Al declarar en una entrega de premios de Univisión que “Donald Trump no puede ser presidente”, el cantante cubanoamericano Armando Christian Pérez, “Pitbull”, no pudo darle mejor consejo a algunos de los políticos de ambos partidos que quieren ser presidente: tienen que ponerse las pilas.
Y esta pasada semana, un análisis de la firma encuestadora Latino Decisions y un sondeo de Univisión evidenciaron que, en efecto, estos políticos tienen que ponerse las pilas, particularmente el Partido Republicano, que sigue permitiendo que su sector antiinmigrante, personificado en Trump, lo defina ante los votantes latinos que requieren para ganar la Casa Blanca.
Latino Decisions concluyó que para ganar la presidencia en 2016 los republicanos necesitarían hasta 47% del voto latino y no el 40% del sufragio hispano que por la pasada década se ha venido mencionando como el umbral a rebasar para ingresar a la Casa Blanca. En el 2004, el entonces presidente George W. Bush logró 40% del voto latino y ganó la reelección ante el demócrata John Kerry. Bush promovió la reforma migratoria con vía a la ciudadanía y aunque enfrentó críticas del sector ultraconservador, su postura a favor de esa reforma, junto con otros factores, le permitió granjearse el significativo porcentaje hispano que aseguró su triunfo.
El análisis de Latino Decisions se basa en pura matemática. Si la población hispana ha ido en aumento y con ello su porcentaje en el universo de votantes, es de suponer que también aumente la cifra de electores latinos que los republicanos necesitan para ganar las presidenciales.
Latino Decisions calcula que 13 millones de latinos votarán en los comicios generales de 2016, un 10% del universo de electores, comparado con los 7.4 millones de latinos que sufragaron en 2004 cuando representaron 7% del universo de votantes.
Otro factor incide. El voto republicano anglosajón y mayor ha ido en descenso; y el voto anglosajón más joven tiende a ser demócrata.
Según Latino Decisions, si el candidato republicano ganara 60% del voto anglosajón en 2016, requeriría 42% del voto latino para ganar la presidencia. Pero si el voto anglosajón no rebasa el 59% alcanzado por el aspirante republicano en 2012, Mitt Romney, entonces requerirían 47% del sufragio hispano.
El voto latino a favor de los republicanos en elecciones presidenciales ha ido a la baja. En el 2008 el senador John McCain logró 31% del voto hispano y en el 2012 Romney obtuvo el 27%.
El Partido Republicano ha permitido que su sector más hostil hacia la reforma migratoria y en consecuencia hacia los latinos, lo defina: bloquearon en la Cámara Baja el plan de reforma migratoria que el Senado aprobó en 2013; han bloqueado, hasta ahora, en tribunales las acciones ejecutivas migratorias; y para completar el cuadro, aparece Trump tildando a los inmigrantes mexicanos de violadores y criminales, ofendiendo a toda una comunidad y un sector electoral importante.
Además, la reacción de los otros precandidatos republicanos a las ofensas de Trump no fue tan veloz como la denuncia que hicieron este fin de semana luego de que el empresario cuestionara el heroísmo del senador McCain ofendiendo a varios bloques electorales.
Por el bando demócrata, la precandidata Hillary Clinton lleva la delantera con el voto latino en la interna de su partido y cuando se le enfrenta a algunos de los potenciales nominados republicanos.
La encuesta de Univisión concluye que en una potencial contienda Clinton-Jeb Bush en 2016, Clinton obtendría 64% del voto latino sobre un 27% para Bush; y Clinton lograría 66% del voto latino frente a un 25% que obtendría el senador Marco Rubio.
No obstante, hay que recordar algo: los sondeos fotografían el momento específico en que se toman y para la general faltan 16 meses. Los demócratas, particularmente la hasta ahora favorita Clinton, no deben dormirse en sus laureles porque en 16 meses cualquier cosa puede pasar.
Uno de los principales retos es entusiasmar al voto latino y movilizarlo a las urnas. En ese departamento los demócratas tienen tarea por delante y no deben olvidar que votante latino en casa es un voto para el otro partido. Que no olviden algunas lecciones de las intermedias de 2014, en la senatorial de Colorado, por ejemplo. Asumir que el votante latino conoce sus posturas y dar por sentado su apoyo no es una estrategia sino un gran riesgo.
De ahí que el sabio consejo de Mr. 305, Pitbull, aunque en el contexto del Trumpgate, sea tan certero: tienen que ponerse las pilas.