En octubre del año pasado, en el mismo mes en que el Sínodo de Obispos dio a conocer un documento en donde hablaban de que los homosexuales tenían “dones y cualidades” para ofrecer y que había que aceptarlos (sin que comprometieran la doctrina católica de la familia), el sacerdote chileno Pedro Labrín viajó a Roma junto a miembros de la Pastoral de la Diversidad Sexual (Padis).
“Somos católicos y gays”, decían algunos de los carteles que desplegaron en la plaza de San Pedro. Minutos después, Labrín le mostraba al Papa Francisco una foto de la pastoral que guía desde 2010 cuando se le acercó un grupo de homosexuales a pedirle ser parte de la CVX, la asociación de fieles católicos ligados a los jesuitas. “Yo los admiro por su resistencia, sobre todo el no haberse ido, como muchos otros que sí lo hicieron”.
¿Cómo fue la integración de los homosexuales a la comunidad?
No me deja de sorprender la conversión de los miembros de CVX, sobre todo de los adultos. Algunos llevan 40 años acá y uno pensaría que quizás podría haber una actitud adversa y la verdad es que no hemos tenido resistencia en CVX.
¿Y de afuera?
De afuera cuesta más. La sexualidad oculta temores y ansiedades. Algunas personas reaccionan desde el prejuicio, desde el estigma del horror, el pobreteo o la sensación de que esta olla no se puede destapar porque lo va a contagiar y pervertir los modelos educativos y la familia. Son irracionalidades que hemos heredado culturalmente.
¿Rompió prejuicios al interior de CVX?
Sí. Rompió y lo sigue rompiendo. Un acierto de Padis es desinstalar el imaginario triple x que tenemos de la homosexualidad, para comprenderlos como seres humanos absolutamente normales. Así, el temor irracional pierde sustento y crece la confianza. Soy un convencido de que la inclusión de la diversidad sexual en la Iglesia genera personas más maduras, más conscientes de sí mismas, felices y menos enrollados. Es decir, mejores seres humanos.
El sacerdote explica que el año pasado hicieron por primera vez la Cena de la inclusión. “Fue la primera vez en la historia que CVX estaba engalanada y tenía sentadas familias homosexuales y heterosexuales compartiendo. Era una imagen del reino de los cielos inolvidable”.
¿Qué beneficios les ha traído a los heterosexuales incluir a los homosexuales?
Muchos cayeron en la cuenta de la responsabilidad que tenemos todos en sostener una injusticia secular de miles de años y comprometerse a un cambio. Es impresionante cómo las personas que conozco se han transformado en agentes de cambio en las más diversas realidades a partir de conocerlos, desde cambiar el vocabulario dentro de la familia hasta interrumpir una reunión de apoderados porque ven una actitud discriminatoria. El efecto es movilizador.
¿Cómo le gustaría que incluyera la Iglesia a los homosexuales?
Me gustaría que no fuera necesario Padis y que no fuera necesario dirimir responsabilidad en la Iglesia según orientación sexual. Que no fuera tema.
¿Pero cómo se logra una real inclusión si la Iglesia tiene sus propios límites, por la doctrina católica en temas como el matrimonio o la familia?
Quiero hacerme cargo de los límites. Saquémonos los lentes oscuros: la Iglesia está llena de homosexuales. Están en la Iglesia porque están en el país y en el mundo. Que lo queramos invisibilizar, no los hace desaparecer. La definición del cristiano no es en función de la ley, sino de una persona que es Jesucristo. Nuestra regla es Jesús.
¿Habrá matrimonio homosexual en la Iglesia?
Ese es un camino más largo por otras dimensiones teológicas que resolver, pero reconocimiento de la diversidad sexual, sí. Reconocer el enorme capital social, humano y espiritual y darles el espacio que se merecen.