Los irlandeses
aprueban en referéndum el matrimonio igualitario
El pueblo de Irlanda ha votado mayoritariamente a favor de que en su Constitución se recoja el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo. Un proceso que se inició en 2013, y que poco a poco ha ido convenciendo tanto a la mayoría de los miembros del espectro político como a la ciudadanía. Un hecho de importancia histórica, por ser la primera vez que los ciudadanos de un país aprueban el matrimonio igualitario en referéndum. Ni siquiera la feroz y mendaz campaña realizada en contra, con la jerarquía de la Iglesia católica a la cabeza, ha servido para impedir que la igualdad LGTB quede reflejada definitivamente en la Carta Magna irlandesa. ¡Enhorabuena, Irlanda!
Los ciudadanos irlandeses han decidido este 22 de mayo de 2015 que debe añadirse a la Constitución de Irlanda una 34ª Enmieda con el siguiente texto: “el matrimonio podrá ser contraído por dos personas, conforme a la ley, sin distinción de su sexo”. Y lo han hecho con contundencia, con una alta participación del 60,52 %. El resultado final de la consulta ha sido de un 62,07 % de votos a favor de la reforma constitucional y un 37,93 % en contra. De los 43 distritos electorales en que se divide el territorio irlandés, 42 han votado a favor y tan solo 1 en contra. Estas son las cifras:
3.221.681 irlandeses mayores de edad se registraron para votar en el referéndum.
1.949.725 de ellos han ejercido el derecho al voto. Un 60,52 % del total.
1.201.607 han votado a favor del matrimonio igualitario, lo que representa el 62,07 % de los votantes.
734.300 han votado en contra, el 37,93 % de los votantes.
13.818 papeletas fueron anuladas.
Dublín Sudeste ha sido el distrito electoral con un mayor porcentaje de votos favorables, el 74,91 %.
Roscommon-Sur Leitrim es la única circunscripción donde los votos contrarios han sido mayoritarios, alcanzando el 51,42 %.
La movilización de la población ha sido, sin duda, la causante de que se refleje en el resultado final el apoyo social incontestable que avanzabanlas encuestas de los últimos años. El temor de que una minoría desfavorable muy implicada superara a una mayoría favorable pero desmotivada ha resultado definitivamente infundado. Los analistas, aunque los datos merecerán análisis más detallados, estiman que la gran implicación de los más jóvenes y residentes en áreas urbanas ha sido decisiva. Para encontrar una participación tan alta tenemos que remitirnos a 1995, año en que se celebró el referéndum por el que se estableció el derecho al divorcio con un 62.2 % de participantes. Desde de esa fecha se han celebrado 14 consultas populares más para decidir reformas constitucionales, sin que en ningún caso se haya superado la cifra de participación de este referéndum sobre el matrimonio giualitario.
Una vez aprobada la enmienda constitucional, el ejecutivo tiene que desarrollar la legislación para hacerla efectiva, que implicará la reforma del Código Civil de 2004, que en la actualidad únicamente permite el matrimonio a las parejas heterosexuales. Según informaciones, el proceso empezará este mismo lunes, y se espera que la reforma se pueda promulgar dentro de seis semanas, aunque aún es pronto para aventurar una fecha de entrada en vigor.
Un país que se suma a la lista de la igualdad
Con esta última incorporación, la ya larga lista de países europeos en permitir el matrimonio entre parejas del mismo sexo asciende a 14, e incluye a Bélgica, Dinamarca, Eslovenia (entrada en vigor por decidir), España, Finlandia (entrada en vigor en 2017), Francia, Holanda, Irlanda, Islandia, Luxemburgo, Noruega, Portugal, Reino Unido (excepto en Irlanda del Norte) y Suecia.
Fuera de las fronteras europeas, el matrimonio igualitario está permitido en Argentina, Brasil, Canadá, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Uruguay, con lo que ya son 20 los países que lo han legalizado. A ellos hay que sumar algunas demarcaciones de los Estados Unidos y de México.
Irlanda, en todo caso, es el único de todos estos países en que el derecho al matrimonio de las parejas del mismo sexo ha sido corroborado por la opinión pública mediante referéndum. En algunas demarcaciones de nivel local, como en algunos estados de los Estados Unidos, también se había decidido este derecho por consulta popular, pero nunca en una demarcación de ámbito nacional. Fue la propia Convención Constitucional irlandesa, organismo encargado de proponer las reformas de la Constitución, quien quiso que la igualdad ante la institución del matrimonio no se reflejara únicamente en una ley, sino que constara en la propia Carta Magna. La legislación irlandesa exigía para ello que la reforma fuera convalidada mediante consulta popular vinculante.
A pesar de las reticencias que siempre despierta el hecho de que los derechos de las minorías se resuelvan mediante referéndum, la importancia de la decisión del pueblo irlandés es incontestable. Sobre todo si se tiene en cuenta que las últimas consultas realizadas al respecto en el continente europeo han sido de signo contrario, como en el caso de Croacia, cuya población se movilizó vergonzosamente para que su Constitución incluyera la prohibición del matrimonio igualitario. El pueblo de Irlanda, por el contrario, ha mostrado ante el mundo su determinación a favor de la igualdad ante la ley de todos sus ciudadanos, independientemente de su orientación sexual. Un avance espectacular de la consideración de los derechos LGTB en un país donde la homosexualidad estuvo penada con penas de cárcel hasta 1993, fecha en la cual la legislación irlandesa finalmente se adaptó a lo establecido por la Convención Europea de Derechos Humanos.
Un proceso firme y decidido
Pese a ser un país de fuerte tradición católica, a lo largo de los últimos años el peso de la Iglesia en Irlanda se ha reducido muy considerablemente, en buena parte debido al conocimiento de los abusos cometidos durante décadas sobre niños y adolescentes. Un proceso que ha debilitado fuertemente su capacidad de influencia sobre la política nacional y que permitió, por ejemplo, que en el año 2010 el Parlamento aprobara una ley de uniones civiles entre personas del mismo sexo por práctica unanimidad de las fuerzas políticas pese a la declarada oposición de la Iglesia católica.
Visto con perspectiva, esa aprobación fue el pistoletazo de salida en la lucha a favor del matrimonio igualitario, que ha ido acumulando con el tiempo cada vez más muestras de apoyo. El principal partido de la oposición, Fianna Fáil (que ha estado en el Gobierno durante 61 de los últimos 79 años) aprobaba en 2012 una moción de apoyo al matrimonio entre personas del mismo sexo. Poco después, también lo hizo la corporación municipal de Dublín, la capital, por una abrumadora mayoríade 38 votos a favor frente a solo cuatro en contra. La expresidenta Mary McAleese, figura muy respetada en el país, se pronunciaba en aquellos momentos a favor, apoyo que reiteró apenas unos días antes del referéndum. También desde un principio, el vice primer ministro, el laborista Eamon Gilmore, se destacó como un decidido partidario.
El proceso definitivo se inició en abril de 2013, con la aprobación por parte de la Convención Constitucional de una propuesta de reforma de la Constitución irlandesa para que, de forma expresa, permitiera el matrimonio entre personas del mismo sexo. La propuesta fue remitida oficialmente al Gobierno en el mes de julio, abriendo un plazo de cuatro meses durante los cuales el ejecutivo (sustentado por una coalición entre el centroderechista Fine Gael y el Partido Laborista) podía decidir o no tomarla en consideración. Finalmente lo hizo, y de una forma contundente, con la comunicación a finales de ese 2013 de la convocatoria del referéndum, que tendría lugar en la primera mitad del 2015. El primer ministro Enda Kenny, perteneciente al Fine Gael, mostraba su más firme apoyo al matrimonio igualitario.
Tras la convocatoria, empezaron a sucederse los gestos de simpatía hacia la comunidad LGTB. Enda Kenny visitaba por primera vez un local de ambiente gay de Dublín, mientras el conocido actor irlandés Colin Farrellpedía directamente el voto favorable al matrimonio igualitario. Farrell calificaba de demencial el hecho de que su hermano, abiertamente gay, hubiera tenido que abandonar Irlanda y viajar hasta Canadá para casarse con su pareja.
En enero de 2015, el Gobierno irlandés daba a conocer el texto que se votaría en el referéndum. Los ciudadanos deberían decidir si se añadía a la Constitución de Irlanda el siguiente texto: “el matrimonio podrá ser contraído por dos personas, conforme a la ley, sin distinción de su sexo”. La ministra de Justicia e Igualdad, Frances Fitzgerald, señalaba que la intención de la coalición gubernamental era que el referéndum se ciñera única y exclusivamente a la apertura de la institución del matrimonio civil a las parejas del mismo sexo. Sin embargo, los detractores de los derechos de las personas LGTB, con la Iglesia Católica a la cabeza, no dudaron en esgrimir el fantasma de la protección infantil, en referencia a la adopción homoparental, para convencer a sus adeptos de expresar mediante su voto su oposición al matrimonio igualitario.
La mendacidad de este argumento era patente, ya que la cuestión de la adopción homoparental iba a ser abordada mediante un proyecto de ley propio. Un proyecto que se convirtió en ley en abril de 2015, tras su aprobación por el Parlamento irlandés por una amplia mayoría, y que establecía la elegibilidad para adoptar a un niño en igualdad de condiciones a quienes hubieran contraído unión civil y a las parejas de hecho que hubieran convivido durante tres años, fueran del mismo o distinto sexo. Es decir, aunque el matrimonio entre personas del mismo sexo no se hubiese aprobado, las parejas del mismo sexo hubieran tenido igualmente el derecho a adoptar. Sin embargo, la oposición a la adopción homoparental siguió siendo el principal argumento de quienes promovían el voto contrario en el referéndum sobre el matrimonio igualitario.
Poco antes de la aprobación de este proyecto de ley, el ministro de Sanidad de Irlanda, Leo Varadkar, salía públicamente del armario como gay, haciendo una encendida defensa del derecho al matrimonio de las parejas del mismo sexo. Por parte de la jerarquía católica, el obispo de Elphin, Kevin Doran, comparaba la homosexualidad con tener síndrome de Down o espina bífida, e insistía en relacionar el matrimonio igualitario y la adopción homoparental.
Afortunadamente, el pueblo irlandés ha hecho caso omiso de la insidiosa campaña de los contrarios a los derechos de la comunidad LGTB, y ha decidido por una consistente mayoría que todos los ciudadanos de Irlanda puedan acceder al derecho al matrimonio sin distinción por razón de orientación sexual.