Donde no llega la Misión Milagro La necesidad lo hizo músico cuando perdió la visión.
Arsenio ofrece su show a cambio de unas pocas monedas
Arsenio Peña Blázquez, tocando en la calle Obispo, Habana Vieja
Augusto César San Martín | La Habana Desde que perdió la visión, Arsenio Peña Blázquez, electricista de 52 años, residente en la provincia Holguín, viaja temporalmente a La Habana para garantizar el sustento de su familia.
Pero no es de electricista que trabaja en la capital. Hace cinco años, la necesidad, lo descubrió como músico en las calles holguineras. Con una guitarra remendada y la filarmónica, regalo de un turista extranjero, fabricó un espectáculo que desde hace tres años realiza en la turística calle Obispo, de la Habana Vieja.
Arsenio, que se autodenomina luchador de la vida, reconoce que sus facultades naturales para la música lo ayudan a luchar.
¨Muchos dicen que soy artista pero yo nunca estudié música…Lo mío es el timbre del sonido. Yo cojo cualquier canción, me la aprendo y le voy poniendo la nota. Cuando me regalaron la filarmónica, fue que me dio la idea de incorporar unas maracas, y me hice del cencerro…Los muñecos vinieron después, cuando me di cuenta que era cómico y atraían a la gente¨, dice.
El espectáculo de Arsenio nació de la permanente crisis económica cubana. Primero trabajó como obrero calificado en la agricultura y luego en el piso de azúcar de un central, hasta su cierre.
Hace diez años la miopía que lo afectó desde niño, consumió su visión, maltratada por la falta de tratamiento oftalmológico en el poblado La Criolla del municipio Baguano, a donde no llega la ¨Misión Milagro¨. Atención médica especializada en zonas rurales que el gobierno cubano exporta a Latinoamérica.
Arsenio, auxiliado por su hermano, realizó las primeras presentaciones callejeras en el parque Calixto García, de Holguín.
¨Tenía miedo a que caer preso, pero la necesidad era mayor… Pusimos un vasito, con miedo, delante de nosotros…Había un grupito de turistas y empezamos a tocar guarachitas de Polo Montañez, y los turistas nos tiraban un dólar en el vasito… Así empezamos¨, recuerda.
Cada día se arriesga a perderlo todo. Sus intentos de obtener una licencia para realizar su show en la zona histórica de la capital, fracasaron.
Una multa, el arresto y la confiscación de los instrumentos y muñecos, son las consecuencias que podría afrontar el holguinero, según los decretos gubernamentales.
Los muñecos acompañantes
El miedo a ser arrestado por la policía hizo que el hermano de Arsenio desertara del dúo. Para acompañarse, el holguinero creó unos muñecos, y les dio vida mediante el baile y movimientos que producen sonidos musicales.
Cada muñeco lleva un mensaje al público.
¨La muñeca (aparenta un perro) baila con la bandera cubana que me identifica… falta la paloma de la libertad en su brazo¨, dice.
La vaca que funciona como alcancía, lleva ubre, aparato reproductor y cuernos, los que señala como símbolos de prosperidad y seguridad.
Cocorioco, el parrandero que mueve la cabeza de un lado a otro, expresa su necesidad de recorrer la isla para ganar el sustento.
Y el sapo, el último en incorporarse al show, ¨ese con su egoísmo de beber solo, es quien hace reír a la gente¨.
Sin traiciones
Cansado de acumular necesidades, el músico confiesa que su mayor sueño es que llegue la prosperidad para los cubanos.
¨Sueño con ver el desarrollo en Cuba…. Que los tratados se cumplan y que no haya traición¨, dice refiriéndose a restablecimiento de relaciones de Cuba y los Estados Unidos.
Arsenio Peña regresó a su natal Holguín, después de dos meses en La Habana. Le gustaría pasar solo uno, pero la necesidad siempre termina obligándolo y entonces estira su estancia en la capital.
¨Me quedé más tiempo porque no puedo regresar hasta dentro de cuatro meses… Voy a operarme una hernia¨, dice, mientras carga sus dos mochilas y la guitarra para emprender el regreso.