La gente se queja mucho, pero cuando
el CDR (Comité de Defensa de la Revolución) los convoca todos callan, acuden o peor aplauden.
Libreta de los alimentos para comprar en la tienda que les corresponde.
La cola de la supervivencia
Por Ernesto Aquino | La Habana | Cubanet
A pesar de los millones de dólares que llegan a las familias cubanas cada año, por concepto de remesa familiar, la realidad evidencia que una considerable parte de la población cubana depende de los menguados recursos alimenticios que el Estado asigna mensualmente a cada familia.
El pollo de población (una libra por persona), el pollo por pescado (media libra), el picadillo de soja (media libra), la jamonada (otra media libra) o el huevo normado (7 por consumidor) son los productos habituales que cada mes espera el desesperado ciudadano, con la incertidumbre de no saber si el envío llegará completo.
Nos acercamos a una de las Unidades de Venta, conocidas como “carnicerías”, ubicada en la barriada del municipio Cerro, en La Habana, en momentos en que los ciudadanos esperaban para comprar el “pollo por pescado”, media libra de ración por persona que sustituye la cuota de pescado que recibía años atrás.
Conversamos con algunos pobladores de la localidad, que se encontraban esperando en la fila para comprar, y aunque la mayoría prefirió no revelar su nombre, todos aceptaron ofrecer su opinión.
Elisa Díaz, una ama de casa de 68 años, recordó que “en las primeras décadas de la revolución, se podía venir a la carnicería; es cierto que los productos siempre estuvieron normados, pero había mucha variedad. Cada consumidor recibía carne, pollo, variedad de embutidos de calidad y otros productos cárnicos, y los envíos nunca fallaban”.
Una joven que labora en un Círculo Infantil calificó de “muy triste” la situación que enfrenta cada día el cubano respecto a la alimentación.
“Da pena que cada vez tengamos menos. ¿Tú sabes lo que es que en una isla rodeada de mar, los cubanos no tengamos derecho a comer ni siquiera un mísero pescado?; porque a menos que tengas asignada una dieta por enfermedad, el pescado va a parar a la exportación o al consumo del turismo. Luego el gobierno quiere que nos quedemos callados”.
Por su parte, un excombatiente que peleó en las guerras de Angola y Etiopía, en África, expresó que “yo creo que después de todo nosotros tenemos mucha culpa por lo que nos sucede. Muchos de nosotros nos sacrificamos por este país y por otros países del mundo. Creímos en el sueño del internacionalismo y dimos nuestros mejores esfuerzos, y ¿para qué? ¡Tanto sacrificio para que ahora nos pisoteen como ciudadanos de tercera!
Sin embargo, para Delmira Parra, de 59 años, la culpa va más allá de los errores de las primeras décadas.
“Mira mi’jo, la gente se queja mucho. Tú los oyes lamentarse por lo mal que lo están pasando; la crisis económica y alimentaria, la mala calidad y la ineficiencia en los servicios médicos y la educación; por todo la gente se queja, pero cuando el CDR (Comité de Defensa de la Revolución) los convoca a una reunión o a un trabajo voluntario, o a una marcha política, todo el mundo se calla la boca y va sin protestar. ¿Por qué tú crees que la esclavitud duró tantos siglos?
Y mientras unos liberaban tensiones expresando sus opiniones, otros preferían callarse, para “evitar problemas”, y terminar de comprar su ración mensual; y de paso, ver si le pagaban la cuota del mes pasado, que no habían recibido porque no la habían enviado completa.
Y así, nos alejamos del Punto de Venta, donde niños y jóvenes; adultos y ancianos quedaban en espera para comprar el “pollo por pescado”; en una isla donde sus barcos pesqueros son patrimonio del turismo.