Incluso en las noches frías, cuando las calles oscuras de su barrio están desiertas, Yusnier sale de faena. Ahora mismo, intenta calentar el cuerpo con un café fuerte y amargo que en un tenderete portátil vende una anciana desaliñada.
Luego, encogido por la frialdad nocturna, el travesti recorre la avenida de un extremo a otro. A ratos, le hace señas con la mano a los vehículos que pasan rozando los 80 kilómetros por hora le hace sus propuestas sexuales. “Voy al grano. 40 pesos por sexo oral y 100 por una completa.
Siempre aclaro que soy travesti, no quiero líos. Es que cuando salen de fiestas o discotecas, pasados de tragos, me confunden con una mujer.
Mis clientes me llaman Beyoncé, por mi parecido físico con la cantante”. La primera vez que supo que le gustaban los hombres fue en una “escuela al campo”. “Allí inicié mi vida homosexual. Mi primer novio fue un profesor.
Mi padre era muy comunista y mi madre más machista que cualquier hombre. Estuve escondiendo mi homosexualida hasta los 20 años. Cuando les conté la verdad, mi padre hizo un silencio que amenazaba lo peor: un estallido de cólera o una golpiza con cinturón militar”.
*Salir del closet
Los padres de Yunier ya eran ancianos y el viejo solo atinó a decirle que él y su madre se lo imaginaban, pues nunca le habían conocido una novia y suponían que el dinero con el cual mantenía lo ganaba haciendo “indecencias”.
Y le dijo que a esas alturas de su vida, que con su culo hiciera lo que quisiera.
“Fue un alivio. Ahora hay una tregua tensa entre nosotros. Ninguno de los dos me pregunta sobre mi vida privada. Les doy todo lo que necesitan, al final, no hay amor como el de los padres”.
*La homofobia
Todavía en Cuba la homofobia provoca que una madrugada cualquiera, una pandilla juvenil golpee con saña a gays y travestis en la calle. “Cuando veo a tres o cuatro muchachos ebrios que vienen hacía mí, me mando a correr.
No solo te golpean, también te roban el dinero, el celular y te quitan la ropa y los zapatos. Algunos son sodomitas y te violan. Los mejores clientes son los que tienen fama de bravucones.
Uno de ellos es un tipo peligroso, presidario habitual. Es muy celoso y a veces amenaza con matarme”. Después que supo su parecido con Beyoncé, Yusnier intenta imitar en su manera de vestir y ademanes a la diva estadounidense.
“Me sé su vida completa. Tengo toda su colección de discos y videos. Cuando me enteré que estuvo en La Habana, fui al hotel Saratoga donde se alojó. Me vestí y peiné como la noche que Beyoncé ganó su primer Grammy. Había muchísima gente. Ella se asomó al balcón de su habitación y saludó. Aún conservo su imagen en mi móvil”.
*Abuso policial
A este habanero que se prostituye en la ciudad donde nació, no le gusta cómo Mariela Castro, hija del gobernante Raúl Castro, manipula a los homosexuales por pura conveniencia política.
“Los ‘pájaros’ más viejos me han contado lo que sufrieron debido al rigor y homofobia de los comunistas.Eso no se puede borrar de un plumazo.
En esos grupos oficiales solo aceptan a quienes la mayoría de los gays en Cuba no están de acuerdo con el régimen comulgan con la revolución. Pero la mayoría de los que nos prostituimos estamos en desacuerdo con el Gobierno y deseosos de
largarnos de Cuba”, señaló. A menudo, la policía les hace pasar un mal rato. “Saben que ejercemos la prostitución, algo ilegal
Entonces nos amenazan y meten miedo. Groseramente nos cachean y nos conducen a la unidad para levantarnos un acta. Pero nunca llegamos a la unidad, nos obligan a tener relaciones con ellos en cualquier descampado. Los mayores ‘bugarrones’ de Cuba están enrolados en la policía”, asegura.
El frío otoñal ha alejado a los clientes. “Hoy he tenido un día de perro. Me voy a la cama”, dice y se aleja. Mientras, en su celular escucha I Am… Sasha Fierce, de Beyoncé. No podía ser de otra forma.