'Todo el que haga declaraciones no gratas para el Gobierno a
cualquier medio no oficial tendrá que lidiar con censura, campañas y represiones.'
Dariela Aquique Luna | La Habana | Diario de CubaNo olvidemos ni un segundo que desde el triunfo de los barbudos, estos comenzaron a hacerse de la economía, los servicios, la tierra, las industrias, la urbanidad. Pero también las artes y la cultura fueron intervenidas, y desde entonces hasta hoy se erigió la censura como estandarte del sistema totalitario que es.
El ejemplo más categórico lo fue sin duda, el malogrado documental PM (1961) de Sabá Cabrera Infante y Orlando Jiménez Leal. Aquel retrato inocuo de la vida bohemia habanera, al estilo del free cinema que se exhibió sin penas ni glorias en el programa Lunes en televisión del canal 2, fue censurado y confiscado por la Comisión de Estudio y Clasificación de Películas del ICAIC cuando se pretendió proyectar en la pantalla grande. Alegando que "no reflejaba los cambios sociales que estaba impulsando el nuevo gobierno, en momentos en que se esperaba que los artistas se entregaran de cuerpo y alma al proceso revolucionario", la fiscalización de PM puso en tela de juicio la libertad creativa de los artistas y escritores cubanos.
Esto les quedó a todos, más claro que el agua, cuando en junio de 1961 Fidel hizo su famosa alocución, luego conocida como Palabras a los intelectuales, que definiría el proceso rector de la política cultural de la Revolución Cubana, desde entonces y hasta hoy.
En aquel momento, la excusa fue que respondían a "una preocupación defensiva del Gobierno revolucionario ante la posibilidad de intentos del enemigo de socavar los cimientos del terreno socio-político que recién había comenzado a construir, sobre todo ante el peligro que representaban los rezagos de gobiernos anteriores".
Ante cualquier acto de censura o proscripción, la excusa actual es "una preocupación defensiva del Gobierno revolucionario ante la posibilidad de intentos del enemigo de socavar los cimientos del terreno socio-político que durante años se ha construido y que ahora ante el peligro que representaban la globalización y el acceso irresponsable a la internet"… El mismo perro con diferente collar.
Por eso a lo que muchos dieron en llamar "Quinquenio Gris" y otros lo hicieron más extenso denominándolo "Decenio Negro" de la cultura cubana, yo me atrevo a calificarlo de "Cincuentenario Ocre".
Veamos el caso más reciente.
El pasado 7 de julio el portal digital Cubarte comunicó a sus internautas que la puesta en escena El Rey se muere, producción de Teatro El Ingenio, fue suspendida por orientación del Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE) y El Centro de Teatro de La Habana.
La obra ha sido bajada de la escena porque a alguien le pareció que hacía alusión al Comandante y, en consecuencia, circuló por los medios una carta de Juan Carlos Cremata Malberti, el director de la puesta, versión de una obra del francés Eugene Ionesco.
Igual de aludidos pudieron haberse sentido con la versión de Calígula que magistralmente llevó a escena el grupo Teatro El Público con dirección de Carlos Díaz, por allá por la década de los 90 y que repusiera hace solo unos años. Igual de aludidos pudieron haberse sentido con puestas como Visiones de la cubanosofía de El Ciervo Encantado, dirigido por Nelda Castillo, o simplemente por cualquier otra, porque analogías pueden hacerse muchísimas y la paranoia de los gobernantes es infinita.
La sal del cuento no es la obra o sus equivalencias con la realidad o con personajes. La censura a Cremata viene por haber concedido una entrevista al sitio Martínoticias. Por haber protagonizado una protesta pública por la reintegración de su salario. Y por haber estado haciendo comentarios en sitios digitales no gratos al Rey.
Echemos la memoria atrás y recordemos los lamentables sucesos acaecidos en 2011 a una de nuestras más prominentes figuras de las artes plásticas en Cuba, el pintor y profesor Pedro Pablo Oliva, de quien se publicó un excelente escrito en este diario donde de forma expedita contó cómo fue expulsado de la Asamblea Provincial del Poder Popular, de la cual era diputado, acusado de disidencia y alta traición, todo por haber publicado una carta en Generación Y, el blog de Yoani Sánchez.
Cuestionado también por sus vínculos de amistad con personas e instituciones satanizadas por la dirección del Gobierno, su taller de creación en Pinar del Río fue clausurado y empezó así una cadena de eventos que condenaron al insigne creador a la postergación y al descrédito social instaurado.
O toda la algarabía que desató la entrevista que dio Pablo Milanés a Tele Martí ese mismo año, y que no sufrió represalias porque se trata de una figura de talla internacional.
Cartas en la web seguirán apareciendo. Todo el que haga declaraciones no gratas para el Gobierno en Cuba a cualquier medio no oficial tendrá que lidiar con censura, campañas y represiones. No importa si es un Premio Nacional de Artes Plásticas, un excelente músico, un genial escritor, un joven roquero, una artista plástica o un prometedor cineasta. Puede ser Pedro Pablo Oliva, Pablo Milanés, Leonardo Padura, Porno para Ricardo, Tania Bruguera o Juan Carlos Cremata. La amonestación será directamente proporcional a las declaraciones o acciones. La libertad y hasta la integridad física dependerá en gran medida de lo que se dice y dónde se dice.
La ventaja es que está la red de redes para hacer catarsis y para que la gente sepa. Lo bueno es que ya somos muchos lo que no tenemos miedo. Han pasado 45 años del Caso Padilla y ya nadie bajo presiones psicológicas y otros métodos puede ser obligado a patéticos monólogos de mea culpa.
Pero el Rey aún vive y, por tener, tenemos dos: uno en el trono y otro regente. Y lamentablemente nuestra cultura sigue manejada por un viejo alegato. "Con la Revolución todo, contra la Revolución nada", como lo dijo el Rey.