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General: El presidente Obama desafía al Congreso a reducir las desigualdades en EE.UU.
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 21/01/2015 18:01
Un día especial para muchos, un ritual para otros
El presidente proclama el fin de 15 años de guerra y recesión
  
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Obama durante el discurso.
Obama desafía al Congreso a reducir las desigualdades en EE UU
                  Por Marc Bassets /  Washington / EL PAÍS Edición América
El presidente Barack Obama proclamó este martes, en el discurso anual sobre el estado de la Unión, que Estados Unidos ha dejado atrás 15 años de guerra y recesión, y fijó como prioridad para el futuro la mejora de los salarios y las oportunidades para las clases medias.
  
“Esta noche, pasamos página”, dijo el presidente al Congreso. “En este momento, con una economía en crecimiento, déficits menguantes, una industria desbordante y un boom en la producción energética, hemos salido de la recesión más libres para escribir nuestro futuro que cualquier nación en la tierra. Nos corresponde a nosotros elegir qué queremos ser en los próximos 15 años, y en las décadas venideras”.
 
El demócrata Obama recobra el pulso. Menos de tres meses después de una de las derrotas más humillantes de su carrera, el presidente exhibe sus logros económicos y desafía a los republicanos para que apoyen medidas para atenuar las desigualdades como subir los impuestos a los más ricos y a los bancos y bajarlos a los asalariados. Se acerca a enemigos de décadas, como Cuba e Irán. Pese a que la oposición controla, por primera vez desde 2006, ambas cámaras del Congreso, se declara dispuesto a usar sus prerrogativas constitucionales para vetar las leyes más controvertidas.
 
“El estado de la Unión es fuerte”, celebró. El discurso sirvió para proyectar ante una audiencia millonaria al nuevo Obama, más confiado de lo que se le ha visto desde su reelección en 2012 y preparado para pasar a la ofensiva. El rumbo hacia el final de la presidencia está fijado.
 
“¿Aceptaremos una economía en la que solo a unos pocos les va espectacularmente bien?”, dijo Obama. “¿O nos comprometeremos con una economía que genere ingresos cada vez más altos y oportunidades para todos los que se esfuercen?"
 
La desigualdad se ha instalado en el centro del debate en EE UU. La derecha comparte el diagnóstico pero difiere en las soluciones.
 
En la réplica oficial del Partido Republicano al discurso sobre el estado de la Unión, la nueva senadora por Iowa, Joni Ernst, rechazó las propuestas fiscales de Obama. Pero tendió la mano al presidente en cuestiones que provocan resistencias en la bancada demócrata como los acuerdos comerciales con la Unión Europea y los países de la región Asia-Pacífico.
 
Uno de los primeros episodios de choque frontal puede ser el veto de Obama a la construcción del oleoducto Keystone XL. El oleoducto, que ha movilizado en su contra al movimiento ecologista, debe transportar petróleo de la provincia canadiense de Alberta a la costa del Golfo de México. “¿Firmará la ley? ¿O bloqueará buenos empleos americanos?”, se preguntó la senadora Ernst.
 
Tras la derrota demócrata en las legislativas de noviembre, Obama parecía desfondado. El fin de la era Obama, decían los comentaristas. Su capacidad para gobernar era más limitada que nunca. No le quedaba otra opción que plegarse ante una oposición que se propone enmendar o revocar las iniciativas centrales de la presidencia, como la reforma sanitaria.
 
Todo ha cambiado. El anuncio de una regularización de millones de inmigrantes sin papeles fue el primer gesto de fuerza de la nueva etapa. El deshielo con Cuba es el segundo.
 
El presidente ha flexibilizado los viajes a la isla y quiere reanudar las relaciones diplomáticas tras más de medio siglo interrumpidas. Pero no puede levantar el embargo comercial sin la aprobación del Congreso. En el discurso, invocó al Papa Francisco para pedir a los legisladores que lo levanten.
 
El éxito de las negociaciones para frenar el programa nuclear de Irán sería el colofón a la política de mano tendida con regímenes hostiles. “Creo”, dijo el presidente, “en un tipo de liderazgo americano más inteligente. Lideramos mejor cuando combinamos poder militar con una diplomacia fuerte”.
 
Sobre la guerra en Siria e Irak contra el Estado Islámico, Obama dijo: “El esfuerzo requerirá tiempo. Exigirá concentración. Pero tendremos éxito”. Sobre la amenaza de la ciberguerra, pedirá al Congreso una nueva legislación. “Si no actuamos, dejaremos que nuestra nación y nuestra economía sean vulnerables”, avisó.
 
El atentado de París mereció una mención de pasada y ni Charlie Hebdo ni la libertad de expresión figuraron en el discurso. Pero ni el Estado Islámico ni Cuba ni Irán ni la ciberguerra ni Charlie ni la inmigración inciden de forma directa en las vidas de millones de norteamericanos. De ahí que el foco del discurso fuese la economía.
 
El argumento de Obama se estructura en dos partes. La primera, consiste en reivindicar sus políticas económicas. Sus asesores lo repiten estos días: cuando llegó a la Casa Blanca, en enero de 2009, la economía se encontraba en caída libre. EE UU se asomaba a una depresión que habría arrastrado al resto de economías desarrolladas. La recesión fue severa pero los peores temores no se cumplieron.
 
El desempleo baja, la economía crece y los sondeos sobre la popularidad de Obama reflejan brotes de optimismo en un país que lleva años sumido en el pesimismo, quizá desde los noventa, los años de la presidencia de Bill Clinton, la última que muchos estadounidenses asocian con un futuro esperanzado. Misión cumplida: este es, en síntesis, el mensaje.
 
Pero la línea entre el optimismo y la complacencia es tenue. Y aquí llega la segunda parte del argumento: ahora es el momento de que las clases medias se beneficien de la recuperación. El estancamiento de los salarios, al tiempo que se disparaban los ingresos de los más ricos, significa que, para una parte de la población, la recesión continúa.
 
“Esto es la economía para la clase media: la idea de que a este país le va mejor cuando todo el mundo tiene su oportunidad justa, donde todo el mundo recibe lo justo, donde todo el mundo juega con las misma normas”, dijo el presidente.
 
Será difícil que, de ahora a las presidenciales de 2016, se adopte otra ley comparable al estímulo fiscal de 2009 o a la reforma sanitaria de 2010. Pero no todo el legado está escrito. El presidente tiene dos años para los últimos retoques. Los EE UU que heredarán Hillary Clinton, Jeb Bush, o quien sea que suceda a Obama en la Casa Blanca, se perfilan.





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