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General: MURIÓ CELINA GONZÁLEZ LA VOZ DEL CAMPO CUBANO
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 04/02/2015 21:48
 Murió Celina
‘La Reina’ de la música campesina cubana
  
 celina_gonzalez.jpg (381×420)celina.jpg (381×420)
EN PAZ DESCANSE
 
Celina González, “La Reina” indiscutida de la música campesina y folclórica cubana, murió este miércoles en La Habana a los 85 años de edad, informaron medios locales sin precisar las causas del deceso.
 
La intérprete de “Yo soy el punto cubano” y “Que viva Shangó” se había retirado hace unos años de los escenarios debido a “una prolongada enfermedad”, según el sitio Cubadebate, que provocó un evidente deterioro físico, apreciable en sus últimos homenajes públicos.
 
Nacida en Matanzas, 100 km al este de La Habana, el 16 de marzo de 1929, comenzó su vida artística en Santiago de Cuba (sudeste), en 1947 junto a Reutilio Domínguez, guitarrista, compositor y cantante.
 El dúo alcanzó un rápido éxito que lo llevó a instalarse en La Habana, grabar varios discos, y gozar de popularidad en Cuba, Venezuela, República Dominicana y sobre todo Colombia.
 
Esa colaboración duró hasta 1964, en que se separaron y Celina siguió su carrera como solista hasta 1980, en que forma otro dúo esta vez con su hijo Lázaro Reutilio.
 
A partir 1984 el nuevo dúo realizó varias giras por Colombia con actuaciones en Bogotá, Cali, Palmira, Popayán, Cartagena, Pereira, Barranquilla y Montería, entre otras ciudades,
 
En 2002 recibió el Premio Nacional de Música de Cuba.
 
Según los críticos, Celina fue para la música campesina, lo que Celia Cruz (1925-2003)para la guaracha y el son.
 
Algunos de sus admiradores aseguran con orgullo no bien disimulado que fueron los ingleses a pesar de su bien ganada fama de flemáticos, quienes bautizaron a nuestra Celina González como la Reina de la Música campesina.
 
No es de extrañar que así fuera. Su presencia ha sido encumbrada en los más reconocidos escenarios del mundo.
 
A ella también se le identifica como la Diosa Guajira y con  el Punto Cubano.
 
Cuentan que desde pequeña tuvo una voz fuerte, melódica y rítmica de guajira de tierra adentro y que su casa era como un guateque donde sus padres interpretaban tonadas campesinas y algunos de sus hermanos tocaban el  tres y el  laúd.
 
Nacida el 16 de marzo de 1929 en La Luisa, un caserío entre Pedro Betancourt y Jovellanos, en la provincia de Matanzas, fue llevada por sus padres apenas una niña a Santiago de Cuba, donde se crió montuneando décimas, con una flor en la negrísima cabellera que le llegaba a la cintura.
 
Muy pronto conoce en una fiesta familiar al guantanamero Reutilio Domínguez, quien cantaba música mexicana acompañado de su guitarra.
 
Éramos muy jóvenes cuando nos casamos, él tenía 22 años y yo 15.
 
Un día hicieron juntos un número, les gustó y así, como quien no quiere las cosas, nació el dúo de Celina y Reutilio, sin pensar todavía en cantar como profesionales.
 
Eso vino después cuando debutaron en 1947 con Amorosa guajira, de González Allué, en el programa Atalaya campesina de la Cadena Oriental de Radio en Santiago de Cuba.
 
Famosos en poco tiempo 
 En honor a la verdad quien los descubre es Ñico Saquito, lo que Celina siempre agradeció: “… él nos ayudó mucho a dominar los ritmos populares, a profundizar en las guarachas, los sones. Nos enseñó de verdad lo que era la clave del son y la guaracha”.
 
En noviembre de 1948 se trasladan a La Habana. Primero trabajan en la radioemisora Suaritos, después en la RHC Cadena Azul.
 
La capital les abre sus puertas, y en ese mismo año, cantan A Santa Bárbara  (¡Que viva Changó!), que se convierte en todo un éxito.
 
Según la propia Celina fue en un sueño donde se le apareció la santa quien le dictó la letra y la música de esa canción, a la que Reutilio hizo más tarde los arreglos.
 
El pueblo los adora. Dondequiera que se presentan son la mayor atracción del espectáculo. Ella  con su delicada figura envuelta en una bata criolla y él con la cubanísima guayabera blanca.
 
En 1952 componen Yo soy el punto el cubano, todo un clásico de nuestra música.
 
Años después ella diría en una entrevista:
 
“Aquella fue una época en que comenzaron a desaparecer los programas campesinos. Reutilio me alerta y propone hacer un número que dignifique la música guajira, para decirle al mundo que era nuestra y que había que respetarla."
 
"Y cosa curiosa. Hicimos este tema, pero cuando se grabó, en el disco lo pusieron como relleno para completar las 12 piezas y, lo que son las cosas, de todos los números que lanzamos, este es el único que hace poner de pie al público ante las primeras notas, lo mismo en Inglaterra, que en Japón o América Latina y en los propios EE.UU.”
 
En los años 50 actúan en Nueva York, junto a Benny Moré y Barbarito Diez. Hacen giras por varios países latinoamericanos. Trabajan en teatro, en la televisión. Integran el elenco de dos largometrajes: Rincón Criollo y Bella, la salvaje.
 
En 1964 Celina comienza su carrera de solista; en 1981 forma dúo con Lázaro Reutilio, uno de sus cinco hijos.
 
Su más grande aporte a la formación de la identidad cubana, ha sido, sin duda, la música campesina,… “la que comencé a interpretar desde que era una niña, cuando mi padre, cada domingo, traía a la casa cuatro o cinco personas para tocar y cantar”.
 
Reverenciada en todo el orbe
 En Colombia es un ídolo. Europa la colma de halagos. Brilla en Londres y en España. Reina en las galas del mundial de Fútbol de 1998 en París.
  
En Suecia abre el Festival de Divas del Mundo. La UNESCO le confiere la medalla Picasso.
 
Es nominada al Premio Grammy con su disco
  
Cincuenta años… como una reina, mejor álbum de música tropical 2001, que alcanzó Premio en el Cubadisco de ese mismo año.
 
Una vez se le preguntó ¿qué se requería para estar permanentemente en el corazón del pueblo?, y ella respondió:
 
“Ser disciplinada, preocuparse por la buena calidad de cuanto haces, pero también influye mucho el gusto del público, si no le caes bien, él se encarga de eliminarte”.
 “Yo tengo una prueba, luego de 55 años de vida artística, dondequiera que llego, la gente me recibe con el cariño y los aplausos de siempre”.
 
Sin embargo, su voz y su música sobrevivira más allá del recuerdo pervive.
 
Celina, flor que Changó/ hizo brotar en el llano/tú diste al punto cubano/ embrujo de guaguancó. /Por tu ritmo de bongó /y tu gracia de bembé/ mulato el guateque fue/ como si en tu voz sonora/ se hubiera la Mateodora /fundido al Cucalambé. (Jesús Orta Ruiz, El Indio Naborí)
EN PAZ DESCANSE
 Los 85 años de Celina González celebrados en Radio Martí
 Celebró su 85 cumpleaños con el regalo de una llamada telefónica:
 su hijo Lázaro Reutilio la felicitó desde los micrófonos del programa de Radio Martí
 “Tempranito los sábados”.


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 04/02/2015 21:54
celina-gonzalez-una-historia-de-amor.jpg (413×600)
 
Cuando Celina escribe y graba
A Santa Bárbara, en 1948, está haciendo historia:
está fusionando las culturas campesina o guajira de Cuba con la afrocubana
       Por Cristóbal Díaz-Ayala-
Así titula la escritora cubana Mireya R. Fanjul, su biografía de Celina que es también la de su compañero por muchos años, Reutilio. Y estaba haciendo falta un ensayo como este. Celia Cruz, posiblemente la cubana más importante del siglo XX, tiene varias, de las cuales la mejor es la escrita por el colombiano Dr. Héctor Ramírez Bedoya. También tiene más de una Benny Moré. Indudablemente Celia y Benny son mucho más conocidos dentro y fuera de Cuba que Celina, quien comenzó su carrera artística cultivando el género musical cubano más antiguo, —el origen del punto cubano se produce en el siglo XVIII—; pero es también el género que menos importancia tenía, y desgraciadamente tiene, en Cuba y fuera de ella. El mérito grande de Celina fue que desde los fines de la década de los 40 rescató del olvido, con sus composiciones y su voz junto con Reutilio, ese género musical, y además, empezó a incursionar en la música afrocubana, fusionándola con la guajira.
  
Y eso es más importante para la historia de la música cubana, y hasta la social, que los grandes éxitos universales de Celia y Benny. Eso no se había hecho antes en Cuba; eran dos géneros completamente aparte, que además reflejaban una situación social real: el campesino o guajiro cubano, por regla general cultivador de la tierra propia o alquilada, discriminaba al afrocubano, la mayoría de los cuales trabajaban como asalariados en la industria azucarera —trabajo que solo cubría algunos meses del año—, o en otras labores parecidas. Y esto se reflejaba en la música, a duras penas el guajiro había aceptado el son como forma bailable, género de origen afrocubano. Cuando Celina escribe y graba A Santa Bárbara en 1948, está haciendo historia: está fusionando las culturas campesina o guajira de Cuba, con la afrocubana.
  
La historia de esta mujer es la que narra la autora, en un estilo que bien califica el autor del prólogo, Miguel Barnet, como “bosquejo biográfico-lírico”. O sea, en estilo sencillo pero muy ameno nos va contando los pormenores de esta larga e interesante vida, apelando al interés del lector pero sin perder el rigor de conceptualizar los sucesos más importantes de ella.
  
Sorprende un poco que el libro comience con una oración en yoruba, parte de la liturgia de la religión de los orichas o santería, y en esa misma línea una alabanza a los ancestros, al parecer reflejo del sentir de la autora y su biografiada. Una especie de homenaje a esa religión tan arraigada en la población cubana, dentro y fuera de la Isla. Y ya cronológicamente situados en 1928, año del nacimiento de Celina, Mireya comienza su relato en el que siempre describe el entorno de manera que el lector, cubano o de otros países, entienda mejor el transcurso de esa vida campesina: su encuentro con Reutilio, hábil guitarrista a quien se une en 1943 en matrimonio y en dueto musical, ya situados en la región oriental de Cuba; sus luchas y primeros éxitos, en un campo tan competitivo como siempre lo ha sido el de la música en Cuba —máxime desenvolviéndose básicamente en el área de la música guajira—; sus encuentros con figuras como el recitador Luis Carbonell y el compositor Ñico Saquito, ambos ayudando a la pareja, especialmente el segundo, del que la autora atinadamente incluye en el texto una minibiografía, y quien es la persona que los puso en contacto con “Suaritos”, dueño de la emisora habanera del mismo nombre, por muchos años la tercera más importante del país, de quién también nos trae una sintetizada biografía.
 
Será este personaje quien los contrate para una breve temporada en la Habana. La descripción que hace la autora de esa ciudad que en 1948 ven los ojos de la pareja de artistas, está muy bien lograda. La pareja debuta por Radio Cadena Suaritos, y el éxito es instantáneo. Pocos meses después pasan a trabajar a la emisora RHC Cadena Azul, de mayor importancia pues se escuchaba en toda Cuba. Ya en los comienzos de los años 50 hacen sus primeros discos, graban también jingles o anuncios cantados, actúan en teatros, cabarets, fiestas; llegan a tener programas radiales en varias emisoras al mismo tiempo. Parece increíble que solo dos voces y una guitarra, con algún acompañamiento rítmico pudieran tener más éxito que una orquesta. Todo el mundo quiere escuchar estas canciones que son al mismo tiempo un himno a una deidad religiosa católica y un orisha de la religión de los yorubas: Santa Bárbara y Shangó. Con Celina y Reutilio sale del closet el sincretismo religioso cubano, escondido por siglos. Harán lo mismo con San Lázaro y Babalú Allé o la Virgen de Regla y Yemayá. Pero Celina no abandona su veta guajira; brotan deliciosas creaciones como Soy guajiro del monte, Yo soy el punto cubano, entre otras. Al mismo tiempo interviene en varias películas.
 
Mireya nos va narrando en detalle todo este proceso fabuloso que continúa hasta el triunfo de la revolución cubana en 1959. En la siguiente década los cambios de política del nuevo gobierno en cuanto a las religiones afrocubanas reduce su repertorio solamente a lo guajiro. Celina se divorcia de Reutilio en 1964 pero sigue cantando y grabando con otros grupos. Aunque ya había hecho alguna gira antes fuera de Cuba con Reutilio, en 1984 viaja a cantar en Rusia y Bulgaria, y ese mismo año hace su primer viaje a Colombia, a Cali. Ya para entonces está cantando con ella su hijo Lázaro. Aquí comienza esa relación tan hermosa e intensa de Celina con el pueblo colombiano, con innumerables giras a lo largo y ancho del país, que va narrando Mireya con lujo de detalles. Colombia, decididamente, la adopta.
 
Pero no es solo Colombia; increíblemente Inglaterra la reclama, y allí va en 1984; en 1989, será México el país que queda cautivado con esta voz que sale de la tierra misma. También visitará Mozambique, Zambia y Angola, y las Islas Canarias en 1992; en 1994, Argentina, y Suecia en 1998. Anécdotas, grabaciones con sellos disqueros internacionales como Odeón, Emi y Tumi, todo esto va describiendo el libro.
 
Estando en Miami en enero del año 2000, visitando a su hija y nietos que residen allí, sufrió un infarto cerebral, fue atendida en el Jackson Memorial Hospital de la Florida, donde estuvo once meses. Después fue trasladada a Cuba, donde siguió varios meses más bajo tratamiento médico. Con las limitaciones que una enfermedad de este tipo dejan, Celina viajó en 2001 a Venezuela a recibir un homenaje en Caracas. Y sigue viva en Cuba, recordando su hermosa carrera, el cariño de pueblos como el colombiano, que la hicieron suya. Ha recibido un sinnúmero de premios que el libro detalla. Y recoge también fotos de los objetos religiosos de Celina, que pueden ser imágenes de las vírgenes católicas u objetos de la liturgia de los orishas. Hay, además de una gran cantidad de fotos, una discografía de la artista.
 
Por el papel que desempeñaron no solo en su música, sino en la historia social de Cuba, este libro es muy importante para cubanos y también para los colombianos, por el cariño que este pueblo siempre le ha tenido.





 
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