NUEVA YORK LA CAPITAL DEL MUNDO
Por Alejandro Ríos
La sociedad estadounidense siempre vital, dinámica, se levanta cada día con cambios y nuevas tareas de toda índole. En una jornada se legaliza el matrimonio entre personas del mismo sexo y en la otra se estudia la posibilidad de arriar, para siempre, la bandera confederada. Es el ritmo de la democracia y las posibilidades infinitivas del ejercicio de la libertad.
Desafortunadamente las pocas dictaduras totalitarias entronizadas en el mundo tienen muy escasa posibilidad de contagiarse con ese espíritu. Al contrario, se sienten en la posición de criticarlo como desatinos del capitalismo. Insisten que ellos practican la democracia de otro modo.
Los hermanos Castro, primero intentaron la dictadura del proletariado – siguiendo los lineamientos de remotos manuales comunistas – para arrasar con los componentes productivos de la república, y hoy no se sabe cuál es el rumbo del errático experimento.
Por lo pronto, las publicaciones electrónicas del régimen le tienen abierto un acápite a las relaciones con Estados Unidos, como se enciende una vela al santo. Mientras los norteamericanos hablan de los cambios paulatinos hacia una sociedad justa que provocará su presencia en la isla con una embajada, adalides del régimen vociferan a los cuatro vientos que no se hagan ilusiones porque no están dispuestos a perder los logros de la revolución.
La familia Castro parece figurar entre esos logros. Uno de los vástagos del anciano dictador veraneaba recientemente, lejos de la patria que detentan como propiedad privada, en un costoso balneario de Turquía, y no quería que impertinentes paparazis tomaran constancia de su presencia.
La manera despectiva, grosera y hasta violenta con que el guardaespaldas cubano trata al periodista turco –según atestigua video subido a YouTube–, resume la impunidad y arrogancia de una casta represiva y distante del atormentado entorno nacional.
¿Serán esas las transformaciones a las cuales se refieren con frecuencia los viajeros que regresan optimistas de La Habana? Antes Antonio Castro vacacionaba en paraísos costeros del archipiélago cubano habilitados para su familia y hoy lo hace en la antigua y fascinante Europa. Sin duda, son pasos de avance, sobre todo para la cúpula que no solía revelar su opulencia mal habida.
En la realidad dura y cruel, un vecindario amenaza con protestar pacíficamente –han aclarado–, si el inoperante poder popular no soluciona un escape incontrolable de aguas albañales. Los domingos siguen acosando, como siempre, a las Damas de Blanco y unos intérpretes de rap son apresados por el gaznate cuando tratan de expresar su inconformidad en medio de la calle, mientras Danilo Maldonado, El Sexto, cumple seis meses preso.
Recientemente el discreto y talentoso pianista cubano, Gonzalito Rubalcaba, quien reside en el sur de la Florida, regresó de una visita a la isla. El músico se mantiene, dentro de lo posible, alejado de los avatares políticos, su opinión, sin embargo, retrata un país sin perspectiva de futuro:
“Salí de Cuba con 26 años y ahora tengo 52. Por un lado, no puedo dejar de sentir que esa es mi tierra pero, a un tiempo, siento que ya no formo parte de ésa realidad. Lo que está pasando en Cuba tiene más que ver con la verdad oficial que con ninguna otra cosa. La realidad cubana es la misma desde hace años, las carencias materiales y no materiales siguen ahí…. hay todavía un temor a llamar a las cosas por su nombre. Ahora todo el mundo habla de los americanos y de todo lo que van a traer sin entender que la apertura tiene que darse desde dentro. No se puede seguir esperando a que los problemas internos nos los resuelvan desde el exterior”.