Pánfilo: “En Cuba sí hay hambre, no me voy a callar”
Nuevo vídeo de Pánfilo, personaje que alcanzó
la popularidadpor aquella frase: “Jama, aquí lo que hace falta es jama…!”
Alejandro Tur Valladares | Villa Clara, Cuba | Apareció un día cualquiera, viajaba en la Memoria Flash de un amigo. Doble clic sobre el archivo de vídeo y allí estaba, con los ojos fuera de órbita y la boca abierta, gritando a todo pulmón, “Jama, aquí lo que hace falta es jama!”
De un día para otro Pánfilo se convirtió en la voz de los marginados. Donde quiera se podía escuchar a cubanos de a pie parodiando al Pánfilo real: “Te lo dice Pánfilo de Cuba, jama, aquí lo que hace falta es jama!”. En internet el efecto fue viral. Alguien subió el vídeo a YouTube y a partir de ese momento quedó establecida la “panfilomanía.”
Y pasó el tiempo, sin saber de él. La gente rumoraba que el “castigo” le había regresado, la sobriedad, y que ahora se comportaba como lo hacen los buenos súbditos, mirando para otro lado.
Sin embargo un vídeo tomado la semana pasada con un celular desde el malecón de La Habana nos ha traído de regreso al Pánfilo auténtico, siempre con unos tragos de más. Aquél que se muestra tal cual es, aclarando que hay hambre de verdad y que no lo van a callar.
Sin tabúes le dice a cuantos se encuentra en el malecón capitalino que ahora vive “del cuento”, o lo que es lo mismo, se aprovecha de su momento de fama, para que algunos fans le regalen monedas con las que acallar el estómago y de paso comprarse el brebaje que lo alivia.
De pareja en pareja, de grupo en grupo, va recorriendo el kilométrico muro, saludando y gritando las palabras mágicas, “Aquí lo que hace falta es…”. Los espectadores le devuelven su gesto de irreverencia verbal, con sonrisas y monedas. Y en ese intercambio informal todos ganan, Pánfilo, la oportunidad de llevar algo a la boca, los contribuyentes, el desahogo que nace cuando alguien se atreve a proclamar libremente lo que ellos por miedo se callan.
Y tras breves minutos de proclama callejera se va alejando del lente de la cámara. Ojalá y no lo puedan callar nunca.
Los borrachos y los niños casi siempre dicen la verdad.