Por Leopold Estapé Miguel Frías de Molina conocido artísticamente como Miguel de Molina uno de los grandes representantes de la copla o la llamada "canción española", pasó la mayor parte de su vida en el exilio donde murió un 4 de marzo de 1993 sin querer regresar a España. Argentina lo acogió con los brazos abiertos, a diferencia de su patria cuyo régimen lo perseguió.
Su interpretación de la "Bien pagá" tenía siempre un significado que iba mas allá de una relación sentimental frustrada y otra bienvenida.
Nacido en Málaga, España un 10 de abril de 1908 empezó trabajando en burdeles donde desde adolescente mostró o orgullosamente su homosexualidad. Después de estar actuando durante tiempo en tablaos para turistas, al llegar la república conoce a Concha Piquer y forman una pareja de éxito. Y llegaron los grandes éxitos "Ojos verdes" "Triniá", "La bien pagá"....
Es reclutado por el bando republicano para un servicio militar, pero su condición de artista le permite ser elegido para actuar por los pueblos y ciudades ante las tropas republicanas. Miguel de Molina declararía que cuando vio la película «Ay Carmela», le recordaba los tiempos en que él hacía lo mismo: levantar los ánimos del ejército republicano. En Teruel actúa en el frente de guerra y en mitad de la actuación sufrieron un ataque de las tropas de Franco, que finalmente logran entrar en Valencia. En ese momento se le recomienda a Miguel de Molina que asista a recibir a las tropas franquistas en la capital valenciana si no quiere tener problemas, y Miguel asustado, asiste a la entrada junto a otros artistas que son colocados en una tribuna, siendo obligados a realizar el saludo fascista.
Al final con 34 años decide emigrar a Argentina, donde triunfa, consigue comprarse una casa y es engañado por uno de sus amantes acabando expulsado del país por presión de la Embajada Española. Regresa a España donde malvive y sigue sufriendo la intolerancia del régimen fascista que gobernaba. Marcha a México, allí triunfa, pero el sindicato de artistas dominado por Jorge Negrete o Mario Moreno le ponen las cosas dificiles y debe marchar a la Argentina de Eva Perón que lo recibe con los brazos abiertos. En 1957 intentó regresar a España, pero la prensa le recibió con una enorme hostilidad, con encendidos artículos en los que se señalaba su condición de homosexual y republicano.
Franco murió en la cama en 1975, pero España no se acordó de él hasta 1992, poco antes de morir se lo otorgaba la medalla de la Orden de Isabel la Católica, el propio Juan Carlos se la entregó, ya tarde para Miguel de Molina que jamás quiso regresar: «es cierto que en España, gracias a la democracia, a su majestad y al pueblo, se barrió el fantasma de Caín...pero yo sentía que esa reparación, que quería simbolizarse en la medallita, me llegaba demasiado tarde. De 1940 a 1992 España tardó cincuenta y dos años en darse cuenta de que habían tronchado la vida de un hombre que hubiera querido crecer artísticamente y desarrollarse en la tierra donde nació, sin ser ingrato con la Argentina que me cobijó».