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General: Rompiendo el silencio, cómo se logró la encuesta secreta dentro de Cuba
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De: cubanet201  (Missatge original) Enviat: 09/04/2015 17:14
‘Rompiendo el silencio’, cómo
se logró la encuesta secreta dentro de Cuba
 
ENCUESTA-COMPANIA-765x600.jpg (765×600)
Fernand Amandi (centro), de la encuestadora Bendixen & Amandi International, junto a Joaquín Pérez (izq.) y Fernando A. Amandi.
   Por Glenn Garvin - El Nuevo Herald
El encuestador de Miami Fernand Amandi estaba mirando un noticiero en la televisión poco después de que se iniciara el histórico anuncio del deshielo de las relaciones entre Washington y La Habana el pasado diciembre, cuando vio al gobernante cubano Raúl Castro desestimar una sugerencia de que los disidentes de la isla serían ahora escuchados con mayor respeto por su gobierno. ¿Por qué deberíamos hacerlo?, dijo Castro. Ellos no representan a nadie. Ellos no hablan a nombre de los cubanos.

A Amandi se le ocurrieron dos ideas en seguida. La primera fue: en un país que no ha celebrado elecciones libres en más de 50 años, ¿quién sabe qué es lo que piensan en realidad los cubanos? La segunda fue: ¿por qué no les preguntamos?

Dos meses más tarde, un escuadrón de encuestadores que trabajaban para su compañía, Bendixen & Amandi International (B&A), se esparcieron en secreto por toda Cuba y llevaron a cabo 1,200 entrevistas para lo que sería el primer sondeo a nivel nacional en ese país llevado a cabo por una firma encuestadora privada independiente desde que Fidel Castro tomara el poder en 1959.

“Estamos muy, muy orgullosos de este trabajo”, dijo Amandi del sondeo, publicado el miércoles por sus clientes, el Washington Post y las redes televisivas Univisión y Fusión. “Hemos hecho encuestas difíciles anteriormente, pero esta presentó para nosotros algunos obstáculos extremadamente inusuales”.
Tres de los 18 entrevistadores cubanos de B&A renunciaron por miedo durante su entrenamiento. Otros tres tuvieron que evadir a la policía tras haber sido denunciados por ciudadanos cubanos que entraron en sospechas sobre sus preguntas. Para cumplir la meta de B&A de reunir información de las 15 provincias cubanas además de la Isla de la Juventud, algunos de los encuestadores tuvieron que viajar hasta 10 horas en ómnibus destartalados para hacer apenas 10 entrevistas.

Hacer sondeos de opinión en cualquier país del Tercer Mundo, donde las herramientas principales del encuestador —los teléfonos y datos de censo sólidos sobre la composición demográfica— suelen ser poco confiables es siempre una tarea difícil. Pero en Cuba, donde las encuestas son ilegales y la represión política hace riesgoso responder a las preguntas de un extraño, es una tarea realmente titánica.

“Cuba es una sociedad cerrada y estrechamente vigilada”, dijo Tom Garrett, vicepresidente del Instituto Republicano Internacional (IRI), una sucursal del Fondo Nacional de EEUU por la Democracia —cuyo personal está compuesto en gran medida por republicanos— la cual ha llevado a cabo sus propias encuestas en Cuba. “Es uno de los lugares más difíciles en que hemos trabajado”.

Las dificultades de hacer encuestas —en particular, la falta de buena información demográfica y la dificultad de contratar entrevistadores confiables— había hecho abortar otros dos planes incipientes de B&A de trabajar en Cuba, en el 2006. Amandi se muestra reacio a decir exactamente lo que cambió por temor a que divulgar los detalles de su operación pueda poner en peligro los planes de la compañía de volver a hacer encuestas en Cuba en el futuro.

“Sólo puedo decirles que contábamos con información demográfica en la que podíamos confiar, y tuvimos un proceso de investigación de antecedentes en el que también podíamos confiar, para asegurar que la confidencialidad de las personas que entrevistamos fuera protegida”, afirmó.

El encuestador venezolano Joaquín Pérez Rodríguez ayudó a diseñar el sondeo de 79 preguntas, el cual comenzaba con preguntas poco controversiales tales como “¿qué le gustaría lograr en los próximos cinco años?”, para ir llegando a otras potencialmente problemáticas como “¿usted tiene una opinión positiva o negativa de Fidel Castro?”. Otra compañía encuestadora, CIS-México, se encargó de dirigir las operaciones en la isla, contratando y entrenando a los cubanos que harían las preguntas.

Directivos de B&A no quisieron revelar exactamente lo que se le dijo a los entrevistadores de para quién llevarían a cabo el sondeo, o lo que ellos, por su parte, dijeron a los ciudadanos cubanos que aceptaron responder a sus preguntas. Pero sí dijeron que el entrenamiento había llevado tiempo.

“Puesto que no podíamos llevar a los encuestadores a un hotel sin ser expuestos (ya que en todos los hoteles hay personal del gobierno que informan de todos los detalles), tuvimos que alquilar habitaciones y casas por distintos lugares del país para capacitar de forma individual a los entrevistadores”, dijo Fernando Civera, director del proyecto por parte de CIS-México.

Aun así, el entrenamiento se hizo de uno en uno en vez de en grupo, de modo que si un encuestador era capturado, no pudiera identificar a los demás. Ninguno de los encuestadores sabía quién más estaba participando.

Un sondeo similar en Estados Unidos o Europa, donde algo más del 99 por ciento de las familias tienen teléfono, hubiera sido llevado a cabo por teléfono usando lo que encuestadores llaman marcación aleatoria o llamadas telefónicas aleatorias (RDD). Pero los teléfonos son mucho menos comunes en Cuba, especialmente en las provincias fuera de La Habana, y los encuestadores dudaron de que nadie estuviera dispuesto a hablar honestamente de política con cualquier desconocido que los llamara por teléfono.

En lugar de eso, usaron una técnica conocida como “ruta aleatoria”, en la cual ciertas direcciones se establecen como “puntos de muestra”. A partir de las mismas, los encuestadores se dispersan en todas direcciones para visitar, por ejemplo, una casa cada tres para una entrevista cara a cara.

Tras una semana de prueba en la que se llevaron a cabo con éxito 100 entrevistas en tres provincias, los entrevistadores pasaron a trabajar en serio entre el 17 y el 27 de marzo. A medida que enviaban electrónicamente sus reportes encriptados desde los cafés de Internet de Cuba, los encuestadores se encantaron con los resultados, los cuales mostraban las mismas tendencias generales sin importar de qué provincia o qué entrevistador procedían.

“Eso fue una buena indicación de que el sondeo no había sido comprometido en modo alguno”, dijo Civera. Algunas de las entrevistas fueron grabadas, con la autorización de los entrevistados, de modo que los encuestadores pudieran comprobar al azar que las preguntas fueran hechas correctamente y sin señales de parcialidad, y eso también fue tranquilizador”.

“Fue tremendo escuchar las grabaciones, oír la manera tan directa en que la gente daba sus opiniones”, dijo Fernando A. Amandi, otro asociado de B&A que trabajó en el sondeo. “Durante 55 años, el pueblo estuvo en completo silencio. Y de pronto, aquí están sus voces, salidas de la oscuridad”.

También hubo indicaciones de que, en un mundo todo interconectado, Cuba sigue estando desconectada en gran medida. “Una de las preguntas fue: ¿qué celebridad te gustaría que visitara Cuba?” dijo Fernando A. Amandi. “Por poco me caigo de la silla cuando una de las personas respondió: ‘Michael Jackson’”.

No todas las noticias fueron buenas. “Unos tres o cuatro días después del comienzo, nos enteramos de que tres de nuestros entrevistadores habían sido detenidos”, dijo Amandi. “Ese fue un momento realmente terrible. No sólo es que temiéramos que se pusiera en peligro el sondeo, sino además la carga moral de que algo que habíamos establecido resultara en que la gente fuera a la cárcel”.

Pero los encuestadores descubrieron pronto que en realidad nadie había ido a la cárcel. Uno de los entrevistadores se había visto envuelto en una pelea a puñetazos con un ciudadano a quien las preguntas le despertaron sospechas; otro se dio a la fuga, y un tercero resolvió el problema pagando un soborno en seguida.

Ninguno de los incidentes, al parecer, fue reportado a la policía. Pero los mismos presentan cuestionamientos evidentes sobre la confiabilidad de un sondeo llevado a cabo en un país totalitario donde expresar una opinión contraria a la del gobierno puede traer como resultado cualquier cosa, desde la pérdida de la libreta de abastecimientos a una condena de cárcel.

Existen relativamente pocos antecedentes de sondeos llevados a cabo en países comunistas, aunque hay cierta evidencia de que el gobierno cubano ha hecho en ocasión sus propias encuestas para medir la opinión pública. Uno de esos escasos intentos se hizo durante las elecciones de 1990 en Nicaragua, cuando los marxistas sandinistas estaban todavía en el poder, y la misma tuvo como resultado uno de los mayores desastres en la historia de las encuestas.

Varios encuestadores estadounidenses (entre ellos Sergio Bendixen, el presidente de B&A) pronosticaron victorias abrumadoras por 15 puntos de porcentaje o más para los sandinistas. En lugar de eso, ellos perdieron por 14 puntos de porcentaje. Un experimento de sondeo llevado a cabo por el Centro de Investigaciones de Sondeo de la Universidad de Michigan durante las elecciones puso en evidencia la probable razón para ello.

Para un tercio de sus 900 entrevistas, los encuestadores de Michigan llevaban bolígrafos con los colores rojo y negro del partido sandinista. Un segundo grupo llevaba bolígrafos azul y blanco, los colores de la oposición. Y un tercero llevaba bolígrafos en colores neutrales.

El resultado: los grupos de encuestadores que llevaban los bolígrafos sandinistas y los neutrales obtuvieron resultados erróneos que mostraban una victoria sandinista abrumadora. Los que llevaban las plumas con el azul y blanco de la oposición obtuvieron cifras que mostraban una victoria de la oposición por un margen muy cercano al verdadero.

“Quedó muy en claro la inferencia de que se desconfiaba de los encuestadores mismos”, dijo al Miami Herald la semana pasada Howard Schuman, jefe ahora retirado del Centro de Investigaciones de Sondeo que llevó a cabo el experimento. “Los votantes miraron los bolígrafos y les dijeron lo que pensaron que los encuestadores querían escuchar. Y la desconfianza era tan fuerte que incluso se transmitió hacia los encuestadores con bolígrafos de colores neutrales.

“Yo no sé mucho sobre Cuba, y no sé cuán libremente la gente puede hablar allí. Imagino que muchas de las personas que hablan más libremente habrán salido del país o estarán en la cárcel. Pero es de esperar que un sondeo llevado a cabo allí enfrentaría algunos de los mismos problemas que encontramos en Nicaragua”.

“Eso es un problema muy difícil en Cuba”, estuvo de acuerdo Dan Fisk, director de operaciones del IRI, el cual ha llevado a cabo ocho sondeos en la isla. “Siempre hay que tener mucho cuidado. Las personas con las que hablan siempre están calculando: ‘¿Quién es esta persona, y por qué me está haciendo estas preguntas, y qué debo decir?’”.

Para ayudar a neutralizar sospechas, los entrevistadores del IRI nunca dicen que están llevando a cabo un sondeo. En lugar de eso, ellos hacen sus preguntas durante conversaciones casuales en paradas de ómnibus y otros lugares públicos.

Los entrevistadores de B&A encontraron cierta evidencia de desconfianza. “El cubano en general contesta amablemente las encuestas, si bien, como se aprecia en los resultados, en algunas preguntas sienten miedo de hacerlo, puesto que las tasas del ‘No sabe o no contesta’ son más elevadas en algunas respuestas”, dijo Civera.

No obstante, Amandi considera que en la mayoría de los casos sus entrevistadores vencieron cualquier cautela de parte de los cubanos que entrevistaron. “Mira, la mitad de la gente dijeron que no aprobaban a Raúl Castro”, señaló. “La mitad dijeron que no aprobaban a Fidel Castro. Obama recibió muchísimas respuestas positivas. ¿Cuánto miedo pueden haber tenido?”.
 
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Publicado en el El Nuevo Herald
 


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