Muchos deportistas por temor a recibir insultos, o por no ser tratados de la misma manera que a un heterosexual, no se han atrevido a declarar abiertamente su condición sexual. Hay otros que sin miedo lo han dejado claro desde un principio y no han sido tachados por ello.
Este beisbolista de California suponía en 1978 que todo el mundo de su alrededor ya conocía sus preferencias sexuales y hablaba de ello con total normalidad ante una sociedad que no estaba preparada.
En 1982, el beisbolista Glenn Burke declaraba su homosexualidad convirtiéndose en el primer jugador de la Major League Baseball en hacerlo público. “Ya no pueden decir que un gay no puede jugar en primera división, porque yo lo soy y lo he conseguido”.
Hace casi cuarenta años, mostrarse en público como un homosexual era una forma de generar miedo y rechazo en la sociedad. Eso sí, según Burke tanto a su familia como a sus compañeros no les importaba para nada.
De hecho, su relación con sus compañeros de vestuario en Los Angeles Dodgers -equipo con el que debutó en la liga- era bastante buena. Incluso tenían un apodo para él, 'King Kong', en honor a su gran corpulencia. Burke era un bue jugador de equipo, sin grandes registros pero que prometía bastante en sus inicios. Así y todo él con los Dodgers llegaron a las finales mundiales del 77.
Sin embargo, lo que era normalidad dentro del vestuario, era extrañeza fuera de él. En el palco de los Dodgers, la directiva se enteró de sus gustos sexuales y le ofreció 75.000 dólares por casarse con una mujer. Burke, por supuesto, rechazó la oferta. Meses después, el equipo le traspasaba a los Oakland Athletics, el equipo de su ciudad, con la excusa de que necesitaban un jugador más experimentado para su posición. Simples palabras que enmascaraban una razón menos ética.
En Oakland su situación empeoró y ni siquiera sus compañeros fueron capaces de aceptar que era gay. Contaban chistes sobre homosexuales y se tapaban con la toalla cada vez que Burke pasaba cerca. En la franquicia californiana no tuvo un papel importante durante las dos temporadas en las que estuvo allí antes de lesionarse en la pretemporada de la 79/80 en la rodilla. Dicho infortunio lo aprovechó el equipo para enviarlo a un equipo menor en Utah, que acabó cortándolo definitivamente en 1980.
Su carrera como jugador de béisbol había acabado. Y, lo peor de todo, es que a partir de ahí su vida personal también iría cuesta abajo. Cambió el deporte por las drogas algo que, junto a unas prácticas sexuales sin protección, acabó por contagiarle sida. En los primeros años de la década de los 90' acabó en un refugio para vagabundos regentado por franciscanos. El padre Richard Purcell se hizo cargo de él hasta su muerte, por culpa de la enfermedad en 1995.
"Era un hombre extraordinario. Tuvo problemas como su adicción a las drogas, pero él murió en la verdad”, el dijo la verdad”. “No vivió una mentira y creo que la verdad hace a la gente libre, independientemente de las repercusiones”. Con esas palabras resume el padre Purcell cómo era Burke. Quiza él no le conociera en sus grandes momentos, pero sí llegó a verle tal y como era, con sus debilidades y sus fortalezas, con lo bueno y lo malo y, por supuesto, con su homosexualidad.
Burke fallecía a causada de su infección por el VIH dos décadas después el 30 de mayo de 1995, en San Leandro, CA . La MBL reforzaba el mensaje que lanzaba el colectivo LGTB de invitar a los jugadores profesionales gay a salir del armario.
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