A 35 años del Mariel
POR ALEJANDRO RÍOS
Esta semana coincide la celebración de la Cumbre de las Américas, que el ex secretario de Comercio Carlos Gutiérrez ha calificado como un encuentro fotogénico y anecdótico, cuando debiera ser sobre la necesidad de infraestructura en Latinoamérica, y treinta y cinco años del inicio del incidente que desencadenó la epopeya del éxodo de 125,000 personas por el puerto cubano del Mariel en 1980.
Desde entonces, la dictadura que mancilla la isla ha experimentado cambios cosméticos pero su esencia represiva sigue inalterable. Danilo Maldonado, El Sexto, un artista que pinta grafitis y planeaba el performance de soltar dos puercos en el Parque Central de la Habana, con los nombres de Raúl y Fidel –sin apellidos como ha indicado el propio creador–, está preso y la indiferencia internacional, con escasas excepciones, ante tal atropello da vergüenza.
Este domingo a las 8:00 p.m., los que hacemos posible el programa La Mirada Indiscreta en el Canal 41, AméricaTeVe, hemos decidido rendir tributo a quienes se aventuraron a la incertidumbre de atravesar el estrecho de la Florida en aquellos días aciagos cuando el castrismo retomó –porque ya los había practicado con anterioridad– y generalizó los llamados “actos de repudio”, que se han mantenido como práctica habitual contra las personas que disienten públicamente del sistema.
La figura central del espacio será la periodista Mirta Ojito, quien escribiera uno de los testimonios más fascinantes sobre aquellos hechos en el libro Finding Mañana. Mañana fue el nombre del barco que la trajo de niña a esta orilla y ella se da a la tarea de encontrarlo veinte años después y contarnos la odisea de su familia en aquel capítulo oscuro de la historia cubana contemporánea.
Ojito ha ejercido el periodismo en the Miami Herald, el Nuevo Herald y The New York Times. También ha sido profesora en la prestigiosa Columbia University Graduate School of Journalism. Simboliza una de las tantas pruebas del éxito de sus coterráneos en libertad y del triunfo de la democracia sobre la penumbra totalitaria que hizo uso de todas sus estratagemas abyectas para que los refugiados fracasaran en tan perseverante cruzada.
A treinta y cinco años de distancia, el Mariel sigue siendo un tema tabú en la sociedad cubana. La prensa no lo recuerda o debate ni de manera peyorativa y el intrépido cine de los nuevos realizadores tampoco le ha dado por explorarlo, no obstante sus numerosas y dramáticas aristas.
Solo en 1990 el filme Mujer transparente, integrado por varios cuentos, lo incluye en la historia Laura, de la directora Ana Rodríguez. Allí la protagonista espera en el lobby de un hotel habanero por su amiga que ha retornado como “comunitaria” luego de haber abandonado el país cual “escoria” y reflexiona sobre tanto desatino mientras se ven en pantalla actos de repudios y marchas del pueblo combatiente.
Curiosamente, una adlátere del régimen como la realizadora estadounidense Estela Bravo es la única que ha tenido licencia oficial para tratar el Mariel desde ángulos pesimistas y de fracaso, sin contar que el famoso director Santiago Alvarez y su equipo fueron parte de la conspiración que ofreció al mundo una visión apocalíptica y deleznable de las personas que ocuparon desesperadas la Embajada del Perú en La Habana.
Los huevos que se lanzaron, entonces, contra vecinos en fuga del paraíso proletario, son los mismos que en la actualidad –escasamente– siguen alimentando a la necesitada población que, ahora mismo, cifra su esperanza en la nación a donde hace treinta y cinco años huyeron sus congéneres en busca de una vida decente y meritoria.