La revolución de los Castro
empezó con una persecución contra la Iglesia
Fidel Castro estrechando la mano del cardenal Raúl Silva Henríquez
Los católicos cubanos han pasado de ser discriminados y hasta perseguidos en las primeras décadas del castrismo a ser tolerados en los últimos tiempos. Cuando Fidel Castro proclamó el carácter marxista-leninista de su gobierno, parte de la jerarquía y el clero católicos reaccionaron contra el régimen instaurado en 1959. Numerosos religiosos fueron expulsados del país. En 1963, en Cuba quedaban unos 200 sacerdotes en activo, se redujeron las órdenes religiosas y los colegios católicos fueron intervenidos. Eran los años de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), el eufemismo utilizado para referirse a los campos de trabajos forzados, donde se recluía a religiosos y homosexuales, entre otros. El opositor Eduardo Cardet, coordinador del Movimiento Cristiano Liberación, recuerda que «los católicos y miembros de otras religiones fueron perseguidos con saña» y que el mismo cardenal Jaime Ortega pasó por uno de esos campos de trabajo.
La Constitución estableció en 1976 la separación entre Iglesia y Estado, así como su carácter laico. A partir de 1991, con el derrumbe de la Unión Soviética, el Gobierno redujo la presión sobre las religiones y el Partido Comunista (PCC, único) permitió la entrada de católicos en sus filas.
En los últimos años, la jerarquía de la Iglesia católica cubana se ha convertido en interlocutor clave en episodios como la excarcelación de los prisioneros de conciencia de la Primavera Negra en 2010. Por otra parte, Barack Obama y Raúl Castro han destacado el papel mediador del Vaticano en el deshielo entre EE.UU. y Cuba.
Los cubanos en general, no solo los católicos, han puesto muchas esperanzas en la próxima visita del Papa Francisco en septiembre. Será el tercer viaje a la isla de un Pontífice desde enero de 1998, cuando Juan Pablo II pidió que «Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba». Ese diciembre se celebró la primera Misa del Gallo desde 1969 y la Navidad ha vuelto a ser fiesta oficial. Tras el viaje del Papa Benedicto XVI, en la primavera de 2012, Cuba celebró el primer Viernes Santo festivo desde el triunfo de la revolución. Pero en un país con un 60% de bautizados no hay colegios católicos (sí seminarios desde 2010), ni la Iglesia tiene acceso a los medios oficiales.
El secretario ejecutivo del Episcopado cubano, José Félix Pérez Riera, asegura que en los últimos años la situación de los católicos «ha mejorado» y que se ha producido «un acercamiento no espectacular, pero sí sensible» de los ciudadanos a la Iglesia católica. Monseñor Pérez Riera –párraco de la iglesia habanera de Santa Rita– es además firme defensor del diálogo para «acortar distancias, corregir errores y superar rencores».
Aunque el régimen sigue sin reconocer los derechos y libertades fundamentales de los cubanos, 17 años después de aquella legendaria frase del Pontífice polaco, Cuba ya está en la agenda diplomática mundial.