Vida de un cubano en la isla del deshielo
Alberto Verano, de 61 años, fuma en un garaje del centro de La Habana
La noticia no le alegra; de hecho, más bien parece incomodarlo. A sus cincuenta y tantos años de vida, delgado y con una ropa ya marcada por el uso, Idalberto no es precisamente la personificación del cubano al cual pudieran interesarle acontecimientos como el que ahora acaba de conocer.
“¿Pero usted sabe qué es Netflix?”, insiste el periodista, tratando de entender si en realidad piensa en lo que le dice o solamente responde para salir del paso. “Sí, sí, más o menos. ¿Eso es algo de internet, no?”, zanja Idalberto con un gesto de hastío, mientras mira expectante el ómnibus que se acerca a la parada, colmada de personas que –como él– intentan regresar a sus hogares.
El periodista decide dejarle en paz. A esta hora de la tarde (poco más de las cinco), el hombre de andar apresurado tiene muchas cosas importantes por hacer. Al menos más importantes que enterarse de que Netflix comenzará a prestar servicios para Cuba, con los mismos precios y beneficios que recibe cualquier consumidor norteamericano. Ese acontecimiento está a “kilómetros de distancia” de su existencia cotidiana, regida por urgencias que nada tienen que ver con la red de redes. Lo peculiar es que su caso no es único, sino mayoritario entre la población de la isla, uno de los países del mundo con menor penetración de internet y donde nueve de cada diez hogares no tienen un ordenador.
“A lo más que llega la gente es a interesarse por un celular o por comprarse un plasma (televisor de pantalla plana), no una computadora, que en definitiva es un equipo mucho más costoso y al que se le puede dar menos uso”, aclara a este diario José Carlos, un joven ingeniero informático que hace un par de años abandonó la empresa estatal donde trabajaba para probar suerte con un amigo en un negocio privado.
Ahora, tras el tiempo transcurrido, esa decisión le parece la mejor que pudo haber tomado. “Pese a todo y a lo que cuesta conseguir la mercancía, que hay que traer de afuera con 'mulas', me va mil veces mejor que con el Estado. Tanto que ya pude arreglarme la casa y tengo casi completo pa un viaje a Ecuador. ¿Cómo hubiera hecho eso con un salario de 400 o 500 pesos? Lo que antes ganaba en un mes lo gano ahora en un día, y a veces más”.
*Los números del cambio
La “Actualización del Modelo Económico” –nombre con que La Habana califica al proceso de reformas– ha legitimado y ahondado los cambios que desde hacía años venían produciéndose dentro de la sociedad cubana. Los más radicales son comprobables a simple vista y hacen a muchos preguntarse cuánto queda de las “conquistas de la Revolución”.
Durante décadas, ese genérico concepto agrupó a beneficios como la salud pública y la educación, que se distinguían por su calidad de Primer Mundo y planes de colaboración en diversas naciones subdesarrolladas. La otra gran joya de la corona era la seguridad social, orientada a impedir desigualdades que pusieran en peligro a los segmentos más débiles de la población. Pero la caída del Bloque del Este y la crisis sufrida durante la década siguiente(conocida en el ámbito local como Período Especial) marcaron un punto de quiebre que hoy no sólo persiste, sino que también se ahonda.
“La estrategia para distribuir el costo del ajuste en los años noventa entre los empleados estatales, en combinación con la apertura de la economía al turismo, a las remesas, a la inversión extranjera, al trabajo por cuenta propia y a otras fuentes de ingresos privadas para la familia, ha revelado una inmensa brecha de ingresos entre las familias dependientes de los salarios, pensiones, asistencia y subsidios estatales y las familias que han podido acceder a otras fuentes de ingreso privadas”, apunta un estudio realizado en conjunto por instituciones de la Isla y la Latin America Initiative Foreign Policy at BROOKINGS, un prestigioso think-tank norteamericano.
El informe, aparecido en noviembre pasado bajo el título de “El cambio económico de Cuba en perspectiva comparada”, no define, sin embargo, las interioridades del fenómeno, que fuera de la Isla resulta poco menos que una incógnita.
Hacia el exterior sólo se proyectan datoscomo la creciente emigración, sobre todo de jóvenes, que desde 2005 llevó ilegalmente a más 150.000 personas hacia los Estados Unidos. De acuerdo con estadísticas oficiales, en la misma etapa otros 300.000 cubanos tomaron similar camino por vías regulares, una cifra dramática para un país cuya población rebasa ligeramente los once millones de habitantes.
“Es que la cosa cada día está más dura, con el dinero perdido y a veces ni con él resuelves; entonces, ¿cómo alguien puede criticar que te vayas?”, pregunta Yadier, un “botero” (chofer de un vehículo particular) a quien El Confidencial abordó mientras esperaba a las afueras de la embajada de España. “Pa' mí no hay duda. Si no resuelvo visa aquí pruebo con otro país, y si no arranco pa' Ecuador o Panamá. Afuera todo es más fácil y quién quita que dentro de un tiempo pueda virar y montar algún negocio”.
Menos opciones tienen las personas de la tercera edad o con pocos recursos, que como Angelina (una jubilada de la Administración Pública), han visto descender el poder adquisitivo de sus reducidas pensiones. “Sí, debe ser algo muy bueno mi'jo”, comentó tras conocer sobre la decisión de Netflix. “Ojalá que vaya muy bien”, agregó sin mayor entusiasmo, antes de continuar su marcha hacia el comedor social donde almuerza cada día.
*Lo que importa, del Gobierno a la gente
“El 2015 comienza con una serie de expectativas favorables para lograr un mejor desempeño económico en el país. No obstante, será determinante la elevación de la productividad del trabajo y la eficiencia económica interna, en un contexto en que, si bien mejora el clima de relaciones con Estados Unidos, estos no renuncian a su política dirigida a cambiar el régimen político en Cuba”. La cita corresponde a un artículo de José Luis Rodríguez, ministro de Economía y Planificación entre 1995 y 2009, considerado el principal artífice de la política financiera de La Habana durante esa etapa.
Su criterio sigue, punto por punto, los presupuestos defendidos por la máxima dirección del Partido Comunista (en el gobierno desde 1965). El sexto congreso de la organización, en abril 2011, facultó al presidente Raúl Castro para implementar los llamados Lineamientos de la Política Económica y Social, que han traído mayores ganancias a algunas instituciones estatales y favorecido el desarrollo de una incipiente neoburguesía, pero también han aumentado las tensiones en que vive buena parte de la población.
Un buen ejemplo de ese estado de cosas fueron las recientes conversaciones entre La Habana y Washington, después del cambio de políticas anunciado por los dos Gobiernos el 17 de diciembre.
“Se pasaron todo el tiempo hablando de la emigración, de la conectividad a internet, de reabrir las embajadas... Todo eso está muy bien, ¿pero por qué Cuba no trató de presionar para que se amplíe el comercio, o que al menos le quiten las prohibiciones a la entrada de medicamentos? Entiendo que eso no le importe a los americanos, en definitiva ellos están pa'ayudar a los disidentes, pero aquí debieron darle prioridad a lo que más afecta al ciudadano común y no perder tanto tiempo con lo de los 'pies secos, pies mojados'”, se queja Alexander, profesor de Geografía en un instituto de enseñanza preuniversitaria.
Opiniones similares pueden encontrarse cuando se indaga acerca de los logros obtenidos en los ocho años de gestión de Raúl Castro. El hermano menor de Fidel accedió al poder en julio de 2006, a raíz de una crisis médica que puso al borde de la muerte al hombre que había conducido los destinos del país desde 1959. Para analistas internaciones su labor puede considerarse positiva en términos generales, especialmente cuando de economía se trata, pero para quien vive en la Isla, la realidad no siempre tiene tintes tan halagüeños.
“Ni tan mal como en el Período Especial ni tan bien como debiéramos”, piensa Yunier, arquitecto. “Hay muchas diferencias: gente que en una noche de fiesta gasta lo que a otros les lleva un año ganar trabajando para el Estado. En realidad estamos 'ahí', más o menos. ¿Qué van a poner Netflix?, muy bien, pero para la mayoría de la gente eso no representa nada. Cuando tienes que batallar con tantos problemas como los que nosotros enfrentamos a diario, esas noticias no pasan de ser curiosidades”.
Adolescentes juegan al fútbol en una cancha al aire libre en el centro de La Habana