Víctimas de la exclusión y la injusticia
¿Cómo reconocer y garantizar los derechos de la comunidad LGBTI cubana cuando en la Isla no se respetan los derechos fundamentales de las personas?
Joder, en Cuba son víctimas de la exclusión y la injusticia, todos los cubanos que piensan y opinan en contra del régimen.
Por Leonardo Calvo Cardenas | La Habana
Concluyó hace poco un nuevo período de sesiones del fugaz y monocorde parlamento cubano —sesiona solo dos días al año y nunca hay allí una decisión dividida— que una vez más guarda total silencio sobre complejos problemas que agobian a la sociedad. Los reportes informativos oficiales dan cuenta de un inaudito crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), así como de tantas carencias y atrofias que se debaten de manera recurrente en la asamblea sin atender nunca a las causas estructurales y sistémicas que convierten en disfuncional a nuestra sociedad.
Todo parece indicar que la esperada modificación del Código de familia para consagrar los derechos al matrimonio igualitario y sus consiguientes beneficios para la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transgéneros e intersexuales (LGBTI) todavía languidece como una propuesta olvidada en algún oscuro cajón de las oficinas de la Asamblea Nacional.
Hace unos cuantos años Mariela Castro, miembro prominente de la dinastía gobernante, se tomó la prerrogativa sultánica de seguir la saga nepotista de su estirpe para ponerse al frente del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX). Desde esa posición la hija del actual presidente cubano se ha impuesto como líder de una supuesta posición oficial de tolerancia y protección de los derechos de la comunidad LGBTI.
En un franco diseño de despotismo ilustrado la “infanta” Mariela se empeña en generar la imagen, que por cierto ha confundido a unos cuantos en el mundo, de que las autoridades cubanas se han convertido en los actuales garantes de los derechos de un sector de la población que ha sido bastante discriminado y reprimido por el alto liderazgo revolucionario, siempre enfermo de machismo y homofobia.
Con el desprecio por los valores y la dignidad humana que caracteriza a los gobernantes cubanos, la señora Mariela ha emprendido su cruzada de hegemonismo y manipulación sin reconocer o desagraviar a tantos cubanos víctimas de discriminación, represión y exclusión social y profesional por razón de su orientación o preferencia sexual. La pregunta que ni Mariela ni sus acólitos han podido responder nunca es: ¿Cómo reconocer y garantizar los derechos de la comunidad LGBTI cubana cuando en la Isla no se respetan los derechos fundamentales de las personas?
Con el pasar del tiempo va quedando claro el alto nivel de politización que imprime Mariela Castro a su declarado compromiso, ya no es secreto para nadie que en el CENSEX los miembros de la comunidad deben profesar fidelidad incondicional al régimen y no encuentran el prometido respaldo legal y jurídico, amén de que Mariela y compañía miran para otro lado y guardan silencio cuando las autoridades (in) competentes abusan o discriminan a homosexuales o transgéneros.
Semanas atrás, la sociedad norteamericana fue estremecida por la decisión de la Corte Suprema de Justicia, la cual legalizó definitivamente el matrimonio homosexual en los Estados Unidos. Una determinación como esta refuerza la tendencia global, de consagrar jurídicamente los derechos y las demandas de la comunidad LGBTI incluso en naciones de larga tradición machista, puritana o conservadora.
Estos avances jurídicos en varias naciones del hemisferio ponen en evidencia los niveles de retraso que todavía padecemos en temas tan sensibles como los derechos de la comunidad LGBTI; la lucha contra el racismo, los derechos de los discapacitados, la protección de los animales o del medio ambiente.
Considero que la gran tragedia del caso cubano radica en la ausencia de cultura e independencia cívica e institucional, que garantiza a los gobernantes cubanos total control hegemónico sobre todos los espacios de desenvolvimiento social. Los avances y alcances en la validación, en cualquier rincón del planeta, de los derechos y potestades para los sectores o grupos más vulnerables se fundamentan en las crecientes capacidades de activación cívica de los ciudadanos y en la aplicación de efectivos mecanismos de protección a las garantías jurídicas que en Cuba constituyen todavía un sueño inalcanzable.
Mientras nuevas naciones se incorporan a ese ambiente internacional de respeto a la diversidad Cuba se queda atrás, porque sus gobernantes continuaran enarbolando la autocomplacencia paternalista para apuntalar su maltrecha imagen. Al tiempo que los cubanos somos víctimas inermes de la exclusión y la injusticia.
ACERCA DEL AUTOR
Leonardo Calvo Cárdenas. La Habana, 1963. Vicecoordinador Nacional del Comité Ciudadanos por la Integración Racial (CIR). Representante en Cuba de la revista Islas. Licenciado en Historia Contemporánea en la Universidad de La Habana. En 1987 comienza a trabajar como especialista principal en el Museo de Ciudad de La Habana, de donde fue expulsado en diciembre de 1991 Desde 1996 ha sido columnista y colaborador de varias publicaciones, entre las que destacan las revistas digitales Nueva Frontera, Consenso, Noticias Consenso, Encuentro en la Red, Primavera de Cuba.