Willy Chirino y Lissette, parecen dos jovenes de 30 años - Cuba Eterna

Por Sarah Moreno - El Nuevo Herald
La nueva casa de Lissette y Willy Chirino en Pinecrest tiene el sello de unos abuelos artistas. En una habitación se muestran los premios que ambos cantantes han ganado a lo largo de su carrera, en otra está el estudio de Willy, donde se ponen a componer preferiblemente a altas horas de la noche. De todos es conocido que la rubia del Casino Deportivo, en La Habana, y el chico altísimo de Consolación del Sur, en Pinar del Río, son noctámbulos.

Pero si la noche y la música los han unido en 34 años de matrimonio, ahora son los tres nietos los que los tienen ocupados. “Dashiel nació en diciembre”, dice Lissette, contando que ahora está en la etapa maravillosa pero difícil de los bebés: esa en que cambian la noche por el día.

Las huellas de que hay un recién nacido se notan por todas las habitaciones, como la sillita para transportarlo en el automóvil, que está en la sala que a Willy le encanta porque tiene unas luces misteriosas que iluminan un estante de líneas minimalistas.

“Willy es un padrazo y un abuelazo”, dice Lissette, que junto con su esposo recibió a el Nuevo Herald para hablar de Hecho en casa, el concierto de Enamorados que presentan este sábado en el Fillmore, un venue que ha sido perfecto en otras ocasiones para los bailadores que siguen a Chirino y que en el teatro de La Playa tienen abundante espacio para levantarse de las silllas y bailar.

“Nos gusta trabajar juntos y ver a la gente cantar con nosotros”, dice Willy, adelantando que volverán a entonar uno de sus temas preferidos, Corazón, de Eduardo Sánchez de Fuentes, que incluyeron en el concierto que ofrecieron en el 2012.

También cantarán Convergencia, que muchos llaman el bolero perfecto, una composición de Bienvenido Julián Gutiérrez y Marcelino “Rapindey” Guerra de 1938. El tema tiene todo el sabor de la Vieja Trova, y una historia destacada en la música cubana, desde la inolvidable interpretación de Pablito Milanés junto a Miguelito Cuní y el Conjunto Chapotín hasta la que tantas veces se le ha oído a Amaury Gutiérrez en el Hoy como Ayer.

“Me gusta por la armonía de las voces, la que hace Willy es un reto”, dice Lissette, añadiendo que también cantarán otra bella canción, Amapola, de Juan Luis Guerra.

La historia de la pareja empezó como un “amor platónico”, cuentan. Lissette vivía en Puerto Rico y tenía una carrera muy bien establecida; Willy aún luchaba por el sueño de ser “un artista famoso”. El la había admirado desde siempre; también han contado que la enamoraba grabándole cassettes con música de Elis Regina. Pero como la “rubia que está pa’ ti nadie te la quita” –se puede decir, parafraseando una canción de Chirino–, la pareja se ha casado dos veces, por eso a veces tienen problemas para indicar la fecha del compromiso. Una vez se casaron el 6 de abril de 1980, en una ceremonia privada en casa de los compadres. Lissette tenía un “barrigón” de seis meses de su hija Nicole. “Llevaba un vestido de encaje, que era una obra de arte. Todavía lo tengo”, recuerda la cantante. La otra boda fue en Las Vegas, tres años después y en octubre. Una fecha que están más inclinados a elegir como la del día del matrimonio porque no coincide con el cumpleaños de Willy, el 5 de abril.

“Vamos a estar celebrando la música de él y la música mía, el amor de tantos años de matrimonio”, dice Lissette, contando que les gusta tanto componer como estar en el escenario y “ver cómo la gente reacciona a las canciones”.

¿Y no te pones celosa?

“No me lo puedo imaginar. Siempre quise que Willy triunfara. Cualquier éxito de él también lo es para mí”, dice Lissette, mientras Willy promete “momentos dramáticos” en el concierto.

“Lo tiene todo, hay canciones de desamor, tributos...”, apunta mirando a Lissette.

Hasta el momento ambos estaban sentados, muy “amarraditos”, una de las canciones insignias de la pareja, pero ahora Willy se acerca a una palma del patio central y mira a una enredadera que ha tomado la mata.

“No es una casa, es una escultura”, dice de la nueva residencia, construida por Peter Gallo, el mismo arquitecto del que Lissette se hizo fan hace muchos años. En ese entonces, al principio de la relación, cuando buscaban una casa que fuera de los dos, Lissette se enamoró de una que había diseñado Gallo en Biscayne Point y que no pudieron comprar porque escapaba a su presupuesto.

Esta vez, cuando buscaban una nueva casa, y le dijeron que la de Pinecrest en un principio había sido diseñada por Gallo para vivirla él mismo, Lissette lo percibió como si se tratara de darle la vuelta al círculo.

Era un buen augurio para la residencia que ahora tienen tomada los perros, entre ellos, el orgullo de Lissette, un pomeranian que llegó a sus manos cojito y que rescató. Se llama “Palito Ortega” como el cantante argentino, un amigo de la pareja. Pero Palito es el único que tiene nombre del show business latino, porque los otros perros de la pareja se llaman como canciones de los Beatles –uno de los grupos favoritos de Willy, a quien les dedicó un disco de versiones de sus temas.

La otra estrella es un French Bulldog que se llama Sexie Saddie, y que es bastante posesiva con Lissette, quien ha canalizado la pasión por los animales –una vez confesó que tenía cinco perros, cinco gatos y 22 pájaros– en la organización no lucrativa Fur Angels Rescue, que ha salvado a miles de animales en el sur de la Florida y Puerto Rico.