sus orígenes en Santiago de Cuba, de la mano de Félix B. Caignet.
Janis Hernández La telenovela, ese género producido en varios países de América Latina y también en otras latitudes como Asia y que tiene una enorme recepción, nació en Cuba.
Su primera edición fue en el año 1950 basada en una radionovela El Derecho de Nacer. Su popularidad fue tanta que motivó llevarla a la televisión como un experimento y resultó ser un producto con una audiencia sin precedentes y que dura hasta la fecha.
Pero lo que muchos desconocen es que el creador de este multitudinario género fue Félix Benjamín Caignet Salomón, conocido como Félix B. Caignet. Nacido en marzo de 1892 en el municipio San Luis de Santiago de Cuba, un mulato de origen franco-haitiano, que de forma empírica se dedicó a incursionar en la literatura y las artes.
Fue escritor, autor musical, pintor autodidacta y periodista. Trabajó como mecanógrafo y como oficial de sala en el tribunal de Santiago. Colaboró en la revista habanera Teatro Alegre como reportero y también en El Diario de Cuba, asumiendo la sección titulada Vida Teatral.
No fue hasta 1920 que por primera vez fue a La Habana. Y este hecho tiene una curiosa anécdota:
….En ocasión de estar el tenor italiano Enrico Caruso actuando en el Metropolitan Ópera House, Caignet le escribió y le envió una acuarela criolla pintada por él. Además le pidió que le mandara su autocaricatura, pues conocía que él era caricaturista. El célebre tenor se la envió… Cuando en 1920 vino a La Habana para actuar en el Teatro Nacional, Caignet le escribió nuevamente, diciéndole que lamenta no poderlo oír personalmente, pero que su situación económica no le permitía ir desde Santiago de Cuba a la capital….
Caruso le invitó a presenciar sus ocho funciones, acompañando la misiva con un giro por doscientos pesos para los gastos.
Caignet escribió para las revistas El Fígaro y Bohemia y el periódico El Sol. También se dedicó a la narrativa con cuentos infantiles que primero publicó en la prensa plana y después los adaptó al radioteatro, algo sin antecedentes de acuerdo a la dramática sonora de la década del treinta.
De vuelta a su ciudad natal se perfiló como un prolífero compositor musical. Escribió unas 200 comedias y sobre 300 obras musicales. Sones, guarachas, boleros, guajiras y música infantil surgieron de su fecunda inspiración. Las más conocidas son Frutas del Caney, popularizada por el Trío Matamoros, Te odio, inmortalizada por Rita Montaner. Y otras piezas como Carabalí, Montañas de Oriente, Quiero besarte, Mentira y En silencio.
Pero la mayor parte de su legado alcanzó gran realce en las puestas radiales. Fue el creador de la radiocomedia infantil con el programa Buenas tardes muchachitos. Hizo salir a la luz en 1934, el primer serial dramático y policíaco de América Latina, con el espectáculo episódico La Serpiente Roja y su singular personaje de Chan Li Po. Además dio vida por vez primera al narrador radial.
Las emisoras COCO, patrocinada por la firma Sabatés SA, RHC Cadena Azul y CMQ radiaron las producciones de Caignet desde 1936. Así salieron al aire las novelas El precio de una vida, El ladrón de Bagdad y Peor que las víboras.
En abril de 1948 las ondas de la CMQ trasladaron el suceso dramático radial más importante de la década, El derecho de nacer. Con esta novela Félix B. Caignet llegó a la fama, primigenia en Cuba, América y el Mundo. La obra resultó de tal impacto que por ella llegaron a suspenderse secciones del Congreso de la República y cambiar el horario de iglesias. Alcanzó resonancia internacional en filmes y versiones de radio y TV.
Ángeles de la calle, Pobre juventud y La Madre de todos, la última novela de su extensa producción, fueron también muy exitosas. Al referirse a su obra radial, Félix B. Caignet solía decir:
…Yo lo que hice fue aprovechar la emoción popular para sembrar algo de moral, algo de bien. En Chan Li Po, combatí la marihuana; en Ángeles de la calle protesté por la niñez desvalida, y en El derecho de nacer, contra la discriminación racial…
Murió en La Habana, el 25 de mayo de 1976. El 25 de diciembre de 1992, sus restos fueron trasladados a la Ciudad de Santiago de Cuba atendiendo a su deseo de descansar junto a sus padres, frente a las lomas de El Caney.
En un parquecito no muy céntrico del municipio San Luis, hace unos años se erigió un busto de Caignet, muchos pasan por allí quizás hablando de la telenovela de moda y sin reparar en la escultura poco fastuosa, no saben que han estado cerca del padre de ese género tan popular.
El padre de esos culebrones que atrapan a muchos frente a las pantallas de la tele, para hacerles reír y llorar, fue un cubano nacido en el santiaguero municipio de San Luis. Su nombre, Félix Benjamín Caignet Salomón. Vino al mundo, para suerte de la radio y la televisión, el 31 de marzo de 1892.
Sus padres descendían de inmigrantes franco-haitianos dedicados al cultivo de café y la caña de azúcar. Desde muy pequeño se trasladan a la ciudad de Santiago de Cuba, y allí crece Félix B. Caignet, escuchando las historias de los viejos cuenteros que oía por las calles.
Su formación fue completamente autodidacta. Muy temprano comenzó a laborar escribiendo noticias de los espectáculos que se presentaban en Santiago para varios medios de prensa, introduciéndose así en el medio cultural. Más tarde escribiría para medios tan populares como El diario de Cuba, El Fígaro, Bohemia y el periódico El Sol.
En la década de 1930 entra a formar parte del colectivo de la emisora CMKC, realizando el programa infantil “Buenas tardes, muchachitos”, donde acometió la narración de amenos y divertidos cuentos de su inspiración y de temáticas muy desiguales. Ya se podía apreciar en sus obras, la influencia que sobre él ejercieron los cuentos escuchados a los negros descendientes de esclavos en las calles de su ciudad.
Al comenzar a transmitirse la serie para niños “Chilín y Bebita”, comienzan a darse los sustanciales aportes de Félix B. Caignet a la radio. Aquel espacio, no solo entretenía a los pequeños, sino que llevaba un alto contenido didáctico. Y fue así como introdujo en la radio el género episódico, enganchando a sus jóvenes oyentes con la curiosidad de saber cómo continuarían aquellas historias, experiencia que ya el autor había vivido en carne propia, y ahora repetía ante los micrófonos de la radio, solo que esta vez era él quien contaba.
Fue por ahí que comenzaron a aparecer programas para niños en la radio, pues hasta entonces no habían visto interés comercial en este tipo de espacios.
En 1932, en el teatro Rialto estrenó la canción infantil “El ratoncito Miguel”, la que fuera utilizada por el pueblo más adelante para protestar contra el dictador Gerardo Machado. Hecho por el cuál fue detenido tres días en el Cuartel Moncada, pero fue puesto en libertad, gracias a las manifestaciones de los padres y niños que simpatizaban con su labor en la radio.
De regreso a este medio, a través de la CMKD del Palacio de la Torre, inicia las transmisiones de Chan-Li-Po, primer espectáculo seriado detectivesco que se radiaba en Cuba. Historia de un detective chino en sus andanzas por la isla. El primero de los capítulos llevó por nombre “La serpiente roja”, introduciendo la figura el narrador dentro del espectáculo radial, adquiriendo un dominio pleno del suspenso y el falso suspenso; dejando a miles de radioyentes con la ansiedad de escuchar el próximo capítulo. Con esta técnica fue creando hábitos en los radioescuchas.
Y en 1948, comienza a radiarse la que sería la primera radionovela de Latinoamérica, “El derecho de nacer”, la que se convertiría en paradigma para este género que aquí nacía, en esta radio de una criolla ciudad cubana, y que se extendería rápidamente a otras naciones del continente y el mundo, gracias a las exportaciones que Cuba realizó de este producto radial, que sirviera de base, igualmente, para el nacimiento de las telenovelas, que más tarde, con su prolongada extensión de interés puramente comercial, llegarían a ser llamadas “culebrones”.
Pero fue muy amplia su producción. Entre sus novelas se recuerdan, igualmente, “El precio de una vida”, “El ladrón de Bagdad”, “Ángeles de la calle”, “La madre de todos”, etc.
Y no solo dramatizados, la música también alcanzó su talento. Sones, guarachas, boleros, guajiras, música infantil, incontables composiciones de profunda raíz cubana surgieron de su inspiración. Entre las más conocidas: “Frutas del Caney”, popularizada por el Trío Matamoros, “Te odio”, que cantara Rita Montaner, “Carabalí”, “Montañas de Oriente”, “Quiero besarte”, “Mentira”, “En silencio”, etc.