peces y mariscos del mar que la rodea, sino peces de agua dulce que saben a tierra
El pargo era el pescado preferido de los cubanos
Gladys Linares | La Habana, Cuba |
Cuando comenzaron los comentarios de que en diciembre venderían por la libreta de racionamiento un libra del correspondiente pescado (en lugar de sustituirlo por pollo, como ocurre desde hace años), la gran mayoría se mostraban escépticos, mientras otros creían que se trataba de una burla.
Yo, por mi parte, no lo creí hasta que salió publicado en el periódico Tribuna de La Habana, en la sección de la distribución de productos de la Empresa Provincial de Comercio de la provincia: “Pescado congelado, 1 libra con cabeza y cola para todos los consumidores”.
“Parece que las cosas empezaron a mejorar”, comentó irónicamente un hombre al salir de la carnicería, después de una cola de 3 horas para comprar un jurel que pesaba 1 libra.
Estas largas colas se deben a que hace algún tiempo, ante el inminente peligro de derrumbe de algunas bodegas y carnicerías, los consumidores han sido reagrupados). Sin embargo, otros compradores no tuvieron tanta suerte como él, pues el carnicero, para completar el peso, picaba el pescado por la mitad longitudinalmente, lo cual provocaba más de una protesta.
También por estos días empezaron a vender jurel liberado a 25 pesos la libra (1 CUC) en algunas pescaderías de la capital. En el caso de Lawton, donde ya no existen estos establecimientos, lo ofertaban en el bar Xonia (Dolores y 16). El comentario de la población era que estaba muy caro, además de que no estaba fresco.
A pesar de que nuestra isla posee una amplia zona pesquera, hace muchos años que los cubanos apenas tenemos acceso al pescado de mar, pues la pesca individual está virtualmente prohibida. Hoy, en las pocas pescaderías que quedan en la capital, solo se venden especies de agua dulce, fundamentalmente claria y tenca, que saben a tierra. Por la poca aceptación que tenía el picadillo de estas especies, desde hace algún tiempo lo venden saborizado, pero aun así hasta los gatos lo rechazan.
En la revista Mar y Pesca número 408 de junio de 2014, página 38, aparece la siguiente propaganda: “COPMAR, distribución de productos alimenticios para la canasta básica, Educación, Salud y otros sectores priorizados” (ver foto). Les mostré la página a varios vecinos y conocidos, pero todos coincidieron en que no recordaban haber visto ni mucho menos comprado alguno de ellos en la carnicería. Unos pocos, eso sí, reconocieron una o dos latas de sardinas o atún, pero de la shopping, según dijeron.
Desde mucho antes de las intervenciones realizadas durante la llamada ofensiva revolucionaria, el usufructo de nuestros mares y zonas pesqueras (como el del resto de los recursos del país) fue monopolizado por el gobierno comunista, que comercializa los frutos del mar hacia Europa, Asia y Canadá a través de la compañía exportadora Caribex SA (una sociedad mercantil privada).
Según la Mar y Pesca de febrero de 1999, por medio de la entidad Pesca Caribe se abastece al turismo a través de las cadenas hoteleras y restaurantes, y a los mercados de todo el país que operen con divisas, y desde septiembre de 1998 también se vende, en la piscina del aeropuerto José Martí, langostas vivas para los turistas a un precio de 25 dólares el kilogramo. El slogan publicitario estampado en el envase es: “Viaje con su reina con el máximo de calidad y garantía”.
Es importante aclarar que ya desde antes de 1959 existía en nuestro país una industria nacional de mariscos y pescados (Mariscos del Caribe, SA), que tenía plantas procesadoras en Isla de Pinos (actual Isla de la Juventud), Surgidero de Batabanó y La Coloma. Según la enciclopedia Libro de Cuba (Edición Conmemorativa del Centenario de la Independencia, 1902-1952, pág. 778), Mariscos del Caribe contaba con una flota pesquera compuesta por barcos de 30 y 50 toneladas construidos en Cuba y por cubanos. Pero su principal diferencia con nuestra realidad actual reside en que dicha empresa no solo exportaba, sino que fue capaz de satisfacer la demanda de la población cubana incluso durante los duros años de la Segunda Guerra Mundial.