Cuba, un cambio que defrauda y también apasiona el exilio de Miami
Leandro Seoane, izquierda, que apoya las medidas de Obama, discute acaloradamente con Enna Martín en el restaurante Versaille's de la Calle Ocho
Mimi Whitefield / El Nuevo Herald Corren aires de cambio sobre Cuba y Miami en tanto las delegaciones de Washington y La Habana se reúnen en la capital cubana esta semana para comenzar a discutir nuevas relaciones para dos países que han sido vecinos hostiles desde hace más de medio siglo.
En la comunidad de exilados cubanos del sur de la Florida a muchos todavía les cuestra trabajo tratar de entender la nueva realidad de que pronto Estados Unidos y Cuba tendrán relaciones diplomáticas y una bandera americana ondeará en la embajada de EEUU en La Habana.
Para algunos cubanos hay casi un sentido de vértigo, de desequilibrio ya que nunca imaginaron que una normalización de las candentes relaciones entre ambas naciones podría tener lugar con Castro aún en el poder y el Partido Comunista al frente del país. El sueño del regreso triunfante a Cuba antes que se normalizaran las relaciones se acabó trágicamente.
Otros, en cambio, respaldan la normalización, y dicen estar de acuerdo con el presidente Barack Obama de que es la mejor vía para influir en la transformación en la isla y ayudar más al pueblo cubano.
“Los cubanos de Miami tienen que reflexionar sobre muchas cosas”, dijo el abogado Pedro Freyre. La idea de Cuba como la tierra prohibida del lado oculto de la luna ya no existe”.
Las cosas cambiaron con mucha rapidez el pasado 17 de diciembre cuando el presidente Obama y el gobernante Raúl Castro revelaron los nuevos planes. Aunque el embargo todavía está sigue en efecto, Obama anunció una serie de aperturas sobre el comercio y los viajes de los norteamericanos a la isla, y Castro ofreció liberar a 53 prisioneros políticos cuyos nombres funcionarios estadounidenses le dieron a La Habana durante el verano.
Desde entonces, los cubanos a ambos lados del Estrecho de la Florida están tratando de descifrar qué va a suceder.
Un sondeo de opinión que hizo luego del anuncio de Obama la firma Bendixen & Amandi International con 400 cubanoamericanos que viven en EEUU arrojó que están casi parejos en la normalización de relaciones con Cuba, mientras tienen una ligera ventaja los que están en contra de la política. Solamente el 35% de los cubanoamericanos que viven en la Florida, sin embargo, estuvo de acuerdo con el cambio de política.
El estudio realizado por el Miami Herald, el Nuevo Herald y el Tampa Bay Times también concluyó que hay un empate en la comunidad cubanoamericana, siendo los cubanos más jóvenes y los que emigration a EEUU después del éxodo del Mariel en 1980 los que están más a favor de los cambios.
Incluso dentro de muchas familias cubanoamericanas es un asunto que divide.
Durante una reunión navideña en la casa de una numerosa familia cubanoamericana, por ejemplo, el hermano mayor, veterano de Bahía de Cochinos, hablaba horrores de Obama en la cocina mientras su hermano más joven, educado en EEUU, tenía una actitud distinta en el patio, y respondía a las preguntas de sobrinos y primos sobre ir a Cuba y qué podrían traer los cambios.
De igual modo, hay una enorme curiosidad entre los cubanos de la isla.
“Todo el mundo quiere a su país. ¿Queremos viajar? Claro que queremos. Me gustaría ir a la discoteca Mango’s en Miami, pero siempre regresaría a mi casa”, dijo Lázaro López, que fabrica muebles de mimbre en su taller en La Habana. López agregó que desde hace mucho tiempo deberían haberse arreglado las relaciones entre los dos países y que le gustaría exportar sus sillas y mesas a EEUU.
Sin embargo, durante una aparición en Miami el viernes, el senador republicano Marco Rubio criticó la idea de que un libre comercio entre los dos países pueda provocar cambios en la sociedad cubana.
“La historia de las aperturas económicas que se supone conducen a cambios politicos no es muy buena”, dijo Rubio. “Como hemos visto en China, Vietnam y Birmania, no hay ningún ejemplo moderno de un país que se haya vuelto demócrata gracias a cambios económicos con EEUU mientras la dictadura siga siendo represora. Y la tiranía castrista es tozuda y se niega a cambiar”.
Un nuevo estudio de Pew Research concluyó que aunque el 63% de los norteamericanos aprobó la decisión de reestablecer lazos con Cuba, sólo una tercera parte piensa que ello llevaría la democracia a la isla.
Raúl Moas, director ejecutivo de Roots of Hope, organización que conecta a los jóvenes en Cuba con sus homólogos en el extranjero a través de la tecnología, dijo que espera que los cambios permitan que se manden remesas humanitarias ilimitadas a la isla y que compañías norteamericanas exporten equipos de comunicaciones y participen en la modernización de los sistemas de comunicaciones cubanos.
“Tenemos la esperanza de que bajo el plan de Obama se abran nuevos espacios que nos ayuden a aumentar nuestro impacto”, dijo Moas. “Lo que hemos escuchado siempre de los cubanos jóvenes es que quieren estar por fin en el siglo XXI”.
Hace algunos años, EEUU permitió algunas pequeñas aperturas para que compañías tecnológicas hicieran negocio con Cuba, pero no pasó nada. Ahora, dijo Moas, “es más probable que las compañías americanas se sientan más confiadas en invertir en Cuba. Pero al mismo tiempo no creo que el gobierno cubano las reciba con una alfombra roja”.
Roots of Hope también entusiasma la idea de un turismo “socialmente responsable” a Cuba y brinda consejos sobre cómo los viajeros “pueden salirse de los canales habituales y tratar de ponerse en los zapatos de los cubanos”, dijo Moas.
“Esperamos que los cambios traigan como resultado que más cubanos ejerciten libremente sus derechos y reconstruyan la sociedad civil”, agregó.
En 1981 cuando Jorge Mas Canosa y Pepe Hernández, veteranos anticastristas de Bahía de Cochinos, fundaron la Fundación Nacional Cubanoamericana, ambos pensaron que los exilados serían los protagonistas de los cambios en Cuba.
Pero ahora, 30 años después, Hernández dijo que su punto de vista ha cambiado. Los cubanos que viven en la isla son los que traerán los cambios, dijo. “Nosotros ayudaremos”.
Sin embargo, el presidente de la Fundación dice sentirse frustrado de que la comunidad cubanoamericana haya quedado fuera de la nueva política de Obama hacia Cuba.
“Me parece que es un error gigantesco obviarla porque la comunidad cubanoamericana tiene muchos recursos”, apuntó Hernández. “De cualquier modo, no vamos a quejarnos sobre cómo se hizo todo esto, porque ya está hecho. Nuestra misión sigue siendo la misma, y creemos que con la nueva política tendremos más oportunidades de apoyar la sociedad civil en Cuba”.
Carlos Saladrigas, prominente empresario cubanoamericano, quiere darle una oportunidad a la nueva política. “Hemos abierto la puerta a los cambios. Así es como se empieza, como una bola de nieve que rueda hacia abajo por una colina. Lo único que hace falta hacer es empezar, aunque sea de forma pequeña”.
Saladrigas, por ejemplo, ha contribuído con un programa de una iglesia católica cubana llamado Cuba Emprende, que brinda capacitación de negocios a empresarios con poca experiencia. A pesar de los obstáculos, Saladrigas dijo que hasta el momento unos 2,200 cubanos han recibido el entrenamiento en La Habana y Camaguey y pronto el programa llegará a Cienfuegos.
“Comprometerse es la forma de avanzar”, concluyó Saladrigas. “Hemos esperado 55 años para que funcione la vieja política y no lo ha hecho. Ya es ahora de que haya un cambio y también de arriesgarse. Desde luego, esta nueva política demorará tiempo en lograr resultados”.
Rubio, sin embargo, dijo que no quiere darle ningún tiempo y está intentando anular los reglamentos para la normalización. “¿Acaso los cambios harán legales las leyes existentes? Nos parece que muchos de estos cambios lo que hacen es justamente pasar por alto las leyes”, dijo Rubio en Miami.
Desde los salones de la Cámara de Representantes, la representante republicana por la Florida, Ileana Ros-Lehtinen también exortó a sus colegas legisladores “hacer todo lo que sea posible para evitar que entre en efecto en Cuba esta desastrosa política”, dijo. “Cuba todavía es un enemigo declarado de Estados Unidos”.
Sin embargo, Andy Gómez, asesor sobre temas de Cuba para la firma legal Poblete Tamargo, señaló que las cosas son diferentes ahora de lo que eran antes del 17 de diciembre. “Miembros de nuestra delegación del Congreso se enfrentan a un gran caso perdido”.
Carl Meacham, director del programa de las Américas para el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington sugiere que la delegación cubanoamericana podría tener que moderar su postura de alguna manera.
Sus puntos de vista han sido la voz dominante sobre Cuba por décadas, dijo Meacham, pero ahora hay otro punto de vista que emerge entre los que desean ver un cambio en Cuba.
Legisladores de los estados agrícolas, “la cesta del pan en Estados Unidos, de verdad verdad quiere una relación comercial con Cuba”, dijo Meacham, quien fue funcionario principal republicano en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Este mes se unieron a más de 25 empresas de alimentos y agrícolas y federaciones para formar la Coalición de Agricultura de Estados Unidos para Cuba, cuyo objetivo es levantar el embargo.
En el futuro, dijo Meacham, la delegación cubanoamericana “pudiera tener que ser más inclusiva en sus puntos de vista”.
Cuando se le pidió una respuesta, Ros-Lehtinen dijo: “Mi posición sobre Cuba siempre se ha basado en el respeto a los derechos humanos, la liberación de todos los presos políticos y en elecciones libres, justas, transparentes y multipartidistas”.
“Las nuevas concesiones de la Casa Blanca no ayudan al pueblo de Cuba y hay que pedir cuentas al régimen asesino de Castro y hablar por aquéllos que anhelan democracia y libertad para la isla”, dijo.
Ninoska Pérez, que conduce un programa de micrófono abierto en Radio Mambí, dijo que la nueva realidad no ha cambiado sus puntos de vista en lo más mínimo.
La política del Presidente no es de cambios, afirmó. “¿Dónde está el beneficio para el pueblo cubano”, preguntó.
Es “muy ingenuo”, dijo Pérez, pensar que el compromiso dará lugar a un cambio significativo en Cuba. “No veo cómo van a conseguir un cambio los estadounidenses con sus mojitos en la mano y sus camisas hawaianas”, dijo. “No se consigue nada que no sea rescatar al régimen”.
Sin embargo, Nancy López, de 59 años, tapicera por cuenta propia en Jaimanitas, La Habana, está a la espera de los estadounidenses.
Hace unos días Nancy arreglaba su casa junto al mar con la esperanza de convertirla en un hostal o de venderla.
“Me encantaría estar aquí en mi portal y para poder saludar a los turistas americanos que pasen en un yate”, dijo. “Tenemos que tener fe en que Obama y nuestro Presidente puedan reunirse y resolver las cosas. Algún día algo bueno tiene que salir de todo esto”.
Pero en Miami, Ninoska Pérez dijo que las personas que llaman a su programa de radio se han mostrado “sorprendidas e indignadas” por el cambio de política. Ella admite que tiene problemas para asimilarlo. “Es tan irreal”, dijo.
Entonces, ¿cómo va a llegar el cambio a Cuba? “El cambio sólo llegará cuando los Castro no estén ahí, cuando ese sistema que ha prevalecido durante tantos años haya desaparecido”afirmó.
“Algunas personas todavía quieren vengarse y algunas personas también se sienten traicionadas”, dijo Carlos Sanguinetty, economista que trabajó en la planificación económica en Cuba hasta 1966, cuando huyó a Estados Unidos.
Los cubanoamericanos, dijo, aún están batallando con la idea de qué hacer con la nueva situación.
La perspectiva de los vínculos diplomáticos entre Estados Unidos y Cuba es especialmente difícil para muchos exiliados que perdieron miembros de la familia, fueron encarcelados o vieron desaparecer sus medios de vida y sus propiedades durante la revolución.
Sin embargo, Sanguinetty dijo: “La comunidad no está bien organizada en términos de un plan de juego. Muchos son espectadores esperando que pase lo mejor”.
Aunque dijo que la Casa Blanca no recibió una oferta lo suficientemente buena en sus negociaciones con Cuba, en el lado positivo de esto “es un cambio de juego que nos sacó del estancamiento en el que hemos estado durante décadas”.
Ahora las cosas importantes, dice Sanguinetty, son reconstruir las instituciones cubanas y recuperarse “del colapso total de la sociedad civil cubana en los últimos 50 años”.
Dentro de Cuba algunos ya han presionado para ver si una nueva relación con Estados Unidos puede traer más tolerancia.
A fines de diciembre, Tania Bruguera, un artista cubana que vive y trabaja principalmente en Estados Unidos y Europa, regresó a su tierra natal para organizar un performance sobre la libertad de expresión en la Plaza de la Revolución de La Habana.
Las autoridades cubanas se lo impidieron y fue detenida, puesta en libertad y luego la detuvieron dos veces más. Su pasaporte le fue confiscado.
Algunos de los 53 presos políticos recién liberados tampoco perdieron tiempo para levantar sus voces. Hace una semana, un domingo, marcharon con las Damas de Blanco en el parque Gandhi, portando gladiolos rosados y gritando: “¡Libertad, libertad, libertad!”
En un mensaje de Twitter, Hablemos Press informó que dos de los presos recién liberados habían sido arrestados la semana pasada.
El presidente Obama ha dicho que Estados Unidos tiene la intención de “seguir presionando en temas de democracia y derechos humanos, lo que creemos que es importante”.
Pero Hernández, de la Fundación, dijo que no espera demasiado del gobierno cubano “a menos que se le obligue a respetar los derechos humanos y a dar más espacio a la sociedad civil”.
“La cuestión ahora es si el compromiso será una herramienta más eficaz para hacer frente a la represión”, dijo Meacham.
El reportero de El Nuevo Herald, Jim Wyss, contribuyó con este artículo.
|