LA MALA RELIGIÓN
A lo largo de la historia, se han presenciado diversos acontecimientos bélicos denominados como “Guerras Santas“, que nacen por motivos religiosos y suponen para los beligerantes una recompensa espiritual, como las Guerras de Religión de Francia, las Cruzadas, las Rebeliones del Irgún, el Conflicto Irlandés y, por supuesto, la Yihad Islámica.
Pero estas guerras no nacen de ideas descabelladas de un líder en particular, sino que provienen de expresiones señaladas en los “libros sagrados”, viéndose influenciadas además por ideas belicosas expresadas por teólogos connotados para cada dogma, como lo fueron los Amoraim, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Sayyed Qutub, etc.
¿Puede una guerra ser santa? Las Guerras Santas no existen. Un conflicto que causa la muerte de inocentes o que daña por la simple y temible ambición de poder, aunque sea cometido en nombre de D-s, no puede contener el adjetivo “santo“. Esto se origina en un mal uso e interpretación de los “textos sagrados“, los que guían el actuar de los beligerantes y se han convertido en la base de las guerras y los conflictos, olvidando el desarrollo espiritual de los individuos.
¿Cuál era el objetivo inicial de estos textos sagrados? El uso que se le da a las escrituras sagradas corresponde hoy al modo opuesto que cualquier ser racional desearía. Se han convertido en escritos que muchos adoran y respetan, pero finalmente causan más perjuicios que beneficios a la sociedad.
En la época actual, mientras que la humanidad dispone de un sinfín de tecnologías para autodestruirse, las religiones deberían poner su máximo esfuerzo en evitar la guerra y promover la paz, y dejar de ser miembros activos e iniciadores de las batallas, lo que se hace aún más evidente en Medio Oriente. Es una necesidad inexcusable el nacimiento de una comprensión contemporánea de la Biblia, del Corán, de la Torah, y de cualquier otro texto religioso.
Para conseguir una interpretación religiosa en el espíritu de paz, debe adoptarse un enfoque dual que considere el propio contexto histórico de las declaraciones y los acontecimientos militantes de cada tradición, con los hechos y sucesos a los que se enfrenta la humanidad hoy. Es fundamental que se tomen las palabras y acciones sagradas en pro de la paz y como inspiración positiva para la era actual, y no como un insumo para promover una guerra y conseguir poder.
Esto no es sólo un deseo, es una necesidad apremiante: el nacimiento de una nueva interpretación religiosa, orientada esencialmente en promover la paz. Se debe inculcar una conducta pacífica en la sociedad y eliminar el principal cimiento que tienen la mayoría de las guerras: la religión.
Como dijo Voltaire: “La religión mal entendida es una fiebre que puede terminar en delirio“. Mientras el uso e interpretación que le damos a los “libros sagrados” no varíe de forma sustancial, las religiones seguirán siendo un elemento que nos divide como seres humanos, que impide la paz y que nos lleva a dañarnos los unos a los otros.