Venezuela puede aguar la fiesta Obama-Castro
ANDRÉS OPPENHEIMER
Las crecientes tensiones entre Washington y Caracas probablemente eclipsarán el tan esperado encuentro entre el presidente Barack Obama y el dictador cubano Raúl Castro en la próxima Cumbre de las Américas, que marcará el histórico regreso de Cuba a la comunidad diplomática interamericana.
Hasta ahora, se anticipaba que todos los reflectores de la cumbre, que se llevará a cabo el 10 y 11 de abril en Panamá, estarían centrados en el esperado apretón de manos — o abrazo — entre Obama y Castro. Será la primera Cumbre de las Américas que incluirá a Cuba, después de décadas en que Estados Unidos había insistido en que solo los países democráticos participaran en estas mega cumbres.
En las últimas semanas, después de dos rondas de conversaciones oficiales entre Estados Unidos y Cuba para normalizar las relaciones bilaterales, funcionarios de ambos países habían expresado esperanzas de anunciar la reapertura de sus respectivas embajadas en Washington y La Habana antes o durante la Cumbre de las Américas.
Eso haría que la cumbre se convertiría en una celebración de la reconciliación entre Estados Unidos y Cuba, y un paso importante para mejorar las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica.
Pero ahora, después de la orden ejecutiva del 9 de marzo en la que Obama anunció sanciones financieras a siete funcionarios venezolanos acusados de abusos contra los derechos humanos, y declarando que Venezuela es “una amenaza inusual y extraordinaria” a la seguridad nacional de Estados Unidos, una buena parte de la atención latinoamericana se desplazará a la pelea entre Washington y Caracas.
El presidente venezolano Nicolás Maduro, cuyo desastroso gobierno ha hecho caer su popularidad a casi un 20 por ciento, está pidiendo la solidaridad de América Latina para enfrentar lo que él llama “la mayor agresión” de Estados Unidos contra Venezuela en la historia. Se espera que Maduro pida una declaración de al menos de un grupo de países condenando las sanciones de Estados Unidos.
Richard Feinberg, un ex funcionario de la administración Clinton quien organizó la primera Cumbre de las Américas en 1994, cree que Cuba intentará evitar que Maduro se robe el show.
“Los cubanos tratarán de guiar a Maduro en una forma que le permita hacer sus acusaciones contra Estados Unidos, pero sin aguar la fiesta”, me dijo Feinberg.
“El centro de la cumbre será el abrazo entre Obama y Castro”, dijo Feinberg. Agregó que “cuando se produzca ese abrazo, cada líder del hemisferio se pondrá de pie y aplaudirá. Será un momento histórico en las relaciones interamericanas, y no es en el interés de Castro que ese momento sea opacado”.
Otros observadores dicen que la orden ejecutiva de Obama llamando a Venezuela una amenaza extraordinaria para Estados Unidos, le ha dado munición diplomática al gobierno de Venezuela. Los funcionarios estadounidenses minimizan lo de la amenaza, diciendo que se trata de un lenguaje jurídico estándar, requerido por la ley para dictar sanciones financieras. Según funcionarios de Estados Unidos, no ha habido ningún cambio en la política de Estados Unidos hacia Venezuela.
Cuando le pregunté sobre las sanciones de Estados Unidos contra los funcionarios venezolanos, Feinberg me dijo que “hay que ver estas sanciones en el contexto de un gobierno de Obama que está negociando acuerdos historicos con Irán y Cuba, y tomando posiciones ‘blandas’ en el Medio Oriente. Entonces, pueda que el gobierno de Obama quiera verse ‘duro’ con Venezuela, que tiene un costo político muy bajo”.
A juzgar por lo que escucho de funcionarios estadounidenses de alto rango, las sanciones de Obama contra funcionarios venezolanos son producto de la creciente frustración de Estados Unidos ante la falta de una presión latinoamericana contra Maduro para que deje de encarcelar a políticos de la oposición y permita elecciones legislativas justas este año. Los funcionarios estadounidenses confían en que, al llegar la fecha de la cumbre, la atención pública mundial se volverá a centrar en la reconciliación entre Estados Unidos y Cuba.
Mi opinión: Para los medios de Estados Unidos, el abrazo entre Obama y Castro será la principal — y probablemente única — noticia de la cumbre. La nostalgia vende, y las imágenes de la visita de Fidel Castro a Nueva York en 1959 y de los automóviles de la década de 1950 que todavía circulan en La Habana, obtienen audiencias mucho más altas entre los agricultores de Iowa que una pelea de Obama con un presidente venezolano cuyo nombre pocos conocen.
Pero en América Latina, la cumbre va a ser cubierta de otra forma. A menos que Obama desarme a Maduro en la cumbre con datos sobre los cientos de millones de dólares escondidos en bancos extranjeros por funcionarios venezolanos corruptos, Maduro le puede robar el show a Castro, y echar a perder la esperanza de los Estados Unidos de una mejora importante en sus relaciones con Latinoamérica.
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