¿Rapero, delincuente, agente de la inteligencia o todo a la vez?
Circulan versiones contradictorias relacionadas con el arresto en la capital cubana de Gilberto Martínez Suárez, rapero que se publicita con el nombre artístico “Gilbert Man” y al mismo tiempo es un prófugo de la justicia estadounidense por usar tarjetas de crédito falsas y robar identidades.
Algunas fuentes afirman que Martínez sobornó a la mayoría de los oficiales del gobierno municipal para construir la lujosa casa donde reside, pero según otras declaraciones el rapero es un agente de la inteligencia que cayó en desgracia cuando se descubrió las actividades delictivas que realizó en Estados Unidos supuestamente como parte de su misión en el extranjero y por eso ahora lo sacrifican como chivo expiatorio.
Es obvio que para construir la mansión donde reside Martínez se utilizó decenas de camiones cargados de materiales de construcción, se necesitó permisos oficiales, intervino trabajadores con maquinaria pesada, todo lo cual es improbable que pase desapercibido en país como Cuba, donde en cada cuadra hay diferentes procedimientos de vigilancia y control sociales que van desde los Comité de Defensa de la Revolución (CDR) y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) hasta los llamados PC o personal de confianza, una red de espías y delatores a nivel de barrio que incluye militantes del partido comunista (PCC), integrantes del Sistema Único de Exploración y Vigilancia (SUEV) y miembros de las fuerzas armadas (MINFAR) entre otros.
“Aquí llegaban camiones y más camiones transportando bloques, arena, recebo, gravilla y sacos de cemento para la construcción de Gilberto, bajaban la carga y no pasaba nada porque eso era legal” –recuerda un vecino del reparto D’Beche, ubicado en el municipio Guanabacoa de La Habana, donde reside Martínez.
Vista exterior de la mansión de “Gilbert Man” en el municipio capitalino Guanabacoa. La vivienda de Martínez está situada entre la antigua fábrica de calzoncillos marca Taca (convertida ahora en almacén de insumos del Ministerio de Salud Pública) y el otrora cabaret El Oasis que actualmente funciona como cafetería.
Algunos de los entrevistados aseguran que, como parte de un presunto plan para debilitar al “imperio yanqui”, la inteligencia del PCC envía agentes a los Estados Unidos con la misión de estafar programas como el Medicare, traficar y vender drogas, promover el robo de identidad y la falsificación de tarjetas de crédito, construir hidropónicos de mariguana y extender su uso, así como propiciar el tráfico humano vía por donde se siguen infiltrando agentes de inteligencia con fachada de personas que huyen del comunismo. “Nadie aquí en D’Beche puede hacer lo que hizo Gilberto si no tiene autorización de arriba. Y no te hablo de funcionarios del municipio, sino de jefes grandes, de esos intocables que llaman mayimbes” –sentenció una ex trabajadora de la fábrica de calzoncillos Taca.