Los besos gays, el último
tabú de las pantallas brasileñas
El polémico beso lésbico en 'prime time' que divide a Brasil
Por Joan Royo Gual / Río de Janeiro 
La escena es la típica de una telenovela: una pareja preocupada con sus problemas familiares termina una conversación con unas caricias y un beso en la boca. Sólo que la pareja está formada por dos mujeres ancianas y la escena se emitía en horario de máxima audiencia en la principal cadena de Brasil, la 'Globo'. Fue suficiente para que la serie 'Babilônia' se convirtiera de golpe en 'trending topic', icono gay y diana de los fundamentalistas cristianos.
Las telenovelas en Brasil van más allá del puro entretenimiento y son todo un referente sociocultural, de ahí que el beso lésbico entre las actrices Fernanda Montenegro y Nathalia Timberg, respetadísimas damas del teatro y la televisión, incendiara las conversaciones de sobremesa y llegara hasta el mismísimo Congreso brasileño.
Poco después del ruidoso estreno de la telenovela el pasado mes de marzo el Frente Parlamentar Evangélica del Congreso emitió un comunicado de rechazo a la serie por su "clara intención de ofender a los cristianos" y el diputado Sóstenes Cavalcante, del Partido Social Democrático (PSD) animó a boicotear a la empresa de cosméticosNatura, patrocinadora de la serie, por apoyar "la deconstrucción de la heteronormatividad".
Las reacciones también llegaron del otro lado: el director de la serie,Ricardo Linhares dijo que no pensaba cambiar nada en los 60 capítulos que ya estaban escritos y que esos congresistas críticos eran unos "mediocres". Una de las actrices 'culpables' de la polémica contestó con naturalidad al ser preguntada en un programa de televisión: "Forma parte de la sociedad, del ser humano. Eso no va a dejar de existir, igual que el amor heterosexual", dijo.
Da la casualidad de que 'Babilônia' compite en la misma franja horaria con la telenovela 'Os Dez Mandamentos', una serie que se emite en la cadena Record, propiedad de la todopoderosa Iglesia Universal del Reino de Dios, la más conservadora de las comunidades evangélicas de Brasil. Muchos interpretaron los llamamientos al boicot como una forma de llevar a la audiencia al orden y el recato que representa esta ficción bíblica.
En cualquier caso, Brasil tiene un tema pendiente con los besos homosexuales en televisión: La cadena SBT dio el primer paso en 2011 con la serie 'Amor e revolução', donde las actrices Giselle Tigre y Luciana Vendramini protagonizaron un primer beso lésbico ampliamente publicitado en el propio canal. Y el año pasado, el capítulo final de la serie 'Amor à vida' incluyó el primer beso gay en 'Globo', algo especialmente valioso al ser la cadena de más audiencia y la que modula la mentalidad de gran parte de los hogares brasileños.
La secuencia en que Niko (Thiago Fragoso) besaba a Félix -el malo malísimo que finalmente encontró la salvación en el amor-- (Mateus Solano) se convirtió en todo un éxito y batió record de audiencia: el colectivo LGTB celebró como un triunfo que una pareja gay presentada como un arquetipo de familia convencional se colase en la 'novela das nove', toda una institución cultural en Brasil.
Mucho por hacer
Pero el camino hacia la normalidad en las pantallas no es fácil: hace unos meses se estrenó la película 'Praia do futuro', una cinta independiente en la que Wagner Moura ('Tropa de Élite'), posiblemente el actor brasileño más internacional, interpretaba a un joven homosexual. En algunas sesiones llegaron a abandonar el cine hasta 40 personas indignadas con las escenas de sexo entre hombres, como ocurrió en una sala de Niterói, muy cerca de Río de Janeiro.
El director de la película, Karim Aïnouz lamentó este tipo de episodios: "La ignorancia y el prejuicio son manifestaciones muy tristes del alma humana, y ellas en general son fruto de la ignorancia, igual que el fascismo o el racismo", dijo. Además, apuntó otra paradoja, la total aceptación que el público tiene con las escenas violentas.
Precisamente en 'Tropa de Élite' Moura interpretaba al brutal Capitán Nascimento, un policía que no tenía miramientos a la hora de torturar a diestro y siniestro en las favelas. Nadie se indignó con eso. "Ver una película donde un montón de gente muere, donde hay violencia por todos los lados no es un problema. ¿Pero una historia de amor sí? ¿De qué tienen miedo esas personas?", se preguntaba Aïnouz.
La homofobia persiste
La sociedad brasileña se debate entre avances como el matrimonio entre personas del mismo sexo -aceptado legalmente desde 2013, aunque sin ninguna ley gubernamental que lo ampare-y el dudoso honor de ser uno de los países del mundo donde mueren más homosexuales. Tan sólo en 2013 hubo 312 asesinatos de gays, lesbianas, travestis y transexuales brasileños perseguidos por su orientación sexual, según el Grupo Gay de Bahía, una de las asociaciones pioneras en la lucha por la igualdad. Desde 2010, las denuncias relacionadas con casos de homofobia han crecido un 460%.
La presidenta Dilma Rousseff prometió antes de las elecciones que aprobaría una Ley contra la Homofobia para castigar estos delitos, pero todo ha quedado en agua de borrajas. La presidenta gobierna en minoría y tiene que garantizarse el apoyo de los diputados evangélicos, que de ninguna manera aprobarían una ley que incluso podría castigar con multas y penas de cárcel a los pastores que en sus iglesias lanzan mensajes de odio a los homosexuales en cada misa.
Pero los colectivos que luchan por los derechos humanos y la igualdad reciben una de cal y una de arena: esta semana la Justicia ha condenado a la afición del Corinthians Paulista, uno de los equipos de fútbol de São Paulo, por "crimen de homofobia". En 2013, el delantero Emerson Sheik colgó en una red social una foto dando un 'pico' a un amigo. La hinchada Camisa 12 reaccionó con furia y al siguiente partido llegó al estadio con pancartas con lemas como 'No aceptamos maricones' y 'Este es lugar para hombres'. Ahora, el presidente de la afición tendrá que pagar 20.000 reales de multa (6.700 dólares), que se destinarán a políticas sociales en el estado de São Paulo.
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Un puñado de hinchas del Corinthians va al centro de entrenamientos del club brasileño con pancartas que nada tienen que ver con fútbol. Todas tienen que ver con mensajes despectivos contra los gays.
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