Una isla donde comer pescado es un lujo
Después de 10 años, el gobierno vendió (en una sola ocasión) pescado de mar para todos, aunque racionado. Parecía día de fiesta nacional, hasta para los gatos, que alcanzaron las espinas
Si sorprenden al pescador vendiendo pescado, se complica
con fuertemulta, pérdida de licencia, y decomiso de artes de pesca
Reinaldo Emilio Cosano Alén | La Habana |
El pescado, convertido en alimento de lujo, que pocos pueden pagar, se vende en tiendas dolarizadas a precios exorbitantes. O por pescadores furtivos, a dólar la libra.
El gobierno pesca mar afuera con flotillas –también algunos particulares con sus chalupas- pero las capturas se destinan al consumo por turistas en restaurantes y hoteles de lujo y a la exportación.
Escasez y precios contrastan con la condición insular de Cuba y su anterior riqueza marina, hoy arrasada.
Tropas Guarda Fronteras al norte de la provincia Matanzas abordaron una lancha y ocuparon 796 colas de langosta, dos caguamas y un carey (quelonios en veda permanente), ocho picúas, dos pulpos, dos caracoles trompetas y seis kilogramos de peces de baja talla. Las capturas fueron decomisadas, los infractores multados y la embarcación incautada.
Una de tantas rapiñas marinas con consecuente degradación de mares y costas, ocasionalmente denunciadas con intención de frenar con castigos el arrasamiento por pescadores profesionales, deportivos o furtivos que exceden en capturas, apresan especies vedadas, o sin llegar a la adultez reproductiva, para obtener ganancias estimuladas por tanta necesidad de alimento.
Pescadores en gomas de camión
“Ni quienes vivimos al lado del mar, podemos comer pescado, aunque existe una base y cooperativa de pesca. Hasta los pescadores, controlados por la Cooperativa, tienen que vender las capturas al gobierno a precios muy bajos. Solo les autorizan pocas libras para el consumo familiar. Si sorprenden al pescador vendiendo pescado a cualquier ciudadano se complica con fuerte multa, pérdida de licencia, decomiso de artes de pesca y embarcación, queda sin sustento familiar. La Cooperativa tampoco vende. Ni la pescadería, siempre estatal. Ocasionalmente pescado de presa que no gusta. Pescado del mar, langosta, camarones tienen por destino al turista y la exportación. Los del patio quedamos siempre con los deseos de comer pescado”, cuenta Ibán Guerra, fotógrafo residente en Boca de Jaruco, al norte de la provincia Mayabeque.
Orlando Lauger, Amaury Fernández y Jorge Luis Godales, pescadores de Guanabo, pueblo al este de La Habana, opinan:
“Tendremos que devolver nuestras licencias de pesca. Pasamos horas buceando y no cogemos nada, o casi nada. El mar está saqueado. Mucha basura y ocasionales manchas de sardinas”.
Horacio Marrero, residente en Bajurayabo, barrio de Guanabo, cree tener la respuesta:
“Las embarcaciones estatales de pesca en mar abierto lo agarran todo. Casi no escapan peces que podamos pescar en la orilla. Tampoco en ríos. Desde niño pescaba en el río, lleno de biajacas, camarones de ley, rana-toros. Hoy solo un hilito de agua contaminada, sin vida. También pescaba en la costa y llevaba pescados para la comida. Ahora ni entretenimiento, ni pescado. No se pesca”.
Pescador de orilla
Continúa Guarda Fronteras: “Trasmallos, redes y paños del largo de 1, 475, 918 colas de langosta, 46 kilogramos de caguama, doce kilogramos de carey, diez cobos y 37 kilogramos de otras especies consideradas tóxicas para el consumo humano se enumeran entre las incautaciones por miembros de Guarda Fronteras en los últimos meses al norte de Matanzas. Algunos pescadores no tienen conciencia de la captura de ciertas especies como el pez loro, que mantiene vivo los corales y brinda oxígeno. Otras violaciones que se cometen en el litoral son extracción de arena en líneas costeras y áreas protegidas, buceo irresponsable por sobrecargas en áreas marinas protegidas, vertimiento de basuras, afectación a los manglares por tala ilegal y daño a los corales por embarcaciones”.
“La conservación de los ecosistemas y de especies de la flora y la fauna es un propósito que no puede desligarse de la comunidad, el Estado y los especialistas”, se dice en un suplemento del diario Juventud Rebelde .
Tampoco desligarse, sin resolverlo, del agudo, preocupante, problema de la alimentación del pueblo.