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General: La dinastia de los Castro prohibió todo, menos la esperanza
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: SOY LIBRE  (Mensaje original) Enviado: 05/12/2014 16:21
Fidel Castro prohibió todo, menos la esperanza
En la cola del pollo me decía una vez un señor:
“Cuando usted pierda la esperanza, mátese”.
 
desesperanza.jpg (500×400)
 
Todos los días juega la “bolita”, persiguiendo al número 319
                Por Rafael Alcides La Habana, Cuba  Cubanet
Conocí a un hombre que vivió hasta pasada la madurez, esperando la muerte de su tío para heredarlo. El tío era propietario de casas y dueño de una fábrica de refrescos, y con sólo aquel sobrino por familia, cuidaba de sus bienes con tanto esmero que nunca se atrevió a tomarse uno de los refrescos fabricados por él. Cuando los domingos, después de misa, recibía al sobrino, le decía compungido; “No es mi culpa, muchacho, pero todavía no me he muerto.” Estas palabras, dichas en tono de disculpa, estimulaban las esperanzas del sobrino de heredar todo aquello. Sin embargo, cuando el tío murió, se lo dejó todo a la Iglesia, dinero y bienes.
 
Adivinando mi cara de asombro, dijo aquel hombre, anticipándose: “Después de todo, fueron mis mejores años: tenía una esperanza.”
 
En la cola del pollo me decía una vez un señor “medio tiempo”: “Cuando usted pierda la esperanza, mátese”. Todos los días juega la “bolita”, persiguiendo al número 319. A fin de no fallarle, hace poco vendió un televisor Krim que todavía se veía bien y algunas piezas de una motocicleta Karpati que se ganó cortando caña al regreso de la guerra en Etiopía. El refrigerador y todo lo de valor de su casa lo ha comprado con premiecitos de la lotería clandestina, pero el 319 le sigue huyendo, y él ahí sin cejar, pues si al que velan no escapa, él termina agarrando al 319. Esa es una lucha que tienen entre los dos. “Gracias a esa esperanza sigo viviendo”, me aseguró, “pues la diabetes me está matando.”
 
Es un jubilado que no acaba de entender por qué Fidel, de repente, en los primeros años de la revolución, suprimió la Lotería nacional que le había permitido a Pastorita hacer la ciudad de La Habana del Este y un par de repartos que han sido las mejores construcciones de la revolución si se descuenta la monumental edificación del ISA. “Con los miles de millones dejados de recaudar desde entonces –seguía diciéndome–, y dado lo que en dos años hiciera Pastorita con una población que entonces no era ni la mitad de la actual, tendríamos treinta o cuarenta Habanas del Este. Y total, por gusto, porque en Cuba no se ha dejado de jugar: ni gallos, ni dados, y mucho menos ‘bolita’. Y con razón, pues si algo usted no le puede quitar a la gente es la esperanza.”
 
Esta grave reflexión de aquel hombre, víctima del 319, me llevó a hacer una encuesta. “¿Por qué abolió Fidel la lotería nacional?” Esa era mi pregunta. Un carpintero del Cerro que se ha confiado al 677 para comprarle unos Adidas a su nieto, sostiene que lo hizo para que tuviéramos que esperarlo todo de la revolución. “Recuerde”, me decía, “que ya por aquél entonces él había bajado a Dios de su altar.”
 
Otro encuestado, hombre de mucha facundia, militante y al parecer muy enterado de las cosas de allá arriba por un sobrino (o algo así), chofer de alguien muy importante, comentó satisfecho: “Otra de sus genialidades. Suprime la lotería del sábado, sabiendo que surgiría la clandestina de por la noche, con lo cual no acaba del todo con la esperanza pero le da otra vuelta de tuerca –una más– al infalible procedimiento que le impediría a la masa negarse al llamado de la zafra, de la guerra (cuando y donde haya que ir) y cuanto llamado hiciera falta. Pues algunos nacemos revolucionarios, pero a los más tenemos que hacerlos, y en esa fabricación el aparato del miedo juega un papel capital. Hemos vivido bloqueados, no lo olvide, esperando a los americanos.”
 
“¿Podrían ir los ‘boliteros’ por la Isla, barrio por barrio, adivinando sueños y recogiendo apuntaciones sin saberlo la policía? A diario hay por ahí puñaladas porque un banquero no hizo efectivo el premio o porque se quedó el bolitero con el dinero del premio (comerse el queso le decían a eso en Oriente). Son novedades que dejan rastros. Pero no es el único programa del gobierno al respecto. Ni el mejor. La venta de leche de contrabando a domicilio es otra de las prohibiciones de imposible cumplimiento por la ciudadanía, que ha contribuido a la formación de excelentes cuadros. Todo eso está en Adán y Eva cuando después de comerse la manzana cubren sus partes pudendas al ver aparecer al Señor. Y él estudió en Belén. Claro, más sabio que el Señor, fingió no percatarse, pero gracias a programas nacido de esa sencilla observación véanos usted aquí cincuenta y cinco años después, casi acabaditos de hacer.”
 
Seguí en mi encuesta. Alguien muy docto, militante también, y en plan de disculpa (éste, seguidor del 21), contestó: “Tal vez, el pobre (Fidel Castro), lo hizo como parte de su programa para obtener un hombre virtuoso, olvidando que el exceso de virtud puede hacernos muy desdichados, y olvidando que no siendo la virtud un don, ¿cómo, de no tener quién te tiente, obtendrías título de virtuoso?” “Sí”, añadió socarrona la mujer de aquel tolerante y docto encuestado, “tal vez hasta tenía en mente hacer de cada uno de nosotros un clon del padre Félix Varela con voto de castidad y todo.”
 
No menos delirantes me parecieron las demás respuestas (cerca de treinta), pero válidas, sin embargo, por dejar en claro dos cosas. Una, que el gobierno no ignora que en el país se ha seguido jugando, y la otra, el papel de la esperanza, esa gasolina secreta de la vida.
 
En nombre de ambas realidades, me permito preguntar lo que me preguntó un farmacéutico en activo, seguidor del 347: ¿cuántos años más necesitará el gobierno para derogar una prohibición que durante cincuenta y tantos años no ha funcionado? Y sugerir, a la par, en nombre del jubilado del 319, la reposición de la lotería diaria de centenas que fueran los “boletos” en los años de la segunda guerra mundial, manera de recaudar el erario público lo que ahora se llevan los banqueros clandestinos y dejar amparada la Esperanza, protegida por la ley.
 
Cubanet


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