En 1971, el presidente Richard Nixon declaró feriado nacional el Día de la Recordación, a celebrarse el último lunes de mayo. Ese día, en muchas ciudades de todo el país se realizan ceremonias para honrar a los que cayeron en guerra o al servicio de su país. En muchas comunidades, los veteranos realizan ceremonias especiales en los cementerios o monumentos a los caídos en guerra. En algunos casos se realizan desfiles; en otros, ceremonias religiosas o programas especiales en iglesias, escuelas u otros lugares públicos.
La celebración no sólo es para honrar a los caídos de las fuerzas armadas; también las familias e individuos honran a sus seres queridos que han fallecido.
Historia
La institución de esta conmemoración ocurrió poco después de la Guerra Civil. Los soldados regresaban a sus hogares, algunos de ellos mutilados, y todos con historias para contar. Henry Welles, dueño de una farmacia en la ciudad de Waterloo, estado de Nueva York, propuso que todos los negocios del pueblo cerraran sus puertas durante un día en honor a todas las personas que había perecido en la guerra y yacían en el cementerio de Waterloo. Fue así como por primera vez, el 5 de mayo de 1866, los habitantes de esta ciudad honraron a los soldados caídos con flores, coronas y cruces.
En la misma época, el Comandante General Jonathan A. Logan organizó una ceremonia similar, en la que soldados sobrevivientes de la guerra civil marcharon a través de la ciudad para visitar el cementerio donde se encontraban sus compañeros y colocar banderas frente a cada sepulcro. Llamaron a esa conmemoración Día de Condecoración.Las dos ceremonias se unieron en el año 1868, cuando los estados del norte comenzaron a realizar la conmemoración el 30 de mayo. Los estados del sur recordaban a sus soldados fallecidos en diferentes días.
El General Logan, en la proclama del Día la Recordación de 1868, declaraba el 30 de mayo como la fecha "designada para el propósito de esparcir flores o de alguna manera decorar los sepulcros de los camaradas que perecieron defendiendo al país...".
Finalmente, en 1882, se incluyó a todos aquellos que perecieron en previos combates y guerras. Además, el nombre de esta fecha fue cambiado oficialmente a Día de la Recordación, aunque dicho nombre no se utilizó comúnmente sino hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
Años más tarde, en 1966, el gobierno estadounidense, bajo la dirección del presidente Lyndon B. Johnson, declaró a la ciudad de Waterloo, N.Y., como la cuna oficial del Día de la Recordación.
En 1971, el Congreso, siguiendo la propuesta del presidente Richard Nixon, declaró el último lunes de mayo feriado nacional.
Esta fecha se ha convertido en una de las más importantes para el pueblo estadounidense. Cada último lunes de mayo se llevan a cabo ceremonias solemnes en distintas ciudades del país. Una de las más imponentes ocurre en el estado de Virginia, en el Cementerio Nacional de Arlington. En la madrugada del viernes antes del Día de la Recordación, una compañía de soldados miembros de un regimiento especial llamado “Old Guard” (La Vieja Guardia) marcha a través de las hileras de tumbas, y ante cada una de ellas un soldado se detiene y coloca una bandera en la tierra frente a ella como símbolo de respeto.
Otra ceremonia importante es la que se lleva a cabo en la Tumba del Soldado Desconocido. En ella se guardan los restos de cuatro soldados cuya identidad se desconoce. Dos de ellos son de las dos guerras mundiales, el tercero es de la Guerra de Corea, y el último de la Guerra de Vietnam, y su presencia en este sepulcro representa a todos los que han pagado con su vida la lucha por la paz.
En el Día de la Recordación, el presidente de los Estados Unidos suele visitar este monumento conmemorativo. Desde allí ofrece un discurso y coloca una corona floral delante de la tumba, mientras los miembros de las Fuerzas Armadas que le acompañan disparan al aire en un gesto de homenaje a los caídos.
Actualmente, este día sirve para recordar no sólo a las personas que murieron en alguna batalla, sino que es también un día de remembranza personal, ya que se honra la memoria de todo ser querido fallecido. Muchos acuden al cementerio y llevan flores, mientras otros asisten a algún servicio religioso.