|
De: cubanet201 (Mensaje original) |
Enviado: 26/03/2015 19:41 |
|
|
Primer
Anterior
2 a 12 de 12
Siguiente
Último
|
|
PARA BRANDY, TE EXTRAÑAMOS D ROBERTO Y RENE CON MUCHO CARIÑO
Te extraño tanto mi pequeño amigo en muchos recuerdos estas conmigo quiero verte jugar a mi lado sin cesar
Cuando por primera vez te vi supe que tu eras para mi ahora que te fuiste recuerdo las travesuras que hicistes pero no con rencor sino con mucho amor |
|
|
|
GRACIAS a Rene y Roberto...
Tambien a Chiquin que me mando este escrito que el no lo supo poner ..
El Puente de Arco Iris
Hay un puente que queda entre el Paraiso y la Tierra, y se llama Puente del Arco Iris.
Cuando un animal que ha sido especialmente amado por alguien aqui en la Tierra muere, entonces va al Puente del Arco Iris. Alli hay valles y colinas para todos nuestros amigos especiales, ara que ellos puedan correr y jugar juntos. Hay mucha comida, agua y sol, y nuestros amigos se encuentran comodos y al abrigo.
Todos los animales que han estado enfermos o que eran ancianos, recuperan su salud y vigor; aquellos que fueron heridos o mutilados recuperan lo peridido y son fuertes nuevamente, tal como los recordamos en nuestros suenos de dias y tiempos pasados.
Los animales estan felices y contentos, excepto por una pequena cosa: cada uno de ellos extraña a alguien muy especial, alguien a quien tuvo que dejar atras. Todos corren y juegan juntos, pero llega un dia en que uno de ellos se detiene de repente y mira a la lejania. Sus brillantes ojos se ponen atentos; su impaciente cuerpo se estremece y vibra. De repente se aleja corrriendo del grupo,volando sobre la verde hierba, moviendo sus patas cada vez más y más rapido. Tú has sido avistado y cuando tú y tú amigo especial finalmente se encuentran, los dos se abrazan en un maravilloso reencuentro, para nunca separarse de nuevo.
Una lluvia de besos cae sobre tú rostro; tus manos acarician nuevamente la cabeza amada, y puedes mirar nuevamente a los confiados ojos de tu mascota, tanto tiempo apartada de tu vida, pero nunca ausente de tu corazon.
Entonces los dos cruzan el Puente del Arco Iris juntos...
Autor desconocido
|
|
|
|
a mi fiel amigo, mi perro
en la vida hay amores que son sinceros no nos hablan de ese amor que nos tienen y sienten pero en su forma de expresarlo sabemos que son felices son sinceros en esa alegrias que sienten al vernos regresar a nuestros hogares y ellos nos reciben, con tanta alegria como si hubieramos estado ausente por mucho tiempo, esos amigos que nunca se enojan, que nunca nos abandonan por enojos. hablo de un amigo fiel, a ese que llamamos animal, a ese perro que su amor es sincero, que cuidamos desde pequeño, que mimamos, que nos hacen reir y a veces nos hacen llorar, a ese amigo fiel, que nos preocupamos cuando se enferma y corrimos a su medico y que cuidamos en sus lecho, y hasta veces no nos separamos de ellos, de ese que llamamos animal, pero que son mas fieles que un amigo, ellos nunca nos traicionan. llamo mi amigo fiel a mi perro, ese que siendo adulto, nos protege que nos recibe con alegria, con gritos, con una sincera amistad, los llamamos animales, cuando nosotros somos más que ellos, porque odiamos, matamos, sentimos envidias, rencores, hacemos guerra y muchos por deporte matan y como ellos matamos para poder comer. llamo mi amigo fiel, a mi perro que hoy lloro por su partida, por su muerte lloro y sufro su partida, por que senti su compañia, senti su cariño sincero. porque no puedo llorar por ese, que me protegio, me dio sin hipocresia su amistad, su cariño, su lealtad. sufro su ausencia, cuando llego a mi casa y ya no me recibe aquel amigo fiel, siento su ausencia extraño su amistad.
ya no esta conmigo, he quedado solo, ahora me quedan los recuerdos y la soledad.
Autor desconocido
|
|
|
|
¿Leen los perros la mirada de los seres humanos?
La relación entre seres humanos y perros, frente a la relación con cualquier otro animal, no solo es muy distintiva, sino muy antigua. Estudios muy recientes han señalado que los perros fueron domesticados posiblemente hace unos 32.000 años. Es decir, mucho antes de la fecha que se venía admitiendo hasta ahora y que estaba estimada en alrededor de los 17 a 20.000 años. Esto ha hecho sugerir, entre otras muchas hipótesis, que estos animales hubieran podido contribuir al éxito evolutivo de nuestra especie. Éxito sin duda debido a la capacidad que los humanos tuvieron de domesticarlos y los beneficios derivados de ello, cosa que no hicieron, por ejemplo, los neandertales.
Es curiosa la hipótesis sobre el principio de esta domesticación (todavía cuando el hombre estaba dando los últimos pasos en la evolución de su propio cerebro): los perros fueron considerados animales muy especiales, debieron ser mirados comocompañeros, y, al parecer, no sirvieron de modo generalizado como alimento. Esto pudo ocurrir no solo por sus capacidades singulares de apego emocional, (poseen un relativo-enorme cerebro límbico, emocional) sino también porque es posible que fueran animales útiles en ciertas labores, pues se especula que, ya desde el principio, pudieran haber sido utilizados tanto para la caza (proveedores de gran cantidad de carne) y como animales de carga con los que hacían sus largas, costosas y duras emigraciones.
A lo largo de esos miles de años de coexistencia con el hombre, los perros debieron desarrollar esas capacidades que hoy día conocemos y que los humanizan tanto. En particular esa capacidad extraordinaria que les permite entender, leerinconscientemente las intenciones y emociones de los humanos. Lectura que se piensa que hace el perro a través de los gestos corporales que observa pero, sobre todo, por el movimiento de los músculos de la cara (aparte, otros muchos estímulos y de modo especial los olores y los sonidos con los que claramente diferencia, lee, el lenguaje emocional universal). Es posible, pues, que el perro sea capaz de leer ciertas expresiones faciales; me refiero a aquellas que expresan alegría, disgusto, sorpresa, tristeza, rabia y sobre todo miedo.
Pero lo que quiero destacar aquí, ahora, es la lectura especial que estos animales hacen del movimiento de los ojos, de la mirada humana. Esto, al parecer, se debe, al menos en parte, a que la esclerótica humana (contrariamente a la del resto de los animales) es blanca, lo que permite al perro observar con facilidad el movimiento y dirección de la mirada junto, por supuesto, al propio movimiento de la cabeza. Ello representa una excepcional ventaja a la hora de cooperar en estrategias de caza o de otro tipo, sin que medien sonidos o alertas de cualquier otra naturaleza (como pudiera ser, por ejemplo, el movimiento de la cabeza que acabo de mencionar) y lo convierten, por ende, en un enorme valor para la supervivencia.
Varios experimentos avalan lo que acabo de señalar al mostrar que los perros son capaces de seguir el movimiento de los ojos de las personas y leer además intenciones en sus caras, aun manteniendo fija la cabeza, cosa que no hacen otros animales (ni siquiera los lobos), excepto quizá los chimpancés. Es más, los perros parecen especialmente atentos siempre a las miradas y caras humanas. Y esto, se ha especulado, ha sido debido a una especialización de sus cerebros a través de cambios genéticos que bajo presiones selectivas (evolutivas) han ocurrido en el transcurso de ese largo periodo de colaboración mutua entre ambas especies. Curiosamente, todavía hoy no se sabe si los neandertales tenían la esclerótica del ojo blanca como los humanos modernos. De haber tenido los neanderthales la esclerótica oscura, como la de los chimpancés, se explicaría, al menos en parte, esta supuesta ausencia de cooperación y comunicación neanderthal-perro, cosa ocurrió de manera totalmente diferente con el ser humano.
Francisco Mora Catedrático de Fisiología Humana, Universidad Complutense de Madrid y catedrático adscrito de Fisiología Molecular y Biofísica, Universidad de Iowa
|
|
|
|
Desvelado el mecanismo del amor entre los perros y sus dueños
Las mascotas y sus amos retroalimentan su felicidad mirándose a los ojos, un fenómeno que dispara la producción de la hormona del afecto en los cerebros de ambos
El amor hacia el perro es voluntario, nadie lo fuerza . Y lo principal: ninguna persona puede otorgarle a otra el don del idilio. Eso sólo lo sabe hacer el animal. El amor entre un hombre y un perro es un idilio. En él no hay conflictos, no hay escenas desgarradoras, no hay evolución", escribía Milan Kundera en La insoportable levedad del ser. En la novela, la protagonista, Teresa, llega a pensar que el amor que siente por su perra Karenin es mucho mejor que el que siente por su marido.
Este sentimiento se repite en un sinfín de obras artísticas y se condensa en una frase, “Cuánto más conozco a las personas, más quiero a mi perro”, que ha sido atribuida a decenas de autores, aunque posiblemente podría ser firmada por decenas de millones. Hoy, un equipo de científicos ilumina este proceso de enamoramiento entre los perros y sus dueños: retroalimentan su felicidad mirándose a los ojos.
Los investigadores, encabezados por el veterinario japonés Takefumi Kikusui, metieron a 30 perros con sus dueños en una misma habitación, durante 30 minutos, y observaron lo que ocurría: miradas, caricias, voces mimosas. Y, antes y después del experimento, midieron la cantidad de la llamada hormona del amor, la oxitocina, en la orina tanto de las mascotas como de los amos.
Las conclusiones de Kikusui, de la Universidad de Azabu (Japón), son sorprendentes: cuanto más se miraban a los ojos los perros y sus dueños, más oxitocina producían sus cerebros. A continuación repitieron el experimento con lobos criados a biberón. La hormona, ingrediente químico fundamental del cariño que sentimos en nuestro cerebro, no aumentaba.
El equipo de científicos fue todavía más allá. En un tercer experimento, rociaron oxitocina en el hocico de algunos perros y los volvieron a meter en una habitación con su dueño y dos personas desconocidas. En los vídeos, puede verse cómo algunas mascotas se quedaban congeladas mirando a los ojos de sus dueños, que a su vez producían más oxitocina, en una cantidad correlacionada con la de sus animales.
“Estos resultados respaldan la existencia de un bucle de oxitocina que se autoperpetúa en la relación entre humanos y perros, de una manera similar a como ocurre con una madre humana y su hijo”, sostiene el equipo de Kikusui, que publica sus conclusiones en la portada de la prestigiosa revista científica Science. Durante el proceso de domesticación, a lo largo de miles de años, los perros habrían evolucionado para imitar un comportamiento, la mirada de los niños, que provocaba recompensas y mimos. “El alma que hablar puede con los ojos también puede besar con la mirada”, recitaba el poeta Gustavo Adolfo Bécquer. Kikusui dice lo mismo, pero de los perros y sus dueños.
Las implicaciones del estudio son importantes desde el punto de vista médico. Los resultados apoyan las terapias con perros para personas con autismo o trastorno de estrés postraumático, dos patologías en las que, de hecho, se está empleando la oxitocina como tratamiento experimental.
El trabajo de Kikusui, sin embargo, tiene puntos débiles. Los perros rociados con oxitocina que se quedaban congelados mirando a sus dueños eran todos hembras. Un estudio similar en humanos, llevado a cabo en 2012 con 35 padres y sus hijos de cinco meses en Israel, no halló estas diferencias por género. Los adultos eran rociados con oxitocina y la hormona del amor subía en paralelo en los niños, fueran chicos o chicas. “Es fascinante ver que la oxitocina se disparó sólo entre los propietarios de las perras”, opina el principal autor de aquel estudio, el médico Omri Weisman, de la Universidad de Yale (EE UU).
Para el equipo de Kikusui, es posible que las perras sean más sensibles a la administración intranasal de oxitocina o, incluso, que la hormona aplicada artificialmente a los machos desencadenara un mecanismo de agresividad ante la presencia de extraños.
En 2009, el húngaro József Topál, experto en comportamiento animal, publicó otro estudio en la revista Science que mostraba que los perros y los bebés de 10 meses de edad buscaban un objeto en su escondite inicial aunque hubieran visto que se había cambiado de lugar, en parte debido a la mirada engañosa de la persona que lo escondía, que señalaba al escondrijo original. En el trabajo de Kikusui, Topál echa de menos experimentos con lobos más socializados, entrenados para mirar a los ojos de sus dueños.
El investigador, de la Academia de Ciencias Húngara, recuerda que incluso los lobos criados con biberón evitan la mirada de sus amos, porque para ellos este comportamiento está asociado a la amenaza. Pero los lobos pueden aprender a comunicarse de manera amable con la mirada, según demostró un estudio en 2011. A juicio de Topál, incluir estos lobos en los experimentos de Kikusui habría servido para discernir si esa mirada lobuna genera también la hormona del amor en el cerebro de sus dueños o si se trata de un rasgo únicamente perruno.
“El estudio de Kikusui es impresionante, pero cualquier conclusión sobre la coevolución de este proceso es prematura”, afirma. “No se puede excluir la hipótesis de que este bucle de oxitocina que se autoperpetúa pueda existir entre las personas y cualquier otro animal, siempre que el animal presente comportamientos afiliativos socialmente relevantes, como la tendencia de mirar a los humanos”, sentencia. El perro es el mejor amigo del ser humano, pero podría serlo cualquier otro bien entrenado, sugiere.
|
|
|
|
¿Tienen sentimientos los perros?
Ya han pasado semanas y todavia la recuerdo todos los días, se qué con
el tiempo ese sentimiento se acabará y cuando la recuerde será con alegria.. Nada que soy un sentimental
Distinguir entre emociones y sentimientos es difícil, y más todavía cuando estos conceptos, y lo que representan, se utilizan en las conversaciones diarias. (Francisco Mora ¿Es posible una cultura sin miedo? Alianza Editorial. Madrid 2015). Y esto se hace todavía más difícil cuando se habla de animales. Y aún más si se hace sobre los perros que conviven y han convivido tanto y tan largo con el hombre, o los chimpancés, o los delfines, e incluso los elefantes. En relación a los perros, se podría decir que pocos de sus dueños dudarían que expresan emociones a través de su conducta, sea la alegría o el miedo, pero también pocos dudarían de que sienten; es decir, que poseen sentimientos. ¿Es esto así? ¿Tienen sentimientos los perros? La contestación, directa, científica y no hay otra, es: no. ¿En qué se justifica todo esto?
La emoción es una reacción conductual inconsciente tendente a mantener la supervivencia de los individuos. Casi todos los animales con cerebro han desarrollado estas reacciones a lo largo del proceso evolutivo, pero de manera especialmente clara y relevante los mamíferos, lo que incluye al hombre. Por ejemplo, en una situación concreta, sea ante una amenaza o un peligro, tanto un perro como un ser humano reaccionan emocionalmente de forma muy similar. Es decir, lo hacen, bien con un contraataque o bien con una huida. Sin embargo, ante esa misma reacción conductual, algo ocurre en el ser humano que no ocurre en el perro. El ser humano sabe de su emoción, es consciente de lo que le sucede. El perro no. Ese saber, ese ser consciente de lo que ocurre y sus consecuencias es el sentimiento. Sentimiento es ser conocedor de la emoción que se experimenta. Sentir es elevar la emoción hasta la conciencia, y con ella, poder expresarla con el pensamiento. Y eso solo lo puede hacer el ser humano gracias a la complejidad y al enorme desarrollo de las redes neuronales de su cerebro, alcanzado a lo largo de varios millones de años. El perro, no.
El cerebro humano posee un coeficiente encefálico de 7. Es decir, un peso de cerebro enorme, siete veces superior al de cualquier otro mamífero. Esto quiere decir, si se quiere expresar de otra forma, siete veces superior al peso y complejidad cerebral necesario "para el control de su propio cuerpo en relación a los mecanismos necesarios para mantener la propia supervivencia". Frente a ello, el perro tiene un coeficiente encefálico de 1 (que indica que su cerebro tiene la media de la relación cerebro-cuerpo de cualquier otro mamífero). (F. Mora, El reloj de la sabiduría. Tiempos y Espacios en el cerebro humano. Alianza Editorial. Madrid 2008). Con su cerebro, el perro responde e interactúa con el mundo ante cualquier vicisitud, pero no lo sabe, no es consciente de lo que hace, simplemente reacciona y actúa de modo inconsciente ante la amenaza. La respuesta del perro, sus gestos y posturas corporales, y su aparente sentir son la lectura humana de su conducta (conducta que, pudiera parecer semejante a la humana), pero que solo queda en la no conciencia. El perro no piensa, ni tiene intimidad, ni subjetividad. En el perro es todo hacia afuera, pero nada hacia adentro. La neurociencia evolutiva y comparativa demuestra claramente que el cerebro del perro no posee las áreas de asociación de la corteza cerebral, y las complejas redes neuronales necesarias para la elaboración de la conciencia.
Añadido a todo esto, está la tendencia innata humana a antropomorfizar psicologicamente (es decir, a rellenar de características humanas) todo aquello con lo que convive, desde una simple máquina a un ordenador. Recuérdese si no la historia de los niños con su tamagochi, pequeñas maquinitas a las que consideraban casi seres vivos y sintientes, y que llevaron a alguno de esos mismos niños al suicidio ante la muerte de su tamagochi. O el caso de ciertos ordenadores de hoy en día y de alta tecnología que llevan incorporados en sus diseños el reconocimiento tanto de la cara como de ciertos gestos, así como la voz y tonos vocales de sus dueños. Y que cuando éstos les hablan, pueden establecer una conversación con ellos, desde el mismo momento en que el ordenador reconoce al usuario cuando entra a su despacho por la mañana y le dice: "Buenos días", "¿como se encuentra Ud.?", "¿vamos a trabajar un poco juntos esta mañana?" "¿qué quiere que hagamos?". ¿Podría uno evitar humanizar y sentir como semejante a un ordenador de este tipo? !!Imagínense en el caso del mejor amigo del hombre, que se mueve y gesticula, sobre todo, si este es inteligente.
Los sentimientos son, pues, procesos conscientes que expanden las emociones inconscientes, sean de miedo, alegría o placer, transformándolos en fenómenos vividos subjetivamente. Valdría la pena añadir, en aras aun mejor entendimiento, que también el ser humano puede realizar conductas inconscientes (de apariencia consciente) cuando ocurren daños específicos en su cerebro que bloquean las vías neuronales que llevan a la conciencia. Tal es el caso de algunas personas que padecen de ciertas cegueras cognitivas (agnosias) (Francisco Mora. Cómo funciona el cerebro. Alianza Editorial. Madrid 2009).
Pues bien, estas personas han perdido la capacidad consciente de ver, pero pueden ver por redes neuronales inconscientes, de modo que si se les sienta delante de una pantalla de ordenador y se le pide que señalen con su dedo índice un objeto que aparece en la pantalla estas personas ciegas cognitivas pueden señalarlo perfectamente, aun a pesar de que no saben lo que están haciendo, dado que no pueden ver conscientemente, y por tanto tampoco podrían nunca explicar sus propias reacciones. Es más, se les puede pedir que caminen, y si se pone delante de ellas un obstáculo, lo evitan sin ser en absoluto conscientes de lo que están haciendo. Procesos cerebrales similares (salvando ese espacio-tiempo enorme, casi insalvable, entre el ejemplo patológico humano que acabo de dar y el cerebro animal) son los que ocurren cuando los perros expresan sus conductas ante los aconteceres del mundo.
Acerca del Autor:
Francisco Mora Catedrático de Fisiología Humana, Universidad Complutense de Madrid y catedrático adscrito de Fisiología Molecular y Biofísica, Universidad de Iowa
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 12 de 12
Siguiente
Último
|