Un amigo me comentaba que este post llegaba un poco a destiempo y yo le reclamaba; “…si Pablito se ha demorado en decir, aun lejos de nuestro sol, algunas sentencias democráticas, que yo lo critique tarde no importa mucho. Amé y odié bajo el arrullo de sus canciones por eso me tomó demasiado tiempo hacer mis cuestionamientos…”
Por Mario C Morales | Cubanet En días recientes vi un video en el cual tus respuestas al periodista chileno Santiago Pavlovic (siempre a alguien de otra latitud, nunca del patio) vuelven a ser noticia por el contenido crítico al gobierno de los Castro. La notable destrucción de La Habana, la calamitosa vida que llevan los cubanos, la no confianza en el pueblo por parte del gobierno, la entrega y/o dependencia, siempre, a una fuerza externa para volver a caer en manos de los Americanos, el Nuevo Plan Marshall (como tu aseguras) que se avecina…etc. Todas tus quejas, una a una, sonaban a amargos reproches a un régimen con el que, sin embargo, has mantenido, durante muchos años, compromisos estrechos muy visibles y declarados.
Tu lirica ha adornado y embellecido trágicamente una larga jornada… Mi generación se formó amando y tarareando tus canciones. Yolanda no creo que ceda espacio ante la célebre Guantanamera, por ejemplo. Es un sello distintivo de una época y de varias generaciones abigarradas entre sí que han marchado escoltadas por la construcción de un ambiente épico, pero irreal y engañoso, donde tus hermosas interpretaciones fueron cómplices inconscientes pienso. Nostalgia a borbotones sentimos los que hemos llegado a la edad madura y no hemos tocado los sueños que tú entonabas y me atrevo a sostener la tesis de que también fuiste uno de los tantos estafados. Quien si no, un poseído de la fe revolucionaria y del don de trocar la vida en poesía como tú no era capaz de tal inspiración.
Pero me asaltan muchas dudas. Gramsci, un comunista italiano, un auténtico intelectual de la izquierda marxista, no de esa izquierda de pacotilla que adula a caudillos populistas y pulula en nuestros días, escribía que un intelectual orgánico era el escritor, artista, filósofo, que se intercomunicaba con su base social que luchaba por la hegemonía política, es decir la masa emergente, preterida, que aspira a ejercer el gobierno.
Desde esta perspectiva marxista, lo ocurrido en Cuba dista mucho de la teoría gramsciana. Con los años de poder autocrático los intelectuales formaron una élite (UNEAC) alejada totalmente del cubano común y se tornaron en cortesanos pusilánimes y complacientes de esa dictadura y ésta los utilizó para continuar intoxicando con su propaganda al pueblo.
Una de las expresiones más clara del alejamiento de los productores de cultura pensada del sentir de los cubanos fue la famosa carta de abril del 2003, firmada por 27 intelectuales, a la cual le colocaron un envolvente título: “Mensaje desde La Habana para amigos que están lejos”. En ella se les pedía a los viejos de la izquierda aristocrática del universo comprensión para las medidas represivas de la llamada “Primavera Negra” y del fusilamiento de los tres jóvenes participantes en el frustrado secuestro de una lancha de pasajeros. No aparece la firma tuya Pablito, pero si la del otro trovador emblemático, Silvio, involucrado con los Castro hasta el tuétano, el mismo que más de 10 años después, al concluir una gira por los barrios más olvidados de La Habana, declarara “la gente está jodida, muy jodida, mucho más jodida de lo que pensaba”
Ay, Pablito, que nos queda pues, repasando tu extensa obra recuerdo ahora un tema muy cautivador y ampliamente utilizado por la diabólica propaganda del régimen, “Cuando te encontré”, 1989. En especial, la última estrofa:
“Y se encontrarán los del machete aguerrido con el último héroe que hasta hoy se ha perdido, todos gritarán será mejor hundirnos en el mar que antes traicionar la gloria que se ha vivido”.
Bueno, por ese mismo año, se quebraba el socialismo real a nivel mundial, caía el muro de Berlín y el pueblo cubano no podía disfrutar de las imágenes que mostraban el júbilo de los berlineses debido a la férrea censura impuesta por el régimen de Fidel Castro que hizo suyo tu invocación al suicidio colectivo. Tampoco se tuvieron imágenes ni información objetiva sobre los sangrientos sucesos de la Plaza de Tiananmen. Todo era producto de una gran conspiración de la CIA donde estaba implicado el mismísimo Mijail Gorbachov. Ese era el libreto oficial. El “desmerengamiento” (término utilizado por Fidel Castro para definir la quiebra estrepitosa de una sistema con pies de barro) del campo socialista llenaba de pánico a la nomenclatura cubana.
El barco se hundía pero tu grito a favor del estoicismo y el sacrificio sin límites era solo para los de abajo, para la tripulación, para los pasajeros de segunda y tercera clase. En tanto, el Comandante, temeroso de perder el mando, acudía al terror y sacrificaba al general Ochoa y otros oficiales de las FAR y MININT, y anunciaba un periodo especial de grandes penurias donde la gran virtud seria la fidelidad que en los muros de la ciudad se pintó con los grados del Comandante en medio de esa humillante palabra, símbolo del poder absoluto y autocrático.
Nos quedamos fuera de la fiesta de la libertad y tu voz no se escuchó, no dijiste nada de lo que dices ahora, que de haberlo hecho nos hubiera ahorrado parte de esa triste gloria inventada y estúpida que hemos vivido. Yo te pregunto ahora, después de todas estas miserias ¿qué tipo de revolucionario eres tú?
ACERCA DEL AUTOR Mario C Morales, La Habana, 1949. Licenciado en Historia en la UH en 1976. Profesor Titular de Historia y de Metodología de la Investigación en el Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”. Alcancé un PH.D. en la Universidad de la Habana en 1997 con una tesis sobre el nacionalismo populista en Cuba, un estudio de los dos gobiernos del Partido Revolucionario Cubano (Auténticos). Ejercí la docencia por más de 30 años. Salí de Cuba en 1998 y resido en Estados Unidos desde el 2005.