Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: La nueva CUBA está en la HABANA VIEJA
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: BuscandoLibertad  (Mensaje original) Enviado: 12/06/2015 15:40

http://www.zonagratuita.com/imagenes/barras_animadas/barra-065.gif
La nueva Cuba está en la Habana Vieja
Las reformas de Raúl Castro empiezan a transformar la fisionomía de Cuba
Hay más negocios privados y el Estado se apoya en los particulares para la restauración
 
1433ormal.jpg (980×653)
El bar restaurante Azúcar, abierto en noviembre en la Plaza Vieja, es
uno de los lugares privados con encanto que han florecido en la Habana Vieja.
           Mauricio Vicent  EL PAÍS
La Habana Vieja es la Habana nueva. Y bastan seis meses para darse cuenta de ello. En este breve espacio de tiempo -el transcurrido desde un último viaje-, decenas de nuevos negocios privados han abierto sus puertas en el casco histórico de la ciudad, un cuidado espacio urbano de dos kilómetros de extensión donde habitan 55.000 personas y más de 200 edificios de alto valor patrimonial han sido rehabilitados. En este lugar privilegiado, por donde pasa el 90% del turismo que visita la isla, florecen hoy estudios de tatuaje como ‘La Marca’, donde uno puede tatuarse un Che Guevara o un dragón rockero, hay bares de copas con encanto donde tocan jazz en una escalera o tiendas de diseño como Clandestinas, cuya dueña, Idania del Río, antes solo veía como horizonte “marcharse de Cuba” si quería progresar. “Hoy, por primera vez, percibo que tengo futuro en mi país”, asegura.

Idania (33 años) estudio en el Instituto Superior de Diseño de La Habana. Después de varios años e intentos infructuosos “por emprender algo propio”, el año pasado -aprovechando la reforma de Raúl Castro que permitió la compraventa de casas- adquirió una vivienda semiderruida en la calle Villegas y con su socia española Leire Fernández pasó meses rehabilitándola. El pasado 11 de febrero el local fue inaugurado “con vocación alternativa” y colecciones irreverentes, como la de fundas de almohadas ‘Remedio para el insomnio’, que en sus telas llevan estampadas billetes de 100 pesos convertibles o pasaportes, un guiño a las cosas que le quitan el sueño a los cubanos.

‘Vamos a la zafra’ es una colección de juguetes infantiles hechos a partir de cochecitos de plástico reciclado, tipo ruso, y notable éxito han tenido también las camisetas con el logo de Clandestinas y una serie de bolsas de tela de saco industrial intervenidas con diseños rompedores y el logo “99% diseñó cubano”. “Las cosas en Cuba van lentas, puedes tardar dos meses en que te autoricen a poner un cartel en la puerta, pero los cambios se notan", coinciden las dueñas del negocio. "Este es un momento realmente estimulante", añade Idania. "Hay gente que se fue de Cuba hace años y ahora está regresando. Algunos, como yo, sienten que pueden probar suerte, que ahora sí hay una oportunidad aquí de salir adelante”.

La dueña de la tienda de diseño Clandestinas, Idania del Río, antes solo veía como horizonte “marcharse” de Cuba. “Hoy, por primera vez, percibo que tengo futuro en mi país”, asegura.

Cuba tiene 11 millones de habitantes y su población activa es 5.200.000 personas, de las cuales, hasta hace poco, prácticamente el 100% trabajaba para el Estado. Tras la crisis del Periodo Especial  y las reformas económicas para paliar sus efectos, el Estado anunció que sobraban más de un millón de puestos estatales y, ante esta realidad, abrió definitivamente la mano al trabajo por cuenta propia (hoy son más de 470.000 los cuentapropistas en toda la isla), además de permitir la compraventa de casas y autorizar diversos tipos de cooperativas, como las que trabajan en la construcción y en el sector textil.

Cerca de Clandestinas, en la majestuosa Plaza Vieja de la Habana, es quizás donde más se aprecia el cambio. Comenzada a construir en 1584 como alternativa a la Plaza de Armas, esta antigua plaza comercial es símbolo del nuevo empuje de la iniciativa privada y de cómo esta puede contribuir a mejorar la vida a la ciudad. Hace un año en la cuadrícula de la Plaza Vieja todo eran negocios del Estado.

Primero abrió el Café Bohemio y luego un salón de masajes a su lado. El pasado noviembre una pareja hispano-cubana inauguró Azúcar, un moderno bar restaurante con vistas privilegiadas a la plaza que no tiene que envidiarle al mejor sitio de Cartagena de Indias. A un costado, otro cuentapropista y su amigo ruso abrieron días después otro local de vistas espectaculares -desde donde se puede observar enfrente a un grupo de niños dando clase en un colegio público-, mientras que en la esquina de Muralla y San Ignacio, en diciembre abrió La Vitrola, un establecimiento de comida criolla donde un menú de ropa vieja, frijoles, ensalada, cerveza, postre y café no supera los 10 euros –un precio prohibitivo para la inmensa mayoría de los cubanos, pero asequible para un sector creciente de la población-. El lugar está ambientado con viejas neveras de coca-cola y anuncios de los años cincuenta, y al entrar allí uno siente que se transporta a otra época.
  
1434032842_142369_1434039379_sumario_normal.jpg (560×373)
Uno de los nuevos bares con encanto recientemente abierto en la calle O'Reilly de La Habana Vieja
“Nunca pensé que vería así de viva la Plaza Vieja”, dice Juan Agustín Plasencia, antiguo trabajador “gastronómico” del Estado y hoy gerente de La Vitrola, que atesora una maravillosa ‘juke box’ americana con música de Arsenio Rodríguez, Benny Moré y Celia Cruz. Dice Plasencia que este ‘paladar’, como el resto de los negocios privados del casco histórico, ha contado con el respaldo y apoyo institucional de la Oficina del Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, y de él en persona. “Nos ha visitado en varias ocasiones para animarnos contribuir a difundir la labor de la restauración y a ser protagonistas de la rehabilitación de la zona”.

La obra de Eusebio Leal en la Habana Vieja es conocida. Además de su apoyo a la iniciativa privada en la zona, gracias a su gestión y a sus iniciativas el valioso patrimonio arquitectónico del casco histórico se ha salvado. En los años ochenta La Habana se caía. El ritmo de la restauración era de cinco obras por año. “En las últimas dos décadas el 30% del territorio ha sido rehabilitado y se han restaurado más de 200 edificios de alto valor patrimonial,” dice en su despacho Patricia Rodríguez, directora del Plan Maestro para la Rehabilitación Integral de La Habana Vieja

Ahora mismo la Oficina acomete la restauración del Capitolio, que fue sede del Congreso y el Senado en la etapa republicana, y que de a fines de año volverá a albergar en sus instalaciones el Parlamento nacional. Todo un símbolo de los nuevos tiempos. En 20 años se ha hecho mucho. “Pero no podemos esperar otros 20 años para ver resultados”, señala Rodríguez. Si antes el Estado asumía solo la restauración, ahora anima a los privados a que pongan su esfuerzo en ello y les apoya, un cambio notable de mentalidad.

“En este momento hay un boom de la iniciativa privada en la zona, y es bueno que así sea”, dice la directora del Plan Maestro para la Rehabilitación Integral de La Habana Vieja, que piensa que la Oficina debe ocuparse de “bien dirigir el proceso de rehabilitación del sector privado”.

Rodríguez pone como ejemplo el caso del peluquero Gilberto Valladares, conocido por todo el mundo como Papito. En poco tiempo Papito ha convertido su peluquería en un verdadero proyecto cultural comunitario, en el que participan decenas de personas en una manzana de la calle Aguiar. “La Oficina ha arreglado la calle y ha cedido locales y espacios públicos, donde hoy funcionan bares, tiendas, galerías de arte, una escuela de peluquería y otros proyectos comunitarios, todo de gestión privada”, explica Papito. “No es sólo un asunto de generar beneficios económicos; se trata de generar riqueza a través de la cultura y que esto revierta en beneficio de los vecinos”, señala el peluquero, que es un líder local. Una anécdota: en el año 2007, harto de las trabas burocráticas, Valladares se se marchó a vivir a México. Regresó en 2009. “Y hasta ahora…”, dice, antes de que le llame uno de sus colaboradores. Le espera un grupo de gerentes del Estado a quienes va a asesorar sobre cómo ser más eficiente en este tipo de trabajos comunitarios. Algo impensable hasta hace solo un par de años.

El reto de la desigualdad
La apertura económica de Raúl Castro, obviamente, ha incrementado las desigualdades en un país que durante casi medio siglo tuvo como pilar el igualitarismo. Hoy en Cuba hay gente con mucho dinero. Algunos dueños de paladares, campesinos privados, artistas y diversos profesionales de sectores emergentes hoy pueden gastarse 200 euros en una cena sin ningún problema (el salario medio en Cuba ronda los 20 dólares mensuales), pero este sector privilegiado es minoritario. Puede decirse que más del 90% de los cubanos siguen viviendo (y sufriendo) en moneda nacional.

Si una comida de 10 euros en La Vitrola equivale a un tercio del salario mensual de un médico, el reto al que se enfrenta hoy Cuba está claro: ¿qué políticas hay que implementar para proteger a los más desfavorecidos y redistribuir la riqueza?

Eusebio Leal lo tiene claro. Paseando con él por la Habana Vieja se puede visitar el antiguo convento Belén, hoy un Centro de Día de Adultos mayores, donde se atiende gratuitamente todos los días a 800 personas. Es sólo uno de los muchos proyectos sociales en la zona, financiados en parte con los impuestos que se le cobra a los cuentapropistas.

Sobre los que le critican dentro, por ir demasiado deprisa, y fuera, por ir demasiado lento, dice lo mismo: “Que hablen lo que quieran, yo soy hijo de mi tiempo”. A esa hora, en el rehabilitado Sloppie Joe´s, las batidoras de daiquiri no dejan de rugir. Un camarero nos trae unas croquetas de aperitivo, y los palillos llevan enganchados una doble bandera: la de Cuba y la de Estados Unidos.
 
Terraza del bar restaurante Azúcar en la Plaza Vieja

Publicado en  EL PAÍS


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados