“Madonna tiene un carácter similar al que me gustaría tener a mí. Es el reflejo de que una mujer puede hacer lo que se proponga, lo mismo que un hombre. O más. Yo no puedo decir lo mismo. Ella puede expresarse como quiera, incluso utilizar la palabra F [por fuck, ‘joder’ en inglés], algo que yo no puedo hacer”. Así de contundente se mostraba la cantante taiwanesa Jolin Tsai en una entrevista concedida a este periódico hace tres años. Aparentemente, tenía muy claras las líneas rojas que una superestrella china del pop no puede cruzar, y aseguraba que sentía la responsabilidad de ser un ejemplo para los millones de adolescentes y jóvenes que la siguen. “La sociedad, y sobre todo mi audiencia, busca en mí un espejo en el que mirarse. Así que tengo que dar ejemplo”, sentenció.
No obstante, quizá porque es consciente de que puede poner su gran influencia al servicio de una buena causa, ha dado un puñetazo en la mesa con su último vídeo musical. En Somos todos diferentes, pero también iguales, Tsai encarna a una lesbiana que muere en el hospital después de haber disfrutado 30 años de una feliz relación con otra mujer. Es más, esta solista que ha vendido más de 10 millones de copias de sus álbumes protagoniza un sentido beso, el primero que graba en su carrera, con la popular actriz Ruby Lin, su mujer en la ficción. Y lo hace en un altar, con ambas vestidas de novia, justo después de haber contraído matrimonio. La escena, que puede provocar sorpresa entre su público e ira entre los censores chinos, tardó una hora en grabarse. “Mucha gente me dice que me parezco a Ruby. Hoy por fin la he conocido y nos hemos besado en nuestro primer encuentro”, restó importancia Tsai en declaraciones a la prensa.
El mensaje de su canción, sin embargo, va mucho más allá de esa muestra de afecto. China no reconoce el matrimonio homosexual, razón por la que, en el vídeo, cuando el médico pregunta a su compañera sentimental por la relación que las une, ésta, avergonzada, se ve obligada a responder que es solo “una buena amiga”. Y eso le impide firmar el formulario de consentimiento para que se le practique la operación. Por si fuese poco, este es un caso real. “Toca una fibra sensible ahora que el matrimonio entre personas del mismo sexo se ha convertido en un importante tema de discusión”, escribe el portal Focus Taiwan. Y no hay más que echar un vistazo a las primeras reacciones de los internautas chinos para descubrir que las posiciones al respecto son enconadas. “Cualquier manifestación de amor debería ser respetada”, afirma un usuario de Weibo -el Twitter chino-. “La homosexualidad es algo antinatural y espero que los jóvenes de nuestro país no vean el vídeo”, rebate otro.
De momento, en el ciberespacio chino no se puede acceder a la versión íntegra del videoclip. Únicamente está disponible un breve extracto que no incluye el beso, sólo la escena inicial en la que ambas son ancianas. Y en ningún momento se menciona que estén casadas. No obstante, Tsai no es la primera que se muestra públicamente en favor de los derechos de los homosexuales en el ámbito chino. También lo hizo Gigi Chao, hija del multimillonario hongkonés Cecil Chao, que hace unos meses protagonizó un sorprendente culebrón con su padre después de que éste tratase de encontrarle un marido. En cualquier caso, tanto Tsai como Chao residen en dos lugares peculiares de China: la cantante es de Taiwán, una ‘provincia rebelde’ que se rige por un sistema democrático y es independiente de facto, mientras que la empresaria vive en Hong Kong, una ciudad que disfruta de amplias libertades no reconocidas en la china continental.