La nueva prueba de Ángel Santiesteban
Ángel está en la calle, pero no en libertad. En la calle, mientras se porte bien
Rafael Alcides | La Habana
Como se sabe, el escritor Ángel Santiesteban está de nuevo en la calle desde la tarde del viernes último. Está en la calle, pero no en libertad. En la calle, mientras se porte bien. En La calle, porque así lo venía aconsejando la notoriedad alcanzada por su caso en el mundo, hecho al cual incidirán las nuevas estrategias que al gobierno cubano se le plantean en la hora presente para el mejoramiento de su imagen exterior.
Para tenerlo así, amarrado a lo cortico, como suele decir la gente de campo, fue ignorado el proceso de revisión que de su abogado elevara al fallarse en su contra. Y cuando al fin lo aceptaron, no le dieron curso. Era evidente. Jamás el gobierno aceptaría que hubo irregularidades en el juicio donde nuestro laureado escritor fuera condenado a cinco años de prisión de los cuales al salir ahora en libertad aparente, llevaba casi tres cumplidos. Exitosa maniobra que deja a Santiesteban sin poder probar su inocencia en los afrentosos cargos por los que fuera juzgado, invalida su recurso de revisión del caso y deja al gobierno en posición de dárselas de generoso en los delicados momentos en que restablece sus relaciones diplomáticas con Estados Unidos, clama por poderosos inversionistas que vengan a poner el país a flote y espera en septiembre a Su Santidad el Papa Francisco.
Ha empezado, pues, para Ángel una nueva prueba. Acaba de demostrar que no le teme a la cárcel. Ya antes hubo demostrado que tampoco le temía a las palizas, pues, como se recordará, poco antes de llevársele a juicio fue asaltado en plena calle a la luz del día por cuatro desconocidos muy conocidos que confundiéndolo con un saco de arena se dieron gusto entrenándose con él –aventura de la cual guarda el recuerdo de un brazo roto y otras “lesiones de historia”, como diría el fraterno Raúl Rivero. Pero a pesar de tan singular paliza, Ángel Santiesteban siguió fiel a su escritura, sin arrodillarse ni dejar de andar por La Habana calle arriba y calle abajo, fuera de día o de noche. En cuanto a irse del país no está en sus planes, nunca lo ha estado.
Luego entonces, también para el gobierno ha empezado una nueva prueba. Después de pensarlo mejor, meter de nuevo en prisión a Ángel porque apoyó a las Damas de Blanco marchando al paso de ellas por la acera de enfrente no sería un argumento convincente. De ningún modo. Ése es un acompañamiento que también vienen haciendo domingo a domingo, decenas de otros entusiastas de la democracia: Antonio Rodiles, Yuri Valle, Carlitos Menéndez, Ángel Moya, Raúl Borges, Claudio Fuentes y Tania Bruguera en los últimos meses, todos los cuales, juntos con las damas de Blanco que no logran escapar en la estampida que en tales circunstancia suele producirse, son liberados al caer la tarde.
¿Devolverlo a prisión a cumplir lo que le quedaba de sentencia porque ha seguido escribiendo a favor de la transición pacífica hacia la democracia? Tampoco, porque eso lo hacemos muchos a lo largo y ancho del país, lo cual, dicho sea entre paréntesis, demuestra que el proceso seguido contra él ha sido un fracaso. Ni lograron domesticarlo ni el escarmiento que pretendieran con su caso impidió que siguiera extendiéndose con pisadas de gigante el bloguerío disidente. Luego entonces, ¿qué hacer, qué hacer con Ángel? He ahí el dilema del gobierno.
Para el resto de los cubanos, por lo pronto, como decía ayer un hombre de la calle al conocer la noticia: “Hemos empezado a anotarnos puntos en este dificilísimo partido. Ellos, el gobierno de hoy, tiene, libres por completo, a los 5; nosotros, el gobierno de mañana, tenemos ya, aunque sea a medias, a Ángel Santiesteban.”