esperables y no deben ser motivo de preocupación”, agregan Adriana Marcela López y Emilia Canzutti, psicólogas de Momento Cero, un equipo especializado en primera infancia.
Todos los expertos coinciden en que, ante estas actitudes de nuestros hijos, tenemos que evitar asustarnos y perder la perspectiva. Sin embargo, también advierten que si observamos en ellos comportamientos, actitudes o sentimientos que no comprendemos, es conveniente una consulta profesional para entenderlos y, llegado el caso, saber cómo ayudarlos.