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De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 25/11/2014 16:39
Envenenando el pozo

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John Boehner
                 Max J. Castro  Progreso Semanal
Según John Boehner, presidente de la Cámara de Representantes, la reciente orden ejecutiva del presidente Obama para proteger de la deportación a varios millones de inmigrantes indocumentados “envenenó el pozo”, imposibilitando al Congreso aprobar una reforma inmigratoria total. En otras palabras, si no hay reforma inmigratoria total, la culpa es de Obama.

Si hubiera un premio Nobel de agallas, descaro, cinismo y poner la verdad de cabeza, Boehner lo ganaría sin el menor esfuerzo. Hace más de un año, en junio de 2013, el Senado de EE.UU. aprobó esa misma reforma inmigratoria. Además, fue aprobada con una base bipartidista. ¿Y qué hizo Boehner? Se negó siquiera a discutirla en la Cámara de Representantes. Si la hubiera presentado, el proyecto de ley se hubiera aprobado con el concurso de los votos de algunos republicanos moderados y la mayoría abrumadora de los demócratas. Sin embargo, Boehner y sus tropas no iban a dejar que eso sucediera.

¿Por qué? Durante años, los republicanos de la Cámara de Representantes no han permitido que se apruebe proyecto alguno a no ser que tenga “la mayoría de la mayoría”. Y la mayoría del caucus de Boehner, los representantes republicanos, odiaba la legislación propuesta. Parafraseando una canción de Jimmy Buffet, alguna gente asegura que la culpa es del presidente Obama. Pero tú, John Boehner, sabes que es tu propia culpa.

La idea de que la acción de Obama envenenara de alguna manera el pozo es absurda. El hecho es que la Cámara de Representantes dirigida por los republicanos ha rechazado cuanta propuesta de reforma migratoria se ha presentado en ella. Ni siquiera se atuvieron a legalizar a los “DREAMERS”. Estos son jóvenes a quienes sus padres indocumentados trajeron aquí cuando eran niños, y que siguen siendo indocumentados a pesar de ser norteamericanos en todo sentido, excepto en que carecen de cierto pedazo de papel. Después de eso, ¿quién puede dudar que el único pozo que la pandilla de Boehner ofrece a los inmigrantes indocumentados sea un pozo sin fondo de envenenada mala voluntad?

(Entre paréntesis, y más allá del tema de la inmigración, hay que tener una audacia colosal, desprecio por la inteligencia del pueblo norteamericano y una confianza en la amnesia colectiva del público para que los republicanos acusen a Obama de envenenar el pozo.)

Los republicanos, en la persona del entonces Líder de la Minoría y que pronto será Líder de la Mayoría en el Senado, Mitch McConnel, envenenaron el pozo al día siguiente de la toma de posesión de Obama en su primer período. McConnel dio la bienvenida a un presidente que acababa de recibir un categórico apoyo por parte de los electores al proclamar infamemente que la principal prioridad del Partido Republicano en el Congreso sería garantizar que Obama fuera un presidente de un solo período.

Fracasaron en su misión, pero no por falta de empeño. Es más, usaron cuanto truco sucio existe, desde el chantaje político hasta el vilipendio para evitar que Obama gobernara con eficiencia.

Por la furia e histeria que la nueva política inmigratoria de Obama ha provocado entre los republicanos, cualquiera pensaría que el presidente está implementando una amnistía total para todos los inmigrantes indocumentados, presentes y futuros. Es más, la orden del presidente es bastante estrecha y limitada, en especial cuando se compara con anteriores propuestas completas bipartidistas que hubieran brindado un camino hacia la ciudadanía a la mayoría de los inmigrantes indocumentados. Por el contrario, la orden ejecutiva de Obama ofrece solo tres años de protección de la deportación a menos de la mitad de todos los inmigrantes indocumentados.

Eso no ha evitado que legiones de republicanos califiquen a la acción del presidente de inconstitucional e imperial –o de poner sobre la mesa el único truco que les faltaba: la amenaza de impugnación.

Irónicamente, estaría sobre un terreno más sólido quien acusara a Obama de seguir demasiado de cerca los pasos de su predecesor republicano en una serie de asuntos, incluyendo la conducción de la guerra, las libertades civiles de los norteamericanos, la impunidad de los que autorizaron la tortura, y el embargo contra Cuba.

¿Pero quienes son los seguidores republicanos de George W. Bush que iniciaron una guerra ilegal y catastrófica, cambiaron las reglas del juego para permitir la tortura e iniciaron la vergüenza de Guantánamo y el horror de la interpretación extraordinaria para impugnar a Obama acerca de cualquier tema? Obama ha estado lejos de lo que los progresistas esperaban de él, pero no está en la misma liga que George W. Bush o John Boehner.

El presidente lo demostró con su orden ejecutiva de la semana pasada. Finalmente hizo lo correcto. Las políticas inmigratorias de Obama a menudo han sido decepcionantes. Pero en esta oportunidad tuvo el valor de plantarse ante los republicanos. No es poco eliminar el terror de la deportación que cuelga sobre millones de personas, aunque sea temporalmente.

Es posible que la virulenta oposición del Partido Republicano tenga éxito en bloquear todas las iniciativas del presidente o parte de ellas, en especial debido al dominio de la derecha en el Tribunal Supremo. Pero también está claro que mientras más combatan los republicanos la orden ejecutiva de Obama, más profunda será en el futuro la tumba que están cavando, en particular con los electores latinos.

Muchos republicanos son conscientes de esta realidad y la temen. De ahí el pobre y ridículo intento de Boehner por culpar a Obama de la ausencia de una reforma inmigratoria. Esa es una treta transparente que no va a engañar a nadie en la comunidad latina, incluso a un niño de tercer grado.

Durante algún tiempo, los latinos han ido entibiando su entusiasmo por Obama y los demócratas. Pero la orden de Obama y las payasadas de los republicanos en contra del alivio de la deportación cambian el juego.

Una vez más los republicanos se han dedicado a dispararse no solo en el pie, sino en el lugar que más duele. Han hecho la cama. Ahora tendrán que acostarse en ella durante décadas.
 



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