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General: El presidente Obama impedirá deportación de millones de inmigrantes
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 21/11/2014 04:48
“La inmigración nos define como país”independancia
El presidente anuncia medidas que garantizan
por tres años la no deportación de la mitad de los indocumentados
  
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El presidente Barack Obama anuncia acciones ejecutivas sobre
inmigración durante un discurso en la Casa Blanca el jueves 20 de noviembre de 2014.
 
independanciaEn una apasionado mensaje a la nación, Barack Obama anunció esta madrugada su esperada decisión de no deportar a cerca de cinco millones de inmigrantes ilegales, la mitad de los que residen en el país. «Son parte de la vida americana; somos y siempre seremos una nación de inmigrantes», dijo.
 
Barack Obama partió esta noche las aguas y avanzó en una dirección que no deseaba pero que resultó ser la única senda abierta para salvar parte de la palabra comprometida con un grupo que representa el 17% de la población de Estados Unidos: 54 millones, más de 25 con derecho a voto. Con su decisión de dar la espalda a un Congreso que ha lastrado su presidencia y que le ha condenado a no firmar ninguna ley de calado a excepción de la reforma sanitaria- que sigue sufriendo embates-, el presidente de Estados Unidos ponía fin a una batalla para iniciar la guerra.
 
Con frustración maquillada de elegancia, Obama se dirigió a la nación en un simbólico horario de máxima audiencia, simbólico ya que ninguna de las tres grandes cadenas de televisión optó por ofrecer el discurso presidencial en una noche –la del jueves- cargada de series y espectáculos millonarios en dólares, publicidad y espectadores. Tan solo Univisión retransmitió en directo las palabras del mandatario, para lo que tuvo que dar el alto durante 14 minutos y 57 segundos a la retransmisión de los Grammys Latinos –así se hace historia-.
 
Como si de un corrido se tratara, el presidente contó una historia. La historia de un país que desde hace más de 200 años tiene la tradición de recibir inmigrantes de todas las partes del mundo, lo que beneficia a Estados Unidos. "La inmigración nos define como país", dijo Obama. Y como en todo buen corrido, hubo partes trágicas, amores no correspondidos, lágrimas y hasta moraleja.
 
Obama se dirigió a la nación en un simbólico horario de máxima audiencia, simbólico ya que ninguna de las tres grandes cadenas de televisión optó por ofrecer el discurso presidencial
El presidente recordó que este país, la nación que fue creada por gentes llegadas de fuera, tiene hoy su sistema de inmigración roto, con 11 millones de personas viviendo en las sombras. “Cuando llegué a la Casa Blanca me comprometí a arreglar el sistema”, dijo Obama, que abrió la exposición de la narración refiriéndose a la seguridad de la frontera, para neutralizar, de entrada, a quienes creen que con la palabra emigrante solo rima delincuencia. “Durante los últimos seis años, las entradas ilegales se han reducido a la mitad”, informó el hombre que, además, ha sido calificado por los activistas proinmigración como “deportador en jefe”.
 
En este punto, Obama hizo una referencia a la grave crisis humanitaria vivida en la frontera el pasado verano tras la llegada a EEUU de miles de menores sin compañía de un adulto. “Sin embargo, el número de gente que intenta cruzar la frontera de forma ilegal se encuentra hoy en su nivel más bajo desde la década de los setenta”, matizó Obama.
 
Recurriendo entonces a sus dotes más didácticas, propiciando un ‘in crescendo’ y tras declarar que el Congreso se había convertido en un muro infranqueable para su ambiciosa ley de reforma –que hubiera abierto el camino a la ciudadanía para millones de indocumentados-, Obama dijo que como presidente tenía la autoridad para tomar acciones ejecutivas y eso es lo que iba a hacer.
 
-“Primero, seguiremos dotando a la frontera de más recursos”.
 
El presidente recordó que este país, la nación que fue creada por gentes llegadas de fuera, tiene hoy su sistema de inmigración roto, con 11 millones de personas viviendo en las sombras
-“Segundo, se hará más sencillo para los inmigrantes con estudios, empresarios y de alto perfil quedarse y contribuir a nuestra economía”.
 
-“Tercero, daremos los pasos necesarios para tratar de forma responsable con los millones de inmigrantes sin papeles que ya viven en nuestro país”.
 
El tercer punto es en el que el presidente quiso extenderse. Fue ese el asunto en el que se transformó, de repente, en el profesor Obama. Aunque antes de hacerlo, se vistió el traje de hombre de consenso y recordó las palabras que solía decir quien antes ocupó su cargo respecto a los inmigrantes que hacen posible el día a día de EEUU. “Como dijo una vez mi predecesor, el presidente Bush: “Son parte de la vida americana”.
 
Obama concentró el nudo de su acción ejecutiva como sigue: “Si usted ha estado en América durante más de cinco años; si usted tiene hijos que son ciudadanos americanos o residentes legales; si usted se registra, pasa un control de antecedentes y está dispuesto a pagar una parte justa de los impuestos que le corresponden; usted podrá quedarse en este país de forma temporal, sin miedo a ser deportado. Usted puede salir de las sombras y hacer las paces con la ley”.
 
No hubo acompañamiento musical. Pero Obama acababa de abrir la madre de todas las batallas, la cruzada que puede llevar a que en poco más de dos semanas los republicanos amenacen con un nuevo cierre del Gobierno como represalia por su actuación. Quedaba sobre la mesa el asunto que definirá los dos próximos años y que entrará en el primero de quien sea el nuevo mandatario de EEUU en 2017.
 
Se que muchos de los que critican la acción que estoy tomando lo llaman amnistía. Pues bien, no lo es”
 
Barack Obama
Era consciente de ello. Lo sabe. Razón por la que contraatacó con su habitual dosis de bipartidismo y memoria histórica. “Las acciones que estoy tomando no sólo son legales, son los tipos de medidas adoptadas por cada presidente republicano y cada presidente demócrata durante el último medio siglo. Y para aquellos miembros del Congreso que cuestionan mi autoridad para hacer que nuestro sistema de inmigración funcione mejor, o cuestione mi juicio de actuar en donde el Congreso ha fallado, yo tengo una respuesta: Aprueben una ley”.
 
Estaba todo dicho. Obama acababa de poner la pelota en la cancha republicana. Había movido ficha. Se había rebelado ante la inacción e incluso preguntó si acaso EEUU era una nación que toleraba la hipocresía, dejando que trabajadores ilegales recogieran la fruta e hicieran las camas mientras se miraba para otro lado.
 
“Se que muchos de los que critican la acción que estoy tomando lo llaman amnistía”, dijo el presidente. “Pues bien, no lo es”, sentenció. “Amnistía es el sistema que tenemos hoy, en el que millones de personas viven aquí sin pagar impuestos o estar al día con la ley, mientras los políticos usan el asunto para asustar a la gente y obtener votos en las elecciones”.
 
“Esa es la verdadera amnistía, dejar el sistema como está, roto”, continuó, dominando ya a la audiencia que a las puertas de la Casa Blanca le daba las gracias con pancartas.
 
“La amnistía general sería injusta. La deportación total sería a la vez imposible y contraria a nuestro carácter como nación. Lo que estoy describiendo es responsabilidad, abordar el tema con sentido común y llegando a un justo medio: Si usted cumple con los criterios, puede salir de las sombras y estar dentro de la ley. Si usted es un criminal, sera deportado. Y sepa que si está pensando en entrar en EEUU ilegalmente, han aumentado las posibilidades de que sea capturado y enviado de regreso”.
 
Si Obama fuera hombre de Ejército, la moraleja habría sido: “Señores republicanos, se han metido con el marine equivocado”.
 
“Gracias, presidente Obama”
S. AYUSO
 
A Henry Hernández no le cabía la noche del jueves la sonrisa en la cara. Pese al intenso frío, permaneció apostado frente a la Casa Blanca mientras el presidente estadounidense Barack Obama anunciaba las medidas ejecutivas que regularizarán temporalmente a casi cinco millones de indocumentados. Entre sus manos enguantadas aferraba una bandera estadounidense y una vela.
 
“Es una alegría, una emoción, una felicidad, estamos muy agradecidos al presidente Obama”, señaló este “orgullosamente” guatemalteco que “como millones” de personas vive indocumentado en el país y que espera poder beneficiarse de la acción ejecutiva decretada por el mandatario demócrata a falta de acción en el Congreso.
 
Junto a él, alrededor de un centenar de inmigrantes y activistas acudieron la noche del jueves a celebrar frente a la residencia de Obama el anuncio que llevaban años esperando. El mensaje lo resumían en las pancartas que agitaban entre gritos de “¡sí se pudo!” y “¡lo logramos!”: “Gracias, presidente Obama”, era el mensaje unánime de los carteles.
 
“Nos sentimos halagados y le damos gracias al presidente. ¡Lo hemos esperado por tanto tiempo!”, exclamaba Nelson, un salvadoreño que logró hace apenas un mes la ciudadanía, pero que quiso acercarse a la Casa Blanca para mostrar solidaridad con tantos compatriotas que aún esperan sus papeles.
 
Tanto él como Hernández son conscientes de que las medidas de Obama no son más que un paliativo y que la verdadera acción debe producirse en el Congreso, el único capaz de redactar una ley migratoria integral.
 
Así lo expresaba también desde las redes sociales alguien que podría tener que acabar el camino ahora abierto por Obama, su ex secretaria de Estado y potencial candidata presidencial demócrata Hillary Clinton.
 
“Gracias POTUS (acrónimo de presidente de EE UU) por tomar la acción frente la inacción. Ahora es tiempo de una reforma permanente bipartita”, tuiteó Clinton.
 
Desde la Casa Blanca, los activistas prometían que también seguirán “en la lucha” hasta que el Congreso responda. “Pero por lo menos esta noche vamos a celebrar”, señaló Nelson.
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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: administrador2 Enviado: 21/11/2014 04:50
independanciaPor: La Casa Blanca
"Discurso del Presidente Barack Obama a la Nación sobre Inmigración"
 
Conciudadanos, esta noche, me gustaría hablarles acerca de la inmigración.
 
Durante más de 200 años, nuestra tradición de acoger a los inmigrantes de todo el mundo nos ha dado una enorme ventaja sobre otras naciones. Nos ha mantenido jóvenes, dinámicos y emprendedores. Ha modelado nuestro carácter como pueblo con posibilidades ilimitadas, personas no atrapadas por nuestro pasado, sino capaces de reinventarnos como queramos.
 
Pero hoy en día, nuestro sistema de inmigración no funciona, y todos lo saben.
 
 Las familias que entran en nuestro país de la manera correcta y respetan las reglas ven como otros las incumplen. Los dueños de negocios que ofrecen a sus trabajadores buenos salarios y beneficios ven a la competencia explotar inmigrantes indocumentados pagándoles mucho menos. A todos nosotros nos ofende que cualquiera se lleve todas las recompensas de vivir en Estados Unidos sin cumplir con las responsabilidades que acarrea vivir en Estados Unidos. Y los inmigrantes indocumentados que desesperadamente quieren abrazar esas responsabilidades no ven más opción que permanecer en las sombras, o arriesgarse a que sus familias se vean separadas.
 
Ha sido así durante décadas. Y durante décadas, no hemos hecho mucho al respecto.
 
Cuando asumí el cargo, me comprometí a arreglar este sistema de inmigración que no funciona. Y empecé haciendo lo que pude para asegurar nuestras fronteras. Hoy en día, contamos con más agentes y tecnología desplegados para asegurar nuestra frontera sur que en cualquier otro momento de nuestra historia. Y en los últimos seis años, los cruces ilegales de la frontera se han reducido en más de la mitad. A pesar de que este verano, hubo un breve repunte en los niños no acompañados que se aprehendieron en nuestra frontera, el número de esos niños es ahora en realidad menor de lo que ha sido en casi dos años. En general, el número de personas que tratan de cruzar nuestra frontera ilegalmente está en su nivel más bajo desde la década de los 70. Esos son los hechos.
 
Mientras tanto, he trabajado con el Congreso en una solución integral, y el año pasado, 68 demócratas, republicanos e independientes se unieron para aprobar un proyecto de ley bipartidista en el Senado. No era perfecto. Era un compromiso, pero reflejaba el sentido común. Habría duplicado el número de agentes de la patrulla fronteriza, mientras ofrecía a los inmigrantes indocumentados un camino hacia la ciudadanía si pagaban una multa, comenzaban a pagar impuestos y volvían  al final de la fila. Y expertos independientes dijeron que ello ayudaría a crecer nuestra economía y reducir nuestro déficit.
 
Si la Cámara de Representantes hubiese permitido a ese tipo de proyecto de ley una simple votación a favor o en contra, habría sido aprobado con el apoyo de ambos partidos, y hoy en día sería la ley. Pero durante un año y medio, los líderes republicanos de la Cámara se han negado a permitir esa simple votación.
 
Sigo creyendo que la mejor manera de resolver este problema es trabajar juntos para aprobar ese tipo de ley de sentido común. Pero hasta que eso ocurra, hay medidas que tengo la autoridad legal para tomar como Presidente –los mismos tipos de medidas adoptadas por presidentes demócratas y republicanos antes que yo- que ayudarán a que nuestro sistema de inmigración sea más justo y más adecuado.
 
Esta noche, estoy anunciando esas medidas.
 
En primer lugar, construiremos sobre nuestro progreso en la frontera con recursos adicionales para nuestras fuerzas del orden público para que puedan detener el flujo de cruces ilegales, y acelerar el retorno de aquellos que crucen.
 
En segundo lugar, haré que sea más fácil y más rápido para los inmigrantes altamente cualificados, licenciados y empresarios quedarse y contribuir a nuestra economía, como han propuesto muchos líderes empresariales.
 
En tercer lugar, tomaremos medidas para hacer frente de manera responsable a los millones de inmigrantes indocumentados que ya viven en nuestro país.
 
Deseo decir algo más acerca de este tercer asunto, ya que genera más pasión y controversia. A pesar de que somos una nación de inmigrantes, también somos una nación de leyes. Los trabajadores indocumentados incumplieron nuestras leyes de inmigración, y creo que deben rendir cuentas -especialmente aquellos que pueden ser peligrosas. Por eso, en los últimos seis años, las deportaciones de delincuentes han aumentado hasta un 80 por ciento. Y es por eso que vamos a seguir concentrando los recursos de aplicación del orden público en las amenazas reales a nuestra seguridad. En los delincuentes, no en las familias. En los criminales, no en los niños. En los miembros de pandillas, no en una madre que está trabajando duro para mantener a sus hijos. Daremos prioridad, como lo hace cada día la aplicación de ley.
 
Pero incluso mientras nos centramos en la deportación de criminales, el hecho es que millones de inmigrantes -en todos los estados, de toda raza y nacionalidad- todavía vivirán aquí ilegalmente. Y seamos honestos -rastrear, detener y deportar a millones de personas no es realista. Cualquiera que sugiera lo contrario no está siendo sincero. Tampoco es lo que somos como personas que viven en Estados Unidos. Después de todo, la mayoría de estos inmigrantes han estado aquí mucho tiempo. Trabajan duro, a menudo en empleos difíciles y de baja remuneración. Mantienen a sus familias. Rezan en nuestras iglesias. Muchos de sus hijos han nacido en Estados Unidos o han pasado aquí la mayor parte de sus vidas, y sus esperanzas, sueños y patriotismo son los mismos que los nuestros.
 
Como mi predecesor, el Presidente Bush, dijo hace tiempo: “Son parte de la vida de Estados Unidos”.
 
Ahora, la cuestión es esta: esperamos que la gente que vive en este país siga las reglas. Esperamos que aquellos que se meten en la fila  no serán recompensados injustamente. Así que vamos a ofrecer lo siguiente: Si usted ha estado en Estados Unidos por más de cinco años; si tiene hijos que son ciudadanos de EE. UU. o residentes legales; si se inscribe, se comprueba que no tiene antecedentes penales, y está dispuesto a pagar la parte de impuestos que le corresponde, entonces podrá pedir quedarse en este país de manera temporal sin temor a ser deportado. Podrá salir de la oscuridad y tener todo en regla.
 
De eso se trata esta oportunidad. Ahora, aclaremos lo que no se ofrecerá. No será aplicable para nadie que haya entrado a este país en fecha reciente. No será aplicable para nadie que venga a Estados Unidos de manera ilegal en el futuro. No otorga ciudadanía ni el derecho de quedarse aquí de manera permanente  ni ofrece los mismos beneficios que reciben los ciudadanos – sólo congreso lo puede hacer. Lo único que estamos ofreciendo es no deportarlo.
 
Sé que algunas personas que critican esta medida la llaman amnistía. Sin embargo, no lo es. Amnistía es el sistema de inmigración que tenemos hoy en día: millones de personas que viven aquí sin pagar sus impuestos ni acatar las leyes, mientras que los políticos  utilizan este problema para asustar a la gente y acumular votos en tiempo de elecciones.
 
Eso es la verdadera amnistía: dejar este sistema que no funciona como está. Una amnistía masiva sería injusta, pero una deportación masiva sería tanto imposible como contraria a nuestro carácter. Lo que estoy describiendo en este momento es responsabilidad; una estrategia con mucho sentido que alcanza un punto medio: Si reúne las condiciones, puede salir de las sombras y hacer todo conforme a la ley. Si es un delincuente, será deportado. Si tiene pensado entrar a Estados Unidos de manera ilegal, acaban de aumentar las posibilidades de que lo capturen y envíen de regreso.
 
Las medidas que estoy tomando no solamente son legítimas, sino que son el tipo de medidas que cada uno de los presidentes republicanos y demócratas ha tomado en la última mitad del siglo. Tengo una sola respuesta para aquellos integrantes del Congreso que cuestionan mi autoridad para lograr que nuestro sistema migratorio funcione mejor, o cuestionan mi sensatez en actuar cuando el Congreso no lo hizo: Aprueben un proyecto de ley. Quiero colaborar con ambos partidos para que se apruebe una solución legislativa con mayor permanencia. Las medidas que tomo ahora ya no serán necesarias  el día en que firme ese proyecto de ley. Mientras tanto, no permitan que un desacuerdo en cuanto a un solo problema sea el motivo de ruptura  con respecto a todos los problemas. Así no es como funciona nuestra democracia, y no hay duda alguna del Congreso no debería cerrar de nuevo nuestra administración simplemente porque no estamos de acuerdo en esto. Las personas que viven en Estados Unidos están cansadas de que todo se paralice. Lo que he  necesita nuestro país de nosotros en este momento es un objetivo común: un propósito superior.
 
La mayoría de las personas que viven en EE. UU. apoyan los tipos de reformas de las que hemos hablado esta noche. No obstante, entiendo la disconformidad que algunos de ustedes en casa. Millones de nosotros, incluido yo mismo, descendemos de familias que han estado en este país por generaciones, tenemos ancestros que trabajaron muy duro para ser ciudadanos. De manera que no nos gusta la noción de que cualquiera pueda obtener un pase gratis para ser ciudadano de Estados Unidos. Sé que a algunos les preocupa que la migración cambiará el tejido que nos caracteriza, o que habrá menos trabajos, o que perjudicará más a las familias de clase media en un momento en el que ya sienten que no les ha ido muy bien por más de una década. Tengo presentes sus inquietudes. Sin embargo, estas medidas no ocasionarán lo anterior. Nuestra historia y los hechos muestran que los inmigrantes son una ventaja neta para nuestra economía y nuestra sociedad. Así que creo que es importante  que todos de nosotros tengamos este debate sin poner en duda el carácter del otro.
 
Porque a pesar de todos los desacuerdos en Washington, tenemos que recordar que este debate se trata de algo más grande. Se trata de lo que somos como país, y que queremos ser para las generaciones futuras.
 
¿Somos una nación que tolera la hipocresía de un sistema en el que los trabajadores que recogen nuestra fruta y que tienden nuestras camas nunca tienen la oportunidad de estar bien con la ley? ¿O somos una nación que les da una oportunidad de compensar, asumir responsabilidad, y dar un mejor futuro a sus hijos?
 
¿Somos una nación que acepta la crueldad de alejar a los niños de los brazos de sus padres? ¿O somos una nación que valora las familias, y trabaja para mantenerlos juntos?
 
¿Somos una nación que educa a los mejores y más brillantes en nuestras universidades del mundo, solo para enviarlos a casa para crear empresas en los países que compiten contra nosotros? ¿O somos una nación que fomenta que se queden para crear trabajos, empresas e industrias aquí en Estados Unidos?
 
De eso se trata este debate. Necesitamos algo más que política cuando se trata de la inmigración; necesitamos debate congruente, reflexivo y compasivo que se enfoca en nuestras esperanzas, no nuestros miedos.
 
Sé que la política de este tema conlleva varias dificultades. Pero permítanme decirles por qué he llegado a sentirme tan fuertemente sobre este tema. En los últimos años, he visto la determinación de los padres inmigrantes que trabajaban dos o tres trabajos, sin recibir ni un centavo del gobierno, y en de riesgo en todo momento de perderlo todo, solo para construir una mejor vida para sus hijos. He visto la angustia y la ansiedad de los niños cuyas madres podrían ser alejadas de ellos por no tener la documentación adecuada. He visto la valentía de los estudiantes que, a excepción de las circunstancias de su nacimiento, son tan estadounidense como Malia o Sasha, valientemente salen como indocumentados con la esperanza de poder hacer una diferencia en un país que aman. Estas personas, nuestros vecinos, nuestros compañeros, nuestros amigos, no vinieron aquí de oportunistas o para obtener una vida fácil. Ellos vinieron a trabajar, estudiar, y servir en nuestras fuerzas armadas, y sobre todo, contribuyen al éxito de Estados Unidos.
 
Mañana, viajaré a Las Vegas y me reuniré con algunos de estos estudiantes, incluyendo una joven mujer llamada Astrid Silva. A Astrid la trajeron a Estados Unidos cuando tenía cuatro años de edad. Sus únicas posesiones eran una cruz, su muñeca y su vestido con volantes que llevaba puesto – un vestido que su madre ha hecho. Cuando comenzó la escuela, no hablaba nada de inglés. Para ponerse al nivel de los otros niños, ella leía el periódico y miraba PBS; y así se convirtió en una buena estudiante. Su padre trabajaba como jardinero. Su madre limpiaba la casa de otras personas. Ellos no la dejaban presentar a Astrid una solicitud para ingresar a una escuela especializada de tecnología por temor a que los trámites revelaran que ella era un inmigrante indocumentada; por lo que ella presentó la solicitud a espaldas de sus padres e ingresó. Sin embargo, ella generalmente vivió en las sombras, hasta que su abuela, quien venía de visita todos los años desde México, falleció y ella no pudo viajar al funeral sin el riesgo de ser descubierta y deportada. Fue en ese momento que decidió abogar por ella misma y por otros como ella; y hoy Astrid Silva está un estudiante de colegio trabajando para obtener su tercer título.
 
¿Somos una nación que echa a un inmigrante esperanzado que se esfuerza como Astrid o somos una nación que encuentra una manera de darle la bienvenida?
 
Las Escrituras nos dicen que no debemos oprimir al inmigrante, porque conocemos el corazón de un inmigrante, ya que una vez fuimos inmigrantes.
 
Mis conciudadanos, nosotros somos y siempre seremos una nación de inmigrantes. Nosotros también una vez fuimos inmigrantes. Y si nuestros antepasados fueron inmigrantes que cruzaron el Atlántico, o el Pacífico o el Río Grande, simplemente estamos aquí porque este país les dio la bienvenida y les enseñó que ser estadounidense va más allá de cómo nos vemos o de nuestros apellidos o qué religión que practicamos. Lo que nos hace estadounidenses es nuestro compromiso compartido de un ideal; que todos somos creados iguales, y que todos tenemos la oportunidad de hacer de nuestra vida lo que deseamos.
 
Ese es el país que nuestros padres, abuelos y generaciones antes que ellos construyeron para nosotros. Esa es la tradición que debemos mantener. Esa es la herencia que debemos dejar para los que están por venir.
 
Gracias, que Dios los bendiga y que Dios bendiga a este país que tanto amamos.


 
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