¿Cuál es el San Lázaro de la devoción popular cubana?
San Lazaro Obispo, imagen de la iglesia del Rincón de La Habana
En el San Lázaro que se venera en Cuba concurren tres historias muy interesantes:
1- San Lázaro, el personaje bíblico amigo de Jesús y hermano de Marta y María Magdalena.
2- Lázaro, el mendigo que aparece en una parábola del Evangelio de San Lucas
3- Babalú Ayé, el orisha que se sincretiza con los dos anteriores.
Vamos a ir viendo una por una cada historia de San Lázaro y lo que de cada una de ellas ha llegado hasta nuestros días.
San Lázaro, el personaje bíblico.
Lázaro de Betania es un personaje bíblico que solo aparece en el Nuevo Testamento, hermano de María y Marta de Betania. Vivió en Betania, un pueblo a las afueras de Jerusalén. En su casa se alojó Jesús al menos en tres ocasiones. Es muy famoso principalmente porque según el Evangelio de Juan (11:41-44) fue revivido por Jesús. A partir de esta historia su nombre es utilizado frecuentemente como sinónimo de resurrección.
Lázaro, Marta y María vivían en el castillo de Magdala y eran miembros de una noble y poderosa familia descendiente de reyes, sus padres se llamaban Ciro y Euca. La familia tenía este castillo, próximo a Nazaret, las tierras de Betania y una parte de las de Jerusalén, que repartieron entre los tres: María, el castillo de Magdala (de ahí el nombre de María Magdalena); Marta, Betania y Lázaro, la parte de Jerusalén. María se entregó a la vida disoluta y los placeres; Lázaro se hizo caballero y Marta era la única que se ocupaba de los asuntos domésticos y administrar sabiamente la riqueza de los tres, y aún podía dedicarse una buena parte a la caridad con los necesitados. Cuando Cristo ascendió al cielo, vendieron todas sus posesiones y se dedicaron a la predicación de la buena nueva.
Tras la muerte de Cristo, los tres hermanos huyeron de Palestina, junto con la sirvienta Marcela, Maximino, Celidoni, José de Arimatea y otros discípulos de Cristo. Llegaron navegando en las costas de Provenza y desembarcaron en Marsella. Lázaro se convirtió en el primer obispo de Marsella, mientras Marta, con Marcela, fue a Tarascon, donde según la leyenda encantó una terrible bestia llamada La Tarasca, con sus plegarias y vuelve a la ciudad con la bestia así domada. Los habitantes aterrorizados atacaron a la criatura al caer la noche, que murió allí mismo sin ofrecer resistencia. Entonces Santa Marta predicó un sermón a la gente y convirtió a muchos de ellos al cristianismo. Arrepentidos de dar muerte al domado monstruo, los habitantes cambiaron el nombre del pueblo a Tarascón. María se hizo eremita. Maximino y Celidoni fueron obispos de Ais. Las tumbas de María Magdalena (en la Santa Balma de Saint-Maximin y en la abadía de Vézelay), de Marta en Tarascon y de Lázaro (en Marsella y, después, en la Catedral de Autun), se convirtieron en lugares importantes de peregrinación durante toda la Edad Media. Además, en la abadía de la Trinidad de Vendôme, se mostraba una filacteria con una lágrima que Cristo había derramado en la tumba de Lázaro, al comunicársele su muerte.
Parábola del rico epulón y el pobre Lázaro.
La parábola del rico epulón y el pobre Lázaro o del hombre rico y del mendigo Lázaro, es una parábola de Jesús de Nazaret que se encuentra en el Nuevo Testamento (Evangelio de Lucas, capítulo 16, versículos 19 al 31). Relata la historia de dos hombres y el destino final de cada uno de ellos: el pobre Lázaro llega a la gloria del cielo y el rico epulón es condenado al infierno. Es la única de las parábolas que contiene un nombre propio: el del pobre Lázaro.
La condición de leproso del pobre Lázaro hizo que se convirtiera en el santo patrón de la lepra. En iconografía, la representación de perros lamiéndole las llagas le hacen similar a San Roque, santo patrón de la peste, con el que no tiene nada que ver.
El relato del episodio de la parábola del rico epulón y el pobre Lázaro aparece así en el texto evangélico:
Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.
Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. En el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
Entonces, gritando, dijo: "Padre Abraham, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama".
Pero Abraham le dijo: "Hijo, acuérdate de que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, males; pero ahora este es consolado aquí, y tú atormentado.
Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quieran pasar de aquí a vosotros no pueden, ni de allá pasar acá".
Babalú Ayé.
El nombre de Babalú Ayé es de origen lucumí. Babalú Ayé era muy mujeriego. Andaba continuamente de parranda hasta que todo el mundo le perdió el respeto y la misma Ochún, que era su mujer, lo abandonó. Un Jueves Santo, Orula le advirtió: "Hoy domínate y no andes con mujeres". Sin hacer caso del consejo de Orúmbila, esa noche se acostó con una de sus amantes. Al otro día amaneció con el cuerpo todo cubierto de llagas purulentas. La gente huía de él porque le tenía miedo al contagio y sólo lo seguían algunos perros, a los que les gustaba lamerle las llagas. Por mucho que suplicó, Olofi se negó a perdonarlo y, al fin, Babalú Ayé murió. Pero a Ochún le dió lástima y gracias a sus ardides consiguió que Olofi le devolviera la vida. Ahora Babalú Ayé sabía lo mucho que sufren los enfermos y por eso regresó tan caritativo y misericordioso.
Orisha mayor y santo muy venerado Deidad de la viruela, la lepra, las enfermedades venéreas y, en general, de las afecciones de la piel. Se le considera hijo de Naná Burukú, pero en Abomey (África) sus padres son Kehsson y Nyohwe Ananou. Algunos estiman que nació directamente de Obatalá.
Sincretización.
A medida que vamos leyendo cada una de las historias anteriores nos damos cuenta de lo que tienen en común. Y esa unidad de características se ha convertido en el San Lázaro que veneramos en nuestro país y tan popular es.
Babalú Ayé tiene coincidencias con San Lázaro el Obispo al ser resucitado igualmente que este y celebrar el día 17 de diciembre su festividad. Sin embargo, la imagen que se asocia en el sincretismo de Babalú Ayé es la de Lázaro, el mendigo y leproso, ya que como este, Babalú Ayé tenía llagas, andaba harapiento, con muletas y se hacía acompañar por perros. De esta forma los esclavos que llegaron a Cuba ocultaron sus creencias bajo apariencias católicas y siguieron adorando a sus dioses bajo nombres católicos. Y el hecho de haber sido un Santo que ha sufrido en carne propia el dolor y la enfermedad y al que se le atribuyen curaciones y sanaciones milagrosas, ha favorecido que el pueblo lo venere y siempre le pida por la salud, cualidad de sanador que aporta Babalú Ayé.