Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: El hijo de Fidel Castro esta de vacación de lujo por Europa
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: SOY LIBRE  (Mensaje original) Enviado: 07/07/2015 15:38
Él está en Bodrum y yo en el Cerro
¿De dónde Antonio Castro sacó tanto dinero? ¿Puede un médico de peloteros llevar una vida así? ¿Quién le dio tanto dinero?

antonio-castro-soto-del-valle-ulkesine-dondu-44044-2g1.jpg (525×400)
Antonio Castro en Turquía, gastando el dinero robado por papá.  
      Por Jorge Ángel Pérez | Desde Cuba
¿Qué yo haría con mil euros? Lo primero, lo más sensato, sería cambiarlos en CUC para conseguir un poco más; ochenta y dos por encima de los mil, una fortuna. Cosas impensadas podría hacer con esos billeticos. Comprar leche a mi madre sería lo primero. Lo malo es que no los tengo, y lo peor es que acabo de enterarme de que otros en la isla tienen mucho, como Antonio Castro, el menor de los hijos de Fidel. La verdad es que no sospechaba que guardara tanto en su bolsillo, pero las imágenes que andan cruzando el mundo dan fe de lo que se dice, y hasta hoy nadie negó la veracidad de esas fotos, ni siquiera ahora que los comentarios indignados se suceden a montones.

Antonio está lejísimo. Antonio está en Bodrum, y Bodrum está en Turquía. Se dice que llegó a esas costas a bordo de un yate lujosísimo, de cincuenta metros de eslora, después de abandonar la isla griega de Mykonos. Por desgracia yo estaba en el Cerro y no en Bodrum. Confieso que me habría gustado ver el arribo de ese yatecito a las costas de Turquía, pero tuve que conformarme con las fotos. ¡Me quedé con la boca abierta! Hasta me pareció más grande de lo que decían, pero eso no importa porque soy muy malo calculando los tamaños, las esloras; además estoy muy lejos, en el Cerro, en La Habana, y sin un medio que me permita hacer comprobaciones. Creo que jamás podré olvidar ese nombre: Bodrum. Nunca lo pronuncié hasta hoy. Para mí esa geografía seguía teniendo el apelativo de Halicarnaso. Debe ser por eso que he pensado tanto en Herodoto. Y hasta imaginé al autor de Los nueve libros de la historia apostado en esas costas, contemplando el arribo del barquito. Y también supuse sus reacciones; la boca abierta, la mano derecha en la cabeza, en el corazón la izquierda.

¿Qué habría pensado Herodoto mientras atracaba esa maravilla de yatecito? Debió ponerse a hacer anotaciones. Herodoto pudo pensar que los recién llegados revivirían las guerras médicas, y por eso estuvo anotando, haciendo uso del jónico, y con la boca más que abierta, casi incrédulo. El griego de Halicarnaso pudo creer que llegaban los fenicios después de cruzar el Eritreo, quizá supuso que esa nave venía repleta de géneros en un viaje que la trajo desde la Asiria y el Egipto. El historiador no podía pensar en una isla del Caribe llamada Cuba que no era parte del mundo conocido ¿Por qué iba a interesarse Herodoto por un médico del equipo nacional de beisbol de Cuba? Y aunque conociera a Cuba, cómo iba a creerlo, sabiendo que esta isla es tan pequeña, tan pobre, tan bloqueada… El pudo creer, dadas las dimensiones del barquito, que se trataba de un guerrero famoso que hacía su viaje de regreso después de hacer consultas al Oráculo de Delfos. Y hasta pudo suponer que el barco acogía a una recua de raptores que venían de atrapar a Io, a Medea, a Europa. Lo que si no puedo imaginar es lo que pensaría Herodoto al ver los géneros que bajaban del yate: supongo equipos de caza y pesca, licores delicados, exquisiteces y ambrosias.

Parece que los reseñadores de la noticia no estuvieron cerca de la mesa de los vacacionistas, porque de lo que allí se comió no dicen nada. Yo no puedo opinar mucho, nunca tuve dinero, soy soldado de un ejército de paladares atrofiados. Pero si me lo propongo puedo imaginar lo que comieron. Digo imaginar porque el recuerdo depende de las experiencias anteriores. Lo mejor sería hurgar en algunos libros que leí, esos que hablan de la alta cocina. Si yo recordara o releyera, La fisiología del gusto de Brillat Savarin o el Manual de anfitriones y guía de golosos de Grimod de la Reyniere, podría suponer lo que comieron en Bodrum. Ahora pienso en algo que leí en Sírvase de inmediato, un libro exquisito que habla de platos que parecen delicados, elegantes, que pueden comerse en Halicarnaso y en lugares a donde hay que llegar con muchísimo dinero. MFK Fisher, la autora de ese libro, cuenta que Federico el Grande se preparaba su café, y que en lugar de ponerle agua lo hacía con champán, y para rematar le rociaba mostaza en polvo. ¡Debe ser horrible pero es diferente, extravagante! Debe ser horrible ese café, yo como la Fisher creo que es una pedantería. Mejor pensemos en unos plátanos con queso Limburger, en unas costillas de cordero con salsa de gambas o en una sopita de arenque con mermelada de fresas. Yo no las probé jamás, pero parece rico, elegante, y deben ser carísimos esos platos, ¿extravagantes? Y no costaron más que una lecturita.

¿Y habrá dormido Herodoto, el de Los nueve libros, en habitaciones tan lujosas como esas cinco que fueron rentadas para Antonio y sus amigos? Creo que no, y mucho menos pagó más de cinco mil euros cada día por las susodichas. Tendría que vender, y en estos días, los manuscritos de Los nueve libros de la historia si se antojara de unas vacaciones como esas. Dios mío, que son cinco mil euros diarios para dormir y bañarse, mientras yo, pobre obseso, pensando en la leche de mi madre. Y qué voy a hacer si me entristece verla soñando cada día con un vasito de leche y este se baja en Bodrum, es decir en Halicarnaso, de un yate de lujo para montarse en un Mercedes que lo llevará a un Hotel donde cada una de las cinco Suites cuesta más de mil euros. ¡Caramba! ¿De dónde este muchacho sacó tanto dinero? ¿Puede un médico de peloteros llevar una vida así? ¿Quién le dio tanto dinero? Imagino el descontento de un médico internacionalista que no pudo finalmente comprar su auto modesto y pequeñito, aunque tuviera la carta, después de ver a este otro médico montado en su Mercedes. Imagino lo que dirá un médico que esté en África salvando a enfermos de padecimientos raros y mortales, pienso en los que andan por la Sudamérica de humildes favelas o en los que se arriesgan en el Caribe azotado por el cólera y los terremotos.

Ay, Dios mío, no puedo dejar de pensar en mi madre y en su leche, no puedo dejar de recordar a mi padre y a mi abuelo, los dos creyendo que la austeridad era signo distintivo de nuestro gobierno. No puedo dejar de pensar en toda la leche para los viejos derramada en Halicarnaso. Yo nunca vi cifras como esa, mil euros, cinco mil… de haberla tenido… Ay, qué sé yo que hubiera hecho. Lo cierto es que ahora estoy indignado, y hasta supongo que alguna vez se desmienta el desatino, para que algunos crean que esas cosas no ocurren en Cuba, que eso ocurre en otros lares, como dice nuestra prensa. Eso ocurre en Francia y en Italia, en los Estados Unidos y en Londres.

Si yo tuviera una mínima parte de ese dinerito que se gastaron en Bodrum, en Halicarnaso, compraría una bolsa de leche para mi madre.



Cubanet


Primer  Anterior  2 a 2 de 2  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: SOY LIBRE Enviado: 11/07/2015 15:40
Sangre en La Habana: las vacaciones secretas de Antonio Castro
'La orden lleva la firma de su tío, Raúl Castro. ¿Quién más se atrevería a matar a su propio sobrino?'
  
ARGENTINA--Fotos--las-lujosas-vacaciones-del-hijo-de-Fidel-Castro-en-Turqu-a.jpg (770×433)
 
                    Por Ladislao Aguado  | Madrid |  Diario de Cuba
"Ki?", la frase queda escrita en húngaro en una servilleta del hotel Flora. Su autor se llama Lázslo Vizes, tiene 53 años, y hace apenas una semana era uno de los tantos paparazis que husmeaban en las noches interminables del festival de rock de Kavarna. Una llamada de Moscú lo apartó del trabajo. La agencia que lo contrata —y que él se cuida de nombrar—, estaba interesada en los detalles de las vacaciones por el Mediterráneo, de Antonio, el hijo menor y favorito de Fidel Castro.
 
La revista turca Gala, dedicada a las noticias del corazón, acababa de hacer público que Tony —también conocido como "El Padrino"— veraneaba en Bodrum. Según la publicación, Antonio Castro había llegado al complejo turístico procedente de Míkonos, en una embarcación de 50 metros de eslora, y acompañado por una comitiva de 12 personas, entre familiares, amigos y guardaespaldas.
 
Horas después de conocerse la noticia, un vídeo colgado en YouTube mostraba a Tony Castro a la salida de un restaurante del paseo marítimo. Un reportero de la agencia Dogan lo sigue con su cámara. Los guardaespaldas van hacia él. El hombre hace por defenderse. Protesta. Se ve confuso, sorprendido. Entonces uno de los guardias ocupa el primer plano. Mueve la mano como quien regaña a un niño. Las palabras se le atragantan. Te voy a despingar, advierte. El reportero hace por salir de la situación y en un mal momento, toca al otro en el pecho. El final ya solo demora unos segundos. El brazo del guardaespaldas cruza la escena y se incrusta en la cara del reportero.
 
Lázlo Vizes llegó a Miami por primera vez en agosto de 1994. Trabajaba entonces para una empresa de capital italiano dedicada a los documentales de alto riesgo. Hacía apenas una semana, Cuba permitía la salida por mar hacia Estados Unidos de cualquier trasto flotante. De la noche a la mañana, confirmaban las agencias internaciones de noticias, el estrecho de la Florida se había convertido en un enorme festín de tiburones. Ellos estaban allí para filmarlo.
 
Veintiún años después no puede considerarse un expertos en asuntos cubanos —tampoco conoce a nadie que lo sea. Pero en Miami viven sus hijos, su exmujer búlgara, y tiene él su casa. La cercanía con la Isla tal vez le ha aportado el conocimiento suficiente para darse cuenta de que la historia que ha contado Gala, primero, no es una historia gratuita y atrapada por azar, y, segundo, que existe una mano en la sombra responsable de ella. En la agencia piensan lo mismo, de todas formas insisten en los detalles.
 
Se sirve de una botella de agua con gas. Pasea la vista por la piscina. Del mar llega una brisa que sacude las palmeras y hace del mediodía una hora engañosa.
 
Mykonos
 
Tras la llamada de Moscú, Lázslo Vizes reservó un vuelo a Míkonos —en realidad fueron tres, con escalas en Sofía y Atenas—, y dejó un aviso en la recepción del hotel para que lo despertaran diez horas más tarde. Necesitaba un descanso. Ya no había que pensar en estrellas del rock, personajes de la farándula —rusa, norteamericana e internacional, en ese orden—, o casas reales de Europa. El encargo esta vez lo ocupaba un hombre invisible, al que nadie, salvo sus allegados y sus enemigos, habría reconocido en la calle.
 
Antonio Castro Soto del Valle tiene 46 años, y siguiendo una suerte de invisible voluntad paterna, estudió Medicina, se especializó en Ortopedia, y entró a dirigir el equipo médico de la selección cubana de béisbol. Luego, tal vez como un premio a su buen camino, pasó a la presidencia de la federación nacional de este deporte, y desde 2010, detenta, también, una de las tres vicepresidencias internacionales de la IBAF.
 
Entremedias, Internet lo recoge puro en mano, socarrón, satisfecho, entre los selectos invitados de un festival del habano; en Varadero, mientras recibe el trofeo como ganador de un campeonato de golf; atrapado en un flirteo con una falsa colombiana de 20 años, llamada Claudia Valencia, tras la que se ocultaba el exiliado Luis Domínguez, autor del blog Cuba al descubierto.
 
Lloviznaba cuando Lázslo Vizes aterrizó en Míkonos. La revista Gala fijaba en algún puerto de la isla la salida hacia Bodrum de un yate de 50 metros de eslora, con una comitiva bastante peculiar a bordo. Alguien tendría que recordarla. No tenía por qué ser difícil. Se trataba de un hombre alto, de pelo castaño, seguido de unos amigos turcos, dos mujeres y un séquito de hombres toscos.
 
Tomó un taxi a la salida del aeropuerto y pidió que lo llevaran directamente al puerto viejo. El paisaje a través de la lluvia le pareció monótono. Pero supo que era una sensación engañosa.
 
Compró en un kiosco una pequeña guía de hoteles y entró a una de las cafeterías del paseo marítimo. Pidió una cerveza sin alcohol y por un instante demoró la mirada en las embarcaciones, en el gris entintado del mar. A la derecha, como un castillo al que uno terminaría por llegar, se levantaba el hotel Porto Mykonos, blanco, cuidado.
 
Según la revista Gala, Tony Castro y sus acompañantes, se habían alojado en el hotel más caro de Bodrum. Lázslo Vizes abrió la guía por la sección dedicada a los cinco estrellas y Grand Luxe. ¿Por qué iba a ser diferente aquí?
 
Hace diez años que Lázslo Vizes no viaja a La Habana. Pero en algún momento, tras su divorcio, sopesó la idea de mudarse a la Isla. Luego la idea se le volvió tan absurda como vivir en Luanda o en Viena. Todo cuanto amaba estaba en Miami, aunque detestara la ciudad misma y casi nunca estuviera en ella. Fue Robert Vesco quien le borró la idea de la cabeza. Los Castro solo se quieren a sí mismos. Tarde o temprano serás barrido por ellos. O te convertirás en pueblo.
 
Si alguien le preguntara sobre sus impresiones sobre Cuba, tendría que reconocer que nunca consiguió que el país le mostrara sus intimidades, y en el fondo, la única idea que tiene de él, es la de un lugar sometido por un poder invisible y mortífero. Tal vez por ello, por esa noción de fragilidad al tiempo que de riesgo, es que no consigue explicarse cómo Tony Castro ha venido a caer en una trampa tan simple. Justamente él, que si algo ha visto en su vida, ha sido siempre la muerte de los otros. Salvo que él sea la trampa misma.
 
La idea se le ocurrió viendo por enésima vez el vídeo de la pelea en Bodrum. La escena parece extraída de una película de ficción. De un lado, el reportero Yasar Anter intenta hacerse con la exclusiva de la visita a Turquía de uno de los pocos herederos con que cuenta Raúl Castro, el actual presidente cubano. Del otro, Tony Castro —desprevenido, ingenuo como un turista ideal— sale de un restaurante en el paseo marítimo. El reportero lo sigue. El guardaespaldas le corta el paso, decidido a defender la privacidad de su jefe. Se le encima. Lo golpea. El reportero muestra el labio partido. ¿Pero cómo llegamos a saber todo esto? Porque hay un tercer hombre: ¡el verdadero camarógrafo! Él es el mundo real. El cineasta. Los demás son los actores, incluidos Tony Castro y el reportero Yasar Anter. De no ser por él, por su cámara, nada de lo acontecido esa noche en Bodrum habría salido del anonimato turco. Literalmente, a la historia se la habría tragado la noche.
 
Vizes sabe dos cosas y a ambas las teme por igual. En este mundo son escasas las causalidades. Y cualquier poder suele ser implacable con los traidores.
 
Marca en la guía unos pocos hoteles. Todos relativamente céntricos, todos con vistas al mar.
 
Bodrum
 
La brisa arrastra un hilo de azufre. En la piscina del Flora unos quince turistas resisten el dolor del sol al mediodía. Un par de tipos gordos lee. Una mujer de pelo rojo dora sus tetas. Son redondas y lácteas. Lázslo Vizes busca con la mirada al camarero y pide otra agua con gas. Acaba de sumar los gastos del viaje. Solamente el billete de avión hasta acá le ha costado 420 euros.
 
A veces, este tipo de investigaciones llegan a convertirse en noticias. Otras, desaparecen como si él no hubiese estado detrás de ellas. Pero algo bueno ha de admitir: jamás ha dejado de cobrar un reportaje. Y a los 53 años esta certeza es una tranquilidad. Por lo que Antonio Castro —un tipo que no imagina simpático— pronto dejará de preocuparlo. No hay demasiado detrás de él, al menos, desde la distancia en que Lázslo Vizes consigue observarlo.
 
Cuando entregue la carpeta con su pesquisa, por supuesto que se ahorrará las opiniones. Pero si alguien llegara a preguntarle qué piensa, le diría que Tony Castro, alias "El Padrino", ha visto demasiado cine. Y justamente, la trilogía de Coppola es la película favorita de su padre.
 
¿Qué ha venido a jugarse aquí?  ¿Es por imaginar estos paisajes —los hoteles, los cientos de veleros, las empresas de servicio, la fina hierba de los campos de golf— que lo han mandado a matar con la exposición en las noticias? A Lázslo Vizes le baila una pregunta en la cabeza: ¿Antonio Castro trabaja para él mismo o está aquí en nombre de la familia?
 
Cuba no es el país que sus habitantes creen ocupar. Una suerte de irrealidad —parecida al polvo del desierto— deforma el aspecto de las cosas. Desde lejos, Tony parece ya juzgado por traición. La orden lleva la firma de su tío, Raúl Castro. ¿Quién más se atrevería a matar a su propio sobrino?
 
La mujer de las tetas blancas se voltea en la tumbona. La espalda, de un rosa pálido, queda expuesta al sol. No tiene nalgas, sino una suerte de colinas aplastadas, entre las que se pierde la tela del bañador.
 
Fidel Castro, por su parte, ha intentado parar el golpe, deformarlo en una advertencia. Y ha pasado una tarde chachareando en público con una veintena de queseros. La imagen del anciano en la prensa ha sido un beso al hijo, un ruego de perdón, la advertencia de que él estará a su lado.
 
Queda otra versión. Una más difícil de creer, una mucho más improbable. El ataque lo ha lanzado alguien ajeno a la familia. Alguien que, sin dudas, ha de haber medido muy bien las consecuencias. ¿O es ese tercer hombre, el camarógrafo, una declaración de independencia del propio Antonio Castro? Lo ha visto en el cine. Los jóvenes capos terminan por marcharse.
 
En cualquier caso habrá que esperar. Quizás, cuando ya nadie recuerde este verano, comience a correr la sangre en La Habana.
 
0012924084.jpg (770×433)


 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados