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General: LA CERVEZA DE CUBA DESDE 1841
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: SOY LIBRE  (Mensaje original) Enviado: 20/05/2015 12:53
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 LA CERVEZA EN CUBA, BREVE HISTORIA 
  
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 Gif de CubaLA CUBANA DESDE 1841
La primera cerveza entró a la Isla por Oriente y venía de contrabando desde Jamaica. No es hasta 1762, con la toma de La Habana por los ingleses, que se importaría de manera legal. Con la instauración del libre comercio entraría en grandes cantidades.
  
Unas 130 marcas, casi todas inglesas, se ofertaban en tabernas, cafés, bodegas e incluso en boticas. Había cervezas que se anunciaban como propias para la familia, incluso se llegó al extremo de recomendarlas para niños y mujeres en el período de lactancia. Las damas, según la prensa de la época, se inclinaba por la marca británica “Ale”: suave, clara y beneficiosa, decían, para los males del estómago. De cualquier forma, era de las cervezas de mayor demanda, junto con la “Cabeza de Perro”, también inglesa. Hacia 1850, tal arraigo tuvo entre los consumidores la marca “Tennet Lager”, que son muchos los cubanos que llaman “laguer” al espumoso líquido.
  
La cerveza cubana nace en 1841, cuando Juan Manuel Asbert y Calixto García empezaron a producirla en una fábrica en la calle San Rafael esquina a Águila. Trataron de elaborarla con el jugo de la caña de azúcar, que sustituiría a la cebada europea, pero el intento fue un fracaso y a partir de ese momento los criollos se contentaron con embotellar el refrescante líquido que llegaba en barriles desde el exterior.
Así lo estuvieron haciendo hasta 1883 que se instaló en la ciudad matancera de Cárdenas una fábrica para producirla. No duró mucho tiempo, pero en 1888 el alza de los impuestos sobre las importaciones aconsejó a los negociantes del patio su elaboración en Cuba. Surgía así en Puentes Grandes, “La Tropical”, primera cerveza cubana, con un producto de baja calidad. No demoraría en mejorar cuando maestros cerveceros franceses y alemanes, contratados especialmente, terminaron dándole a la cerveza el “toque” necesario.
 
En 1888 se fundó en La Habana la llamada “Nueva Fábrica de Hielo”, articulada poco después a la fábrica de cerveza en Puentes Grandes. Allí comenzó a elaborarse “La Tropical”, bajo propiedad de Ramón Herrera Sancibrían, bisabuelo de Julio Blanco Herrera, quien con su tesón logra posteriormente producir el cincuenta y ocho por ciento de la que se elaboraba anualmente en el país durante los años 50.
 
En sus inicios, las marcas en el mercado eran la cerveza clara “La Tropical”, la Tropical Oscura “Excelsior”, la cerveza clara “Cristal Palatino”, cerveza tipo Munich oscura “Tivoli” y la “Maltina Tivoli”. La exquisitez de la marca transcendió las costas de la isla para ganar premios en Europa y Estados Unidos, los más significativos fueron los Grandes Premios en las Exposiciones Internacionales de Londres, en 1896, y Bruselas en 1897; Diploma y Gran Premio en la Exposición Internacional del Progreso, París, 1912; Medalla de Oro en la Exposición de Agricultura e Industrias de La Habana, en 1909 y 1911; Medalla de Bronce en la Exposición de San Luis, 1904, y sus medallas se exhibieron en la antigua etiqueta.
En terrenos anexos a la fábrica, Julio Blanco Herrera padre construyó en 1929 el estadio “La Tropical”, hoy Pedro Marrero. Este campo, sirvió de sede a los Segundos Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en 1940.
 
Había otras muy populares, como “Hatuey” y “Polar”. La primera traía un aborigen cubano en su etiqueta, y la segunda un oso blanco. Se promocionaban así: “La cerveza del pueblo y el pueblo nunca se equivoca”. Por su sabor exquisito, sus magníficas condiciones digestivas y sus resultados tonificantes.
 
La otra marca afirmaba: “Pida Hatuey. La gran cerveza de Cuba”, mientras que la publicidad Cristal insistía: “¡Cómo anima! ¡Cómo alegra! ¡Cómo estimula! Una cerveza extraordinaria”. Todo era cuestión de preferencia. Había cervezas importadas, pero no tuvieron demasiada aceptación, pese a que algunas marcas de procedencia norteamericana se presentaban en latas; toda una novedad en la época.
 
Antes de 1919, el “Santiago Brewing Company” fue fundada por el Sr. Eduardo Chibas. Durante este año, bajo la dirección de Don Enrique Schueg y Chassin, las instalaciones fueron adquiridas por la “Compañía Ron Bacardí SA”. La fábrica de cerveza “Hatuey”, situada en el barrio San Pedrito de Santiago de Cuba, fue comprada con el único propósito de construir una nueva destilería Bacardí. La nueva destilería fue inaugurada el 4 de febrero de 1922.
 
En sus primeros 21 años, la producción y las ventas en la fábrica de cerveza San Pedrito en Santiago de Cuba aumentó cinco veces. A fin de atender la creciente sed de Cuba por la Cerveza “Hatuey”, la Cervecería Modelo fue creada en 1947. Esta cervecería se construyó en 1947 a diez millas de La Habana en “El Cotorro”. Siendo fiel a su nombre, era de hecho una cervecería modelo.
 
La calidad de la cerveza cubana fue tal que las similares extranjeras no lograban penetrar el mercado interno. Nadie podía competir en precio y calidad de las cervezas cubanas a pesar de que algunas firmas foráneas lo intentaban.
 
Por el año 1958, Cuba poseía cinco fábricas de cerveza que producían cerca de 30 millones de litros anuales para una población aproximada de 6 millones de habitantes. Si se tiene en cuenta el reducido consumo que del producto hacían las mujeres y los menores de edad, se puede inferir el alto consumo per cápita del producto entre los bebedores. El cubano de siempre ha sentido predilección por esta bebida.
 
El mayor consumo de cerveza tenía lugar en bares y cantinas y algunos preferían hacerlo en la “bodega” de la esquina. Allí, en un ambiente “familiar”, conversaban con el dependiente saboreando una cerveza espumosa, un vaso de ”laguer” con un “saladito” de jamón y queso o con algunas aceitunas, mientras en la vitrola sonaba el bolero del momento. ¿No es acaso el lugar ideal?.
 
 FUENTE CUBA en la memoria


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: SOY LIBRE Enviado: 20/05/2015 13:02
CERVEZAS DE CUBA DESDE 1960
 
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La cerveza Cristal, ha sido durante mas de 75 años, la preferida de los consumidores en Cuba.
La Cervecería Bucanero S.A. (CBSA) produce las marcas de cerveza mas populares de Cuba: Cristal, Bucanero y Mayabe. Su sede está en la ciudad de la Habana y su planta de producción en Holguín, un paraíso industrial en el este de Cuba que disfruta del agua de la mejor calidad del país. CBSA ha construido una de las instalaciones de más alta tecnología en la isla.
 
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La cervecería Bucanero fue fundada el 2 de mayo de 1997 entre la Corporación Alimentaria S.A. compañía del Ministerio de la Industria Alimenticia y la entidad canadiense Cerbuco Brewing Inc., subsidiaria de Interbrew N.V. compañía belga que está hoy en el cuarto lugar entre los mayores productores cerveceros del mundo. Entre sus potestades en la Isla caribeña, la entidad mixta es la única importadora y distribuidora de cerveza en el mercado en divisa, así como posee la exclusividad de exportación del producto fabricado en Cuba. En este último serán las marcas Cristal y Mayabe.
 
Desde la creación de la empresa, la CBSA ha invertido más de 30 millones de dólares en la cervecería y sus operaciones de distribución. Las principales obras ejecutadas comenzaron con la instalación de una moderna línea de botellas en el año 2000, al costo de 6,1 millones de dólares. El envase del producto terminado es el cuarto paso del proceso, bien sea en botellas, en latas o en barriles de acero inoxidable, cuyas líneas son de tecnología de avanzada. La de botellas está considerada como la más desarrollada de América.
 
El logotipo de Cristal puede verse por todas partes en Cuba para ayudarlo a dirigirse al lugar más cercano para que compre la suya, lo que puede hacer cómodamente en uno de los populares Bici-taxis de Cristal.
 
Cada botella tiene estampada una Palma Real, el arbol nacional en Cuba. Cristal se produce de malta, , del agua natural proveniente de un manantial profundo y tiene el sabor del lúpulo suave que no deja sabor residual en la boca. Cristal es la elección perfecta para beber en los días calurosos del verano, que son casi todos los días en la vida de los cubanos.
 

Cada año, cuando llega el verano, los cubanos nos quejamos del calor. Sin ser de los que más se quejan, confieso que al astro Rey en estos meses, sobre todo en julio y agosto, se le fue la mano. Empezó septiembre y la vida sigue igual. Los meteorólogos han informado de que, en comparación con el 2008, la temperatura media ha aumentado un grado y en ocasiones un poco más.
 
No es de extrañar que para aliviar el calor sofocante la gente haga un alto para tomarse una cerveza a la sombra. Y aunque no lo puedo hacer todos los días, de vez en cuando me tomo una fría.
 
Mientras disfrutaba de un lague, un amigo que me acompañaba comentó algo sobre la fábrica clandestina de cervezas que la policía había desactivado en el barrio Husillo, cerca de la antigua y famosa fábrica de cerveza Polar, que hoy es una ruina. Los dueños de la fábrica clandestina llegaron a producir más de 100 cajas diarias, 2,400 cervezas de varias marcas que se distribuían en los locales donde se vende la cerveza en pesos convertibles. Esta no ha sido la primera fábrica clandestina de cerveza que se descubre. Ciudadanos hay que se dedican a estos menesteres a pesar de las duras sanciones.
 
En Aguila y San Rafael, en pleno corazón de la capital, a mediados del siglo XIX, hubo una fábrica de cerveza cuyo dueño intentó sustituir la cebada europea con el jugo de la caña de azúcar. Cuatro marcas: Polar, Cristal, Tropical y Hatuey dominaron históricamente el mercado cubano en la primera mitad del siglo pasado. Sus dueños también construyeron obras sociales como el famoso estadio La Tropical, donde se celebraron varios mundiales de béisbol amateur. Los dueños de Polar, españoles en su mayoría, optaron por uno de fútbol.
 
Nuevas marcas han surgido con el paso del tiempo: Mayabe, Tínima, Princesa, Blue Ice y Bucanero, que se han unido a Polar y Tropical, ofreciendo, en medio del calor sofocante, la posibilidad de refrescarnos.
 
Terminé de tomar la cerveza, con la duda de si era legítima o venía de alguna fábrica clandestina. Al fin y al cabo, la iniciativa privada ha demostrado que es mucho mejor que la estatal.
 
Por eso, cuando tengas mucho calor, a la hora de tomar una birra, enfermera, velo de novia, lague, lagarto, fría o como le digas, sólo disfrútala sin preocuparte de su origen.
 

A Emilio Bacardí, exitoso empresario cervecero cubano, fundador del museo que lleva su nombre en Santiago de Cuba, historiador cubano, se le atribuye la frase de que el progreso de Cuba se podía medir por el consumo de cerveza.
 
Efectivamente, el cubano de siempre ha sentido predilección por esta bebida desde todos los tiempos a pesar de que la necesidad, a veces lo inclina a consumir otros tipos de licores. Ello no quiere decir que el criollo fuera adicto incontrolable a las bebidas alcohólicas. El alcoholismo no era un mal social en la Cuba de entonces.
 
En l958 Cuba poseía 5 fábricas de cerveza que producían cerca de 30 millones de litros anuales para una población aproximada de 6 millones de habitantes. Si se tiene en cuenta el reducido consumo que del producto hacían las mujeres y los menores de edad, se puede inferir el alto consumo per cápita del producto entre los bebedores.
 
Tres eran las marcas que se disputaban el mercado: Hatuey, Cristal y Polar. La calidad del producto era tal que las similares extranjeras no lograban penetrar el mercado interno. Nadie podía competir en precio y calidad con nuestras cervezas a pesar de que algunas firmas foráneas lo intentaban.
 
Los fabricantes de cerveza y la población se veían mutuamente beneficiados por una colaboración espontánea. Los primeros tenían sobrados motivos de gratitud al verse distinguidos con la preferencia pública y la población se favorecía por algunos servicios de utilidad social patrocinados por aquellos
 
Así las cosas, los Blanco Herrera, principales accionistas de la Cristal, eran patrocinadores del deporte popular, inaugurando en l929 el Gran Stadium Tropical de la Avenida 4I en Marianao donde un año después, en l930, se celebrarían los II Juegos Centroamericanos. Los Zorrilas y Giraudier, fundamentales accionistas de la Polar acaudillaban la publicidad de las grandes ligas del béisbol cubano y promovían el esparcimiento en los flamantes salones de los jardines aledaños a la fábrica.
 
El beneficio era mutuo porque propiciando el bienestar público los productos se anunciaban. Pero indudablemente el empresariado industrial capitalista, en su mayoría, estaba imbuido de sentimientos de amor a la nación. Prueba de ello fue el regocijo que mostró la familia Bacardí tras el triunfo fidelista de l959, calificando a los hermanos Castro de “cruzados de la libertad “. Los Blanco Herrera, por su parte, hicieron generosas donaciones de tractores y arados para la reforma agraria y convirtieron la entrada del stadium en almacén de equipos agrícolas donados para el INRA (Instituto Nacional de la Reforma Agraria).No sospechaban que aquella revolución autodefinida más verde que las palmas era un melón de cáscara verde y rojas entrañas.
 
En resumidas cuentas nuestros padres y abuelos solían divertirse en el salón Sevillano de la Polar o en el Mamoncillo de la Tropical al ritmo de Beny More y su banda gigante o con Roberto Faz y su conjunto. Estos bailes en modo alguno eran frecuentados por las clases pudientes sino por lo más humilde y genuino de nuestro pueblo.
 
Pero el mayor consumo de cerveza tenía lugar en bares y cantinas, tratándose de los jóvenes. Los menos jóvenes, hombres de hogar y familia, preferían hacerlo en la bodega de la esquina. Aquí, en un ambiente familiar, conversaban con el dependiente; entre cuentos y anécdotas, saboreando una cerveza espumosa que entonces costaba veinte centavos o si lo prefería o requería, un vaso de ” lague” que costaba diez centavos. En el primer caso tenía derecho a un “saladito” de jamón y queso y en el segundo era beneficiado con algunas aceitunas.
 
La inmensa mayoría del pueblo de Cuba saludó el triunfo guerrillero de l959 de la manera usual entre criollos: con un vaso de cerveza en la mano.
 
En octubre de l960 y por decreto gubernamental fueron confiscadas las empresas nacionales y extranjeras más importantes, entre ellas las fábricas de cervezas; a partir de ese momento se inicia un proceso ininterrumpido de empobrecimiento de la industria que llega hasta nuestros días.
 
Desde los primeros años el producto empezó a escasear y el cubano a lamentarse de ello pero el embullo revolucionario y la fe en la promesa, aguijoneados además, por la consigna “estudio, trabajo, fusil”, mantenían ocupada a la población. La cerveza llegaba a los bares, cantinas y centros de diversión nocturnos, hasta l968 en que fueron intervenidos todos los negocios privados, incluyendo los puestos de fritas y los sillones de limpiabotas.
 
Posteriormente, en la década de los años l970, luego del “escache” de la zafra de los l0 millones que “iban pero no fueron” se inventaron los “tiros” de cerveza estatales que consistían en comercios habilitados para el expendio de cerveza a granel. Algunos de esto tiros estaban enclavados en lugares céntricos de la capital como, por ejemplo, el de la Esquina de Toyo, o el de Monte y Zulueta. Los vecinos eran contrarios a la presencia de tales sitios por el gentío que congregaban y la bulla que promovían, incluyendo “broncas”, “fajazones” y ocasionalmente hechos sangrientos.
 
También se habilitaban “pipas” o tanques móviles para el expendio del producto que tenían la ventaja de hacer presencia en barrios y repartos de baja densidad poblacional.
 
Durante los mejores años del siempre raquítico socialismo cubano se vendían cervezas por la libreta de racionamiento y a través de las bodegas; eran las “pirey” o con defectos de embotellado (les faltaba líquido). Las de volumen normal se destinaban a la red gastronómica.
 
Otra forma de adquirir algunas cajas de cerveza era mediante un casamiento de “mentiritas” o ficticio donde, a los futuros esposos, además de la bebida, les vendían a precio normal, ropa y útiles para el hogar. Pero la oferta más codiciada eran las cinco cajas de cerveza que posteriormente se revendían a un precio muy superior.
 
La calidad fluctuaba entre mala y pésima. Para muchos aquello era un brebaje insípido con un dejo a cocimiento de escoba amarga; éstos eran los que habían probado las cervezas tradicionales. Los más jóvenes se la tomaban con la convicción de que había que resignarse pues “no hay más ná”. Algunas botellas de cervezas contenían, dentro del líquido, gusanos, cucarachas y alacranes. Al que lo dude puede remitirse al periódico Granma de la época.
 
En esta etapa del acontecer cervecero aparecieron los tiros de cerveza furtivos a cargo de particulares; verdaderos antecesores de los “paladares”que posteriormente permitió el gobierno, estos “tiros”, además de cerveza ofertaban pan con lechón y comida elaborada’
 
Hoy el panorama cervecero ha cambiado en parte. Junto a la cerveza Cristal, enlatada y embotellada con el logotipo habitual pero muy baja en calidad en relación a la original, hay otras marcas nacionales que se venden a 80 o 90 centavos de chavito o de peso convertible y cervezas extranjeras de calidad muy superior pero de mayor precio. Todas ellas al alcance de extranjeros o cubanos favorecidos por la suerte o el “invento”. El resto, o sea la mayoría de los cubanos, bebe la cerveza a granel; en la cantina o sobre la acera donde se estaciona la pipa. Entre amigos, sólo, o compartiendo el vaso con la mujer amada, el cubano prefiere ese líquido amarillento y espumoso que hace mover los pies al ritmo del son y la rumba; se adueña de la cintura para luego subir a la cabeza y desde allí acabar con llantos y pesares en un mareíto sabroso y dulzón que hace ver las cosas de otro modo y hasta el socialismo lo torna llevadero.
 
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Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 28/05/2015 18:54
La cerveza, Obama y la malta checa
La importación viene al rescate ante la caída
de la producción nacional en un momento de aumento del turismo

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Los cubanos han rebautizado la cerveza Presidente como Obama.
              Por Luis Escobar  |  La Habana | 14ymedio - Diario hecho en Cuba
"Dame una Obama bien fría", le dice al camarero un joven que acaba de entrar en el bar. Sobre la barra, el empleado coloca un vaso y una botella de Presidente, una cerveza dominicana que ha llegado a la Isla para paliar el déficit de láguer nacional. En medio del entusiasmo por el anuncio del restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, el ingenio popular ha rebautizado esta bebida con el nombre del inquilino de la Casa Blanca.
 
La importación de cerveza está ayudando a paliar los altibajos que ha padecido la producción cervecera nacional en los últimos tiempos. En 2013, en el país se fabricaron alrededor de 2,6 millones de hectolitros de la bebida, pero al cierre de 2014 ya se percibía un descenso a 2,57 millones de hectolitros. Según los medios oficiales, en el primer trimestre del año pasado la afectación productiva se debió a una bajada en la materia prima, especialmente en la cebada malteada o malta de origen checo.
 
El director general de la Empresa Mixta Bucanero S.A, Jean Stevenardt, declaró entonces al periódico Granma que era "justa la inquietud de los consumidores por el desabastecimiento" que experimentaba la bebida, pero aseguró que se normalizarían "las entregas del producto a la red de comercialización y ventas minoristas". Más de un año después, sus predicciones optimistas no se han cumplido y los clientes están más inquietos que antes.
 
Este diario visitó una docena de bares y locales de servicios gastronómicos en diferentes provincias, además de recoger decenas de opiniones que demuestran que la situación se ha ido agravando en las últimas semanas. Los afectados se hallan tanto en el sector de servicios estatales como en los locales privados y ponen en jaque a la industria hotelera y recreativa, que por estos días vive un repunte con el aumento de turistas que visitan la Isla.
 
En Santiago de Cuba, la carestía del producto, en especial de las marcas Cristal y Bucanero, se ha hecho más crítica a medida que se acercan las celebraciones por el V centenario de la fundación de la ciudad. Este miércoles, los empleados de El Verano, perteneciente a la cadena CIMEX, el Club 300 o el Club Santiago, respondían como si se les preguntara por una especie extinta y que sólo recuerdan quienes tienen buena memoria.
 
En la gasolinera de 31 y 18, en el habanero municipio Playa, la respuesta era un poco más esperanzadora. "No tenemos... hace rato que no entra ninguna de las dos, pero las estamos esperando". En el Vedado, la cadena Pan.com pierde cada día decenas de clientes desilusionados por no poder acompañar el sándwich o la hamburguesa con algo frío y refrescante. "Es que los paladares se las llevan por cajas, la demanda ha aumentado muchísimo y no dura nada la cerveza", explicó una empleada del local enclavado en la calle 17 esquina a 10 de esa céntrica barriada.
 
Para aminorar la carencia de la fría nacional, el Estado ha reactivado la importación de cervezas de países como México, República Dominicana, España o Portugal. A las marcas extranjeras que tradicionalmente se comercializan en el mercado en divisas –Bavaria, Heineken, Corona y Becks– se le suman ahora Sol, Mahou y la Presidente rebautizada como "Obama". Los precios son superiores a las nacionales, pero el déficit deja pocas opciones.
 
La familia de Maikel y Laura lleva años ahorrando para celebrar la fiesta de quince a su hija y, ahora que están comprando las provisiones para el festejo, ven cómo desaparece la cerveza. "Tendremos que comprar las que quedan, que son caras y no tan aceptadas en cuanto a sabor" ‒explica el padre de la cumpleañera‒ "pero no se trata solo de dinero, sino de encontrar dónde hay cerveza, que es lo más difícil ahora mismo", confiesa preocupado.
 
Cuba sigue siendo un país donde tomarse una cerveza es algo que un trabajador promedio no puede permitirse con frecuencia, porque una de ellas le puede costar hasta el salario de toda una jornada. La imagen de los obreros sudorosos saliendo de la fábrica y bebiendo hasta el fondo de sus espumosas jarras, no es una estampa típica de nuestros bares. El placer se reserva para una ocasión especial, para los nuevos ricos, los turistas de paso por la Isla o la gente que tiene alguna entrada sustanciosa y paralela a sus salarios.
 
El hecho de que la cerveza se considere un lujo inalcanzable para muchos, provoca que algunos tengan cierto pudor de quejarse por su escasez. "Hay gente que cree que tomarse una fría es una ostentación, pero con este calor debería ser un derecho humano", comenta Luis, un electricista que tiene un empleo estatal pero hace también algunos "trabajitos por la izquierda". Con cerca de sesenta años, es consumidor frecuente de Cristal y la considera una cerveza "con alma, excelente sabor y preferida de todos". No en balde, la marca alcanzó en 2007 la Medalla de Oro en la Feria Internacional Monde-Selection.
 
¿Quién tiene la culpa?
 
La discusión que acalora a muchos es si falta cerveza por un aumento de la demanda o el talón de Aquiles se encuentra en la productividad. La prensa oficial ha dirigido en varias ocasiones el dedo acusador hacia los acaparadores y los dueños de restaurantes privados que "vigilan" los lugares donde venden el producto y adquieren grandes cantidades cuando sale a la venta.
 
La ausencia de un mercado mayorista que suministre alimentos, bebidas y licores al sector privado, obliga a los paladares y cafeterías por cuenta propia a comprar en la misma cadena minorista donde el resto de la población adquiere productos para el consumo doméstico.
 
La principal instalación productiva de la Empresa Mixta Bucanero S.A responde a este diario que la fábrica estuvo cerrada un tiempo por desabastecimiento, "pero ahora ya estamos funcionando y esperamos que se resuelva el problema pronto". La misma respuesta que daba el pasado año su principal directivo, sin aclarar si las carencias se deben a falta de dinero para comprar la malta checa, retraso en el transporte o desorganización a la hora de planificar los ciclos productivos.
 
En el gran mercado de las calles 3ra y 70 en Playa, una clienta desesperada preguntaba a una empleada si tenía cerveza nacional. Tras el "no" rotundo, la mujer insistía en saber qué día llegaría el producto. "No, eso no tiene día fijo, es cuando el proveedor las traiga y se acaban rápido porque la demanda es mucha", respondía la empleada. Es la contestación que invariablemente dan los trabajadores del sector estatal cuando se pregunta la razón del desabastecimiento.
 
"En cualquier otro país los productores estarían contentos con el aumento de la demanda y lo que harían sería producir más y diversificar las ofertas", aclara Mijaíl, que trabaja como barman en un local de la Habana Vieja. "Pero aquí, llaman a los clientes a que no compren tanto... esta película está al revés", sentencia mientras sirve una Bavaria a un desilusionado turista que había venido buscando una cerveza nacional.


 
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